No puedo odiar más a Rodrigo Montalban hace más de un mes que no me responde un mensaje y no ha ido a la empresa ni un día. Camilo dice que está de viaje pero yo sé perfectamente que él no puede salir del país.Esos dos siempre se encubren, seguramente él usa lo de Raúl como excusa y ahora está con su abogadita en la cama, es un miserable porque una cosa es que este enojado conmigo pero ni siquiera a los gemelos ha venido a ver. Raúl por suerte está mucho mejor, lo he acompañado en todo momento como él lo hizo conmigo cuando murió mí abuelo. Él dice que los gemelos y yo somos su mejor terapia. En este momento estoy con él charlando en mi oficina —Amor quisiera que me acompañes a un lugar — Me pide él —¿Qué lugar ? — Pregunté curiosa. —Tengo unos trámites que resolver en mi país natal y creo que le serviría a los gemelos distraerse — Sugiere él. —Puede ser pero debo decirle a Rodrigo. Él ríe —El desaparecido Rodrigo, es evidente que ustedes no les importan Fuimos interru
Elizabeth Romano En este momento estoy en mi oficina, cuando fui interrumpida por una visita inesperada de alguien que pensé que nunca volvería a ver.—Elizabeth, no me agradas y no te agrado, pero necesitamos hablar sobre Rodrigo —dijo Lila con un tono frío.—¿Qué quieres, Lila? —respondí, tratando de mantener la calma.—Seguramente sabes que él ya no quiere que lo defienda —continuó ella, su voz cargada de frustración.—Más que defenderlo, tú quieres acostarte con él. No soy imbécil —repliqué, con firmeza.—Yo amo a Rodrigo, y por eso mi prioridad es su libertad. Pero dime, ¿también es tu prioridad? —me preguntó, con una mezcla de desafío y preocupación.—¡Claro que sí! —exclamé, convencida.—Entonces, convéncelo de que se defienda. El juicio se acerca, y él me despidió. No quiere ser defendido por nadie —dijo Lila, su tono un tanto desesperado.—¿Por qué hizo algo así? —pregunté, confundida.—¡Por ti! —respondió Lila con un acento de enojo.—¿Por mí? De verdad estás loca. Yo nunc
Los últimos tres días no he hablado con Raúl. Después de nuestra pelea, él se fue. No sé si terminamos o no.Quiero darle espacio; sé que le afectó mucho nuestra pelea y recordar a su exnovia. Ese asunto siempre lo ha lastimado.En este momento estoy en el departamento con Camilo. Él me dijo que tiene algo importante que decirme. Cuando él me abrió, lo saludé con un beso en la mejilla.—¿Te sientes bien? —preguntó al ver su rostro.—Solo un dolor de estómago. Sabes cómo está Ximena. Me refiero a que en el trabajo está cómoda —respondí.Reí. —Camilo, Ximena es mi mejor amiga. Me estoy encargando de que esté feliz en el trabajo.—Fue muy tonta la pregunta —admitió.—¿Qué puedo esperar de un tonto? —dije.Él rió. —Ya nos llevamos así.—Tú me regañaste cuando lastimé a Ro. Creo que tengo derechos.—Si me alejo, es precisamente para no lastimarla. Ella estará mucho mejor sin mí.—No es algo que tú puedas decidir —afirmé.—No te cité para charlar de Ximena, sino de Ro. Recuerdas que me ofre
En este momento estoy en la empresa, revisando en la computadora unos documentos sobre el dinero que manejaba Ricardo. No soy una experta en matemáticas, pero estoy intentando encontrar algo útil.Quizás pueda encontrar los nombres de los proveedores con los cuales se manejaba. Me dirigí a hablar con la secretaria para que me consiga esos documentos.—Necesito el nombre de los proveedores con los cuales se manejaba Ricardo, los inversionistas que tenía y todos los contratos que ha hecho él —le solicité.—El licenciado Montalbán prohibió que le muestren esos archivos —respondió ella.—Yo soy la dueña de la empresa —dije con firmeza.—Lo siento, señorita Romano, pero mi lealtad está con el licenciado Rodrigo —se disculpó.Me acerqué furiosa a la oficina de Rodrigo. Mi odio solo aumentó cuando lo vi besándose con mi odiosa prima Flavia. Inmediatamente me acerqué a ella y prácticamente la arrastré del cabello.—¡Qué te pasa, mesera! —exclamé.—Eres peor de lo que pensaba. ¿Te enredas con
Elizabeth Romano Llegué a la oficina y me encontré con alguien que pensé que no vería en mucho tiempo, o más bien, que no quería ver por ahora.No olvido que la última vez que nos vimos, me llamó "estúpida y fácil". No permitiré que nadie me trate de esa manera, aunque entiendo que estaba enojado por nuestra pelea y el recuerdo de su novia fallecida.Seguí de largo, ignorándolo por ese hecho y porque no puedo verlo a la cara después de lo que pasó anoche con Rodrigo.Cuando llegué a mi oficina, él se presentó allí como Pedro en su casa.— Necesito que firmes unos papeles —dijo, con un tono impersonal.— ¿Solo me dirás eso? —respondí, tratando de mantener la calma.— No tengo nada que decir. Lo nuestro se acabó, Elizabeth. Es obvio que sigues enamorada del imbécil de Montalbán, y yo no soy segundo plato de nadie. Si algo me sobra es dignidad —me espetó, con desdén.— Lo siento, yo no quise...Él me interrumpió bruscamente.— No digas nada. Solo te advierto una cosa: tú puedes andar de
En este momento, me encuentro en el departamento de Rodrigo, sentada en su regazo, mientras mis labios se entrelazan con los suyos. Hace dos horas que no nos hemos separado. La atmósfera está cargada de pasión y deseo.—No me dirás tu plan —le pregunto, dejando que mis labios recorran su cuello y mordiendo suavemente su piel mientras mi mano baja hacia su entrepierna.Él ríe con una sonrisa traviesa.—No, solo confía en mí, celosa.—Seguro que no me dirás —insisto, intensificando mis caricias.—Detente por tu propio bien. Más que hablar, conseguirás que te lleve arriba y no te permita salir hasta mañana —responde, con un tono que mezcla advertencia y deseo.—Dime —suplico.—Mi ángel, solo confía en mí —susurra con ternura.—Bien, pero no te acostarás con ella, ¿verdad?Él niega con la cabeza.—Lo prometo. Sabes que te amo.—No te creo —murmuro, sintiendo una mezcla de desconfianza y deseo.—Me encantas cuando te pones en tu plan, niña —dice, sonriendo mientras sus labios se encuentran
En este momento estoy en mi casa con Ximena, charlando, o más bien, ella me está reclamando por mi imprudencia. —¡Siempre has sido una chismosa! ¡No sé cómo fue que confié en ti!— Me grita molesta —No le dije nada a Rodrigo. Ella ríe—. Entonces, te leyó la mente, Ellie. Siempre pierdes el control cuando lo tienes cerca. Debí saber que estarías de su lado y no del mío. —Siempre estoy de tu lado, pero no soy la clase de amiga que te dice que estás haciendo lo correcto cuando no es así. Tu hijo tiene todo el derecho a conocer a su padre. Ahora serás madre, Ximena, y debes pensar en lo que es mejor para él.— Espeté —Exacto, es mi hijo y tú no tienes por qué meterte, o yo te diré cómo cuidar a los gemelos. Fuimos interrumpidos cuando Rodrigo y Camilo llegaron a mi casa; el segundo se veía muy molesto. No quise meterme en los problemas de Camilo y Ximena, pero fracasé terriblemente. —Rodrigo, dijiste que no le dirías.— Le reclamé —Dije que tal vez no le diría; además, escuchamos
Me desperté temprano; luego me duché y me vestí con un short vaquero azul y una blusa rosa. Recogí mi cabello por la mitad y luego me maquillé. En cuanto terminé de arreglarme, esperé a que los gemelos despertaran. Primero vestí a Santi, quien estaba más tranquilo. Le coloqué una camisa roja, unos jeans azules y sus tenis. En cambio, a Chris lo vestí con una camiseta azul y jeans blancos. Siempre los visto con las mismas prendas pero con colores diferentes. De todas formas, aunque los vistiera idénticos, yo sé distinguirlos a la perfección. Le pedí a mi madre que les diera el desayuno mientras yo terminaba de preparar el bolso; coloqué unos pañales, ropa extra, mamaderas y un suéter por si refresca, entre otras cosas. —Mamá, de verdad quiero que vayas con nosotros —le pedí. Ella rió. —Ya que presumes que eres una mujer libre para tomar tus decisiones, puedes encargarte tú sola de tus hijos. —Esto es infantil; simplemente no quiero más problemas entre Raúl y Rodrigo —le expl