Elizabeth Romano— ¡Qué hot en la oficina! —Ximena ríe mientras me escuchaba relatar cada detalle del encuentro con Rodrigo. Ella es mi consejera oficial, la única persona a quien puedo confesar mis secretos sin temor a ser juzgada.— Si no hubieran tocado la puerta a esta hora, estaría en los brazos de Rodrigo —confiesa, animándome.— No puedo hacerle esto a Raúl. Recuerda que tengo novio, ¿verdad? —digo, tratando de mantenerme firme.— Es un buen tipo, pero no lo quieres —me responde Ximena, con una sonrisa comprensiva.— No sé si lo he perdonado. Siento que lo odio —admito, con un tono de confusión.Ximena se ríe con complicidad. — Cuando pensabas que era Ricardo, lo odiabas y lo hacías a cada rato.— Lo sé, pero era diferente. Ahora sé que lo amo y también que lo odio —respondo, frustrada.— Vuelve con él, Ellie. Los dos se quieren. Aprovecha que el hombre que amas te corresponde —me aconseja Ximena, con un tono alentador.— Soy una torpe. Sé que tienes tus problemas —murmuro, sin
Rodrigo MontalbánLa actitud de Elizabeth me tiene al borde. La amo, pero no estoy dispuesto a sacrificar mi dignidad por ella ni por nadie. Será ella quien venga a rogarme que estemos juntos, y cuando eso pase, le haré lo que ella me hizo a mí. Sé que me equivoqué, pero ya he pagado suficiente por mis errores; he pedido perdón de mil formas, y la terca no quiere escucharme.Regresará conmigo, no tengo dudas de ello. Pero mientras llega ese momento, necesito distraerme, pasar el tiempo. Por eso acepté la invitación de Flavia para cenar. Durante las últimas horas, solo ha hablado de Elizabeth y Raúl, y sinceramente, ya me está hartando.—No sé qué le ves a esa mesera —dice Flavia, claramente molesta.—No quiero hablar de ella. No acepté tu invitación para hablar de Elizabeth. Si solo quieres hablar de ella, mejor me voy —respondo.—Claro que no, Ro —se acerca a mí, bajando su mano a mi entrepierna—. No sabes cuánto extraño lo bien que la pasábamos. Ninguno se compara contigo.—Lo sé, s
Rodrigo Montalban Me enteré por terceros de que Elizabeth planea llevarse a mis hijos. Ni siquiera tuvo la decencia de informarme personalmente. Eso solo me reafirma en mi intención de arruinar sus planes de felicidad con ese imbécil de Raúl. Tengo un plan para hacerlo, y no voy a perder la oportunidad de ponerlo en marcha. Me dirigí a la oficina de Elizabeth con pasos firmes, ya dispuesto a enfrentar la situación. Al entrar, vi que tenía los boletos en sus manos. Con rabia, los tomé de un tirón y los arrojé al suelo. Me miró con esa calma irritante que solía tener. — ¡Me enteré por otros que te llevas a mis hijos sin mi consentimiento! ¡Qué demonios te pasa! —le grité. Elizabeth mantuvo su tono tranquilo y un tanto despectivo.— Tranquilo, Rodrigo. Te lo iba a decir. Para tu información, solo serán unos días. Llámate a Flavia si te aburres. Sus palabras solo hicieron que me hirviera la sangre aún más. Verla tan despreocupada, mientras yo me consumía por dentro, me enloquecía. Me
Elizabeth Romano.No negaré que me duele la actitud de Rodrigo durante esta semana; me ha ignorado, es como si fingiera que yo no existo.No soy tonta y sé que se está acostando con otra mujer. La propia Flavia me ha presumido que estuvieron juntos y, cuando le pregunté, él no lo negó. No puedo creer su cinismo; hace menos de una semana me juraba amor y fácilmente estuvo con otra.¡¿Qué clase de amor es ese?!Evidentemente, él sigue siendo el mismo mujeriego de siempre. Terminé de preparar las maletas de los gemelos y bajé al living, donde están Raúl y mi madre; ella nos acompañará para ayudarme con los niños.—¡Lista, bonita! Tardaste horas.Me acerqué a él y le di un beso en los labios. —Pero valió la pena, ¿verdad?—Claro que sí, estás hermosa. —Responde él.—Me encanta la pareja que hacen; nadie mejor que tú para cuidar a mi hija. —Comenta mamá.—Muchas gracias, suegra. Usted sabe que la adoro. Si fuera por mí, Ellie ya sería mi esposa, pero su hija es indecisa. —Se queja Raúl.Re
— Raúl se tuvo que ir solo por ese pasaporte —dijo mamá con un tono cansado.— Ya no quiero hablar de eso, mamá —contesté, visiblemente molesta.— Cenamos pizza así te animas un poquito, mi amor —sugirió mamá con una sonrisa.Asentí con la cabeza.— Amor, ya que no iremos de viaje, iré a pasar el día con tu tía que está en la ciudad. ¿Vienes? —propuso ella.— No, mamá, yo me quedo con los gemelos. Mejor ve tú y que te lleve el chofer —respondí, sin ganas de moverme.— Sí, amor, mañana voy —confirmó mamá.No puedo creer que Rodrigo me siga manejando a su antojo; solo soy un títere y eso me hace enojar demasiado. Me pregunto cuándo me dejará en paz ese hombre. ¿Por qué no puedo desaparecerlo de mi vida de una buena vez? Y lo que más odio es que sigo amándolo con todo lo que soy. Me odio a mí misma por hacerlo y porque creo que nunca lo dejaré de amar.El día se tornó nublado; creo que lloverá, por eso no quiero sacar a los gemelos de la casa. En este momento estamos en el jardín jugando
Cuando me desperté saque las manos de Rodrigo de encima mío y los observe, los tres están dormidos roncando son iguales físicamente. Estoy completamente loca Rodrigo y yo nos acabamos de tocar mutuamente cuando yo tengo pareja. Soy una infiel y una cualquiera, Raúl no se merece lo que le estoy haciendo. Siento culpa al saber que lo volvería a hacer y posiblemente la próxima vez no me detendre. Lo que siento por Ro es más grande que mí moral, que mi propia voluntad que todos mis principios. Bajé al Living y donde ya estan Rosalba, mi madre, mi tía y Eva la tormenta ha terminado y volvió la luz. — el coche de Ro está afuera —comenta Eva — si está durmiendo con los gemelos — Respondí — ya es tarde debería irse— Comenta mamá —es tu marido debería volver a vivir aquí, este es su lugar —lo defiende su tía de mi madre —ya volvieron Ellie —ríe Eva — no, se quedo por los gemelos— Afirmé — y por ti— Afirma ella. — ya casi está la comida de los bebés, señorita — m
Hoy estoy decidida a terminar mi relación con Raúl; no puedo seguir con algo que no tiene futuro. Ahora comprendo que fue un gran error aceptar estar con él cuando nunca estuve enamorada.Es verdad que le tengo un cariño muy especial, pero eso no es suficiente para tener una relación. Lo único que estoy haciendo es hacerlo perder el tiempo y lastimarlo; eso no es justo para ninguno de los dos.Lo esperé en su oficina; él llegó a la hora de siempre. Noté en su mirada una profunda sorpresa, la cual no comprendo.Él se acerca a mí y me da un abrazo seguido de un beso en los labios.—Te extrañé mucho —dice, con una voz cargada de emoción.Me siento una basura. Dejé que Rodrigo me besara y me tocara; además de eso, lo amo con todo mi corazón y me muero de ganas por volver a ser su mujer.Le estoy siendo infiel a Raúl en todos los sentidos, y él no se lo merece; es el mejor hombre del mundo, me ama a mí y a mis hijos.—Raúl, tengo que hablar contigo de algo muy importante —le digo, intentan
Rodrigo Montalbán—Lo arruiné, lo arruiné —Camilo ha repetido esa frase sin parar durante los últimos cinco minutos.No puedo evitar reírme.—Te acuestas con cualquiera y te da igual, Camilo. ¿Qué es diferente ahora?Esta es mi venganza contra él. Cuando comencé a salir con Ellie, él no paraba de burlarse de mí, y ahora llegó su karma.—Nunca he creído en la amistad entre el hombre y la mujer. Sabes que las mujeres en mi vida nunca duran, y no quería que ocurriera lo mismo con Ximena, pero terminé por arruinarlo. No sé por qué comencé ese beso.—Porque tenías ganas desde hace mucho tiempo.—Rodrigo, es una pregunta retórica; ya sé por qué comencé ese beso.—Entonces, ¿qué quieres que te diga?—Algo que me ayude.—Es que tú te complicas solo. Tienes dos caminos: le pides a Ximena que esté contigo o intentas olvidar que todo ocurrió.—No es tan fácil olvidar.Reí.—Estuvo tan bueno el sexo.—Solo te diré que no fue solo una vez.—Ya me lo imaginaba.Él ríe.—Pobrecito, Ellie te sigue te