New York
—Lo sentimos, pero sus servicios en el museo han terminado a partir de hoy.—¿Qué? ¿Pero por qué? —exclamó Anastasia, sumamente preocupada.—Ya no requerimos de sus servicios, cómo se le ha dicho anteriormente, cambiaremos de personal de guía —le dijo el supervisor del edificio.—Eso no es una explicación razonable, deben darme un motivo claro. No pueden reemplazarme así nomás.—No podemos ayudarla en nada. Nos haría el favor de abandonar el edificio ya.Ella quiso seguir preguntando pero los guardias de seguridad la echaron.Se encontraba muy molesta pero a la vez confundida.«¿Por qué sucedió eso?»Anastasia le había dedicado mucho tiempo a su trabajo, nunca tuvieron quejas de ella, ningún reporte o problema alguno, y sin embargo, la estaban echando sin darle una buena explicación.El abrupto final de tres años de dedicación en ese museo no significaba nada para ellos. Sus esfuerzos y su pasión por el arte fueron desechados con frialdad en unos minutos.La despedida fue silente, pero la derrota gritaba en cada rincón de su mente, que todo eso era injusto.Al regresar a su apartamento, el peso de eso posaba sobre sus hombros.«¡Ya no tengo trabajo!» se repetía.La soledad de su espacio se mezclaba con la soledad que ahora habitaba en su corazón.Al dejar la bolsa con sus pertenencias laborales en la mesa, un sonido repentino resonó en el entorno.Se dio cuenta de que se trataba del móvil de su novio.Tomó el aparato en sus manos, la pantalla indicaba una llamada entrante.Podría ser él buscando su teléfono, ya que no recordaba dónde lo había dejado.El número no estaba guardado, decía "desconocido", así que deslizó el dedo para responder.Antes de que dijera algo, una voz melosa se oyó del otro lado: —Bebé, ¿a qué hora vendrás a verme? Estoy desnuda y ansiosa por ti.El corazón de Anastasia latió con fuerza al escuchar esas palabras, incluso dejó de oír esa voz.No creía lo que había oído, inclusive se había quedado congelada por lo ocurrido.En eso el sonido del timbre llamando a la puerta hizo que saliera de su trance.Se tragó el nudo que se había formado en su garganta y caminó hasta la entrada para abrir.De nuevo se congeló, esta vez por la persona que estaba viendo delante suyo.—Hola, hermosa, —saludó su novio, entró al apartamento pasando por su lado. —Olvide algo ayer cuando estuve aquí.Ingresó en la habitación como siempre, buscó por todas partes, sala, cocina y después en el comedor, pero no logró encontrar lo que extravió.—¿Estás buscando esto?El hombre miró hacia atrás y vio el móvil en la mano de su novia y suspiró aliviado.—Sí, eso es, realmente aterrizó aquí —dijo mientras se acercaba a ella, iba a darle un beso, pero ella retrocedió dos pasos. —¿Qué sucede? —inquirió confundido.Ella no dijo nada y presionó en la pantalla para regresar la llamada al número desconocido y después colocó el altavoz.Justo en ese momento, la voz de la mujer en el teléfono volvió a sonar, —Bebé, ¿estás ahí? ¿Por qué no hablas? Te llamé hace un momento, estoy esperándote.—No, bebé… tu amante ahora está ocupado… —le dijo con un tono fuerte y directo a esa mujer sin pensar.—¿Quién eres, te conozco?… —respondió la mujer de la llamada. —Carlos, ¿de quién es esa voz, estás con otra mujer?Anastasia presionó de nuevo la pantalla para cortar la llamada, y había pasado del dolor al enojo.—Así que bebé —pronunció con un tono cargado de ironía, burlándose en la cara de su novio.—No es así cómo lo piensas —alzo sus manos en rendición, tratando de calmar la situación, pero estaba muy lejos de conseguirlo. —Anastasia, hermosa… Yo no quise...Intentó acercarse a ella de nuevo, pero ella lo evadió por completo.—¡No me toques, gusano infiel!—Deja que te explique.—¡No quiero saber nada! ¡Así que no te acerques! —Le señaló con el dedo. Se dirigió a la puerta y le indicó para que saliera de allí. —¡Largo de mi casa!—¿En serio, Anastasia?, ¿no me vas a escuchar?—¡He dicho que te largues! —gritó más alto, sin importarle que los vecinos la oyeran. —¡Te quiero fuera de mi casa ahora mismo! ¡Y también de mi vida!—No puedes echarme así nomás, tenemos que hablar —le dijo, pero camino hasta la puerta. —Te daré tu espacio y después regresaré, ya que estés más tranquila.Se paró fuera de la puerta, casi al ras de ella.—¡No me interesan tus explicaciones, ni hoy ni nunca. Así que ni se te ocurra volver a pararte aquí! —Le lanzó el teléfono, el cual él logró esquivar justo a tiempo, pasó volando por a lado de su cabeza, y se estrelló contra la pared, haciéndose añicos. —¡Hasta nunca maldito infiel! —Por último, azotó la puerta en su cara.Aunque lo había echado de su vida, las palabras de esa mujer seguían impregnadas en su mente, como un recordatorio desagradable.Su novio, su refugio, la persona con la que supuestamente se sintió segura y con la que pensaba formar una familia a futuro, le fue infiel.El dolor, intenso y punzante, la envolvió.Sus manos temblaban mientras contenía las lágrimas en sus ojos, y su mente luchaba por procesar la traición que se desplegaba delante de ella.En tan solo un día perdió su trabajo y a su pareja…Se tumbó en la cama, sintiendo el peso del día sobre sus hombros y el vacío en su pecho.La noche avanzaba, el hambre se había desvanecido con la decepción y la desolación, no le apetecía comer ni hacer nada.“Mañana será otro día”, se repetía en un intento por aferrarse a algo.Cerró los ojos, pero el sueño se resistía a acogerla en su abrazo reparador.Las sombras de su realidad todavía la perseguían incluso en los sueños.Al día siguiente…Cuando sonó el despertador, se levantó rápidamente para vestirse, pero recordó que ya no era necesario madrugar y salir apresurada de casa.Encendió la televisión y se sentó en el sofá.En ese momento, se estaba reproduciendo un anuncio.Europa…Quizás debería irse al otro lado del mundo y olvidar todo esto. Tal vez era una locura ese pensamiento suyo, pero estaba dispuesta a olvidar esa parte de su vida, tenía unos ahorros así que eso no iba a hacer problema para ella.Sin mucha vacilación, marcó el número de teléfono de su amiga y esperó ansiosamente…Una hora después, en la sala de Anastasia aparecieron dos mujeres, sus mejores amigas.—¡Dios! ¡Maldito hombre!, —soltó su amiga Mara. —No te deprimas más por ese desgraciado, olvídate de él. Nosotras te ayudaremos a que lo superes pronto.—Estoy de acuerdo con eso. — puntualizo Lisa, la otra amiga. —Además, eso de viajar a Europa suena muy buena la idea —exclamó, entusiasmada—. Conseguirás despejarte, conociendo nuevos lugares, nuevas personas, y quién sabe, ¡quizás encuentres a alguien más interesante que el idiota de tu exnovio!—¿En serio creen que debería hacerlo? —preguntó Anastasia, mirando a sus amigas en busca de orientación o algo que le dijeran de seguir con su vida cómo hasta ahora o si era mejor buscarse un empleo nuevo. —No sé, chicas, no estoy muy segura, todavía sigo pensándolo.—¡Claro que es buena idea! —dijo Mara, apoyando a Lisa—. Un cambio de ambiente y de personas podría ser justo lo que necesitas para superar todo esto..—Y quién sabe, tal vez encuentres a alguien especial, como un príncipe encantador que te haga olvidar a ese patán infiel. —Lisa insinuó con una de esas sonrisas que solo Anastasia conocía muy bien. —No estaría mal conquistar el corazón de uno.Eso sí era algo descabellado para Anastasia, ¿un príncipe? Como si esos hallarán en cada esquina de Europa, ella no pensaba que eso podía pasar así de fácil, por supuesto que no, y menos le podía pasar a ella.Cardiff, Gales El avión descendió en Cardiff, revelando un paisaje verde que abarcaba la zona de la isla y otra parte salpicada de ríos, creando un panorama hermoso. Las jóvenes dirigieron sus miradas hacia las ventanas, maravillándose con las vistas.Al tocar tierra en el aeropuerto de Cardiff, una mezcla de emoción y anticipación se apoderó de Anastasia. Se sentía nerviosa pero ansiosa por explorar la ciudad. La brisa fresca de Gales les dio una cálida bienvenida, mientras cruzaban el pasillo hacia la sala de espera de la terminal. Lisa sugirió algo que tenía en mente.—¿Qué tal si por la noche nos dedicamos a visitar clubes nocturnos? No perdamos el tiempo y desde hoy hay que ir al primero.Mientras esperaban por sus maletas en la zona de equipajes.—No estoy del todo de acuerdo, no deberíamos salir a ese tipo de sitios tan pronto. —A Mara no le agradaba mucho la idea de ir a clubes —Yo creo que visitar museos, te animaría más —Se dirigió a Anastasia.—¿Estás hablando en serio?
Cardiff, GalesClub nocturno Mientras tanto ese mismo día, pero en la noche, Rhys ingresó al exclusivo club, escoltado por algunos miembros de la guardia real. Su deseo era pasar desapercibido, anhelando una noche para ahogar sus problemas en el alcohol y apartado de todo lo que implicaba deberes. Aunque rodeado de seguridad, la multitud bailaba ajena a su presencia real. Decidió adoptar un casi disfraz, con una gabardina oscura hasta las rodillas, gafas del mismo tono y un sombrero tipo Fedora.Mientras Rhys se abría paso entre la multitud, acompañado por dos hombres de la guardia, desinteresado de su entorno, inmenso en sus problemas que le calcomanía la mente, tropezó con una joven que corría apresurada hacia los baños.Ella, sin percatarse de la figura importante que bloqueaba su camino, colisionó con Rhys, desatando algo caótico. La sacudida del impacto y la velocidad con la que iba la jóven, culminaron en un desastroso desenlace: la camisa del príncipe adornada con los estra
El día siguiente. En una habitación de hotel muy lujosa, Anastasia despertó, desconcertada y mareada. Al abrir los ojos, se percató de que no estaba en la habitación que compartía con sus amigas; esta era una suite lujosa y descomunalmente diferente. La perplejidad la impulsó a incorporarse, y al sentarse en la cama, su cabeza daba vueltas descontroladamente. Desesperada, se llevó las manos a la cabeza en un intento por calmar el dolor, sin embargo eso no iba a sanar su malestar.La realidad la rodeó drásticamente cuando sus ojos se dirigieron a sus manos; un resplandor en su mano izquierda, la llevó a descubrir un deslumbrante anillo de diamantes. La preocupación la invadió y un quejido de sorpresa escapó de sus labios. Un movimiento repentino detrás de ella provocó que la cama temblara, incitándola a ponerse de pie con un brinco y girar hacia la fuente del movimiento.La sorpresa se transformó en alarma al descubrir un cuerpo desnudo bajo las sábanas. Las preguntas sobre la noc
Anastasia sentía que su cabeza daba vueltas, pero solo experimentaba un dolor agudo. La habían puesto boca abajo y sacudido un poco; sumado a la mala noche que había pasado, eso fue lo que provocó su malestar.—¿A dónde me llevan? —continuó preguntando, sin haber permanecido callada desde que la sacaron del hotel. Tenía muchas dudas y no se quedaría en silencio, ni aunque la amenazaran para que lo hiciera. —Si saben que esto es secuestro, los demandaré por ello.Los hombres que viajaban con ella en la camioneta no dijeron nada, hicieron oídos sordos para no caer en sus provocaciones amenazadoras. De todas formas, nada de lo que dijera se podría cumplir; lo de demandar y decir que fue secuestrada nadie se lo creería, y si así fuera, la ley estaba a favor de la escolta real, cosa que ella todavía no sabía.—Si no me dicen a dónde me llevarán, juro que abriré esta puerta y me lanzaré, no me importa si me hago daño o muero en mi intento de escape —insistió ella.Los hombres en la camion
Anastasia se sentó en una de las sillas, observando nerviosa la opulenta sala a su alrededor. No logró concentrarse en nada, ni siquiera ese sitio elegante y lleno de cultura le robaba los pensamientos, ya que estaba más preocupada pensando cómo intentar salir de allí. Las preguntas se agolpaban en su mente, pero antes de que pudiera articular alguna, no pasaron ni diez minutos cuando las puertas se abrieron con majestuosidad. Entró una figura imponente, vestida con ropas que resaltaban su estatus real y su porté elegante; Anastasia fijó sus ojos en esa dirección. El príncipe se acercó con un gesto serio en su rostro, sus ojos profundos y azules estaban de un tono oscuro. Su cabello rubio perfectamente bien peinado, le otorgaba un aire más formal y severo que definía su posición como alteza. Sin embargo, ella se encontraba a cierta distancia y no podía captar todos los detalles del joven, incluyendo su atractivo rostro que Anastasia ya conocía. Cada rasgo de su rostro estaba esculpid
Anastasia continuó buscando desesperadamente una salida, ignorando por completo al príncipe, quien la observaba con una expresión de fastidio en su rostro. Cada vez que intentaba acercarse a ella, Anastasia daba un paso atrás, alegando que no podía aceptar un matrimonio impuesto sin su consentimiento.—No puedo estar casada, ni siquiera te conozco —musitó ella, con la voz entrecortada—. Es inaceptable —repitió con voz firme y furiosa—. No puedes simplemente aparecer de la nada y raptarme para después pretender que me case contigo. No nos conocemos y ni hablar de si estoy enamorada. Esto no tiene sentido y no lo voy a tolerar.El príncipe apretó los puños, luchando contra su creciente enojo. No estaba acostumbrado a que alguien se le resistiera y mucho menos a que lo rechazaran de esa manera. Sin embargo, sabía que no podía mostrarse débil ni perder su compostura.—Este matrimonio es una cuestión de Estado, no es asunto tuyo decidir si lo aceptas o no. —respondió con rudeza—. Yo no te
El joven se encontraba preocupado por su padre, usó una actitud muy distinta a la que había tratado a Anastasia anteriormente. Mientras ella miraba todo con atención y procesaba en su mente las palabras que había dicho el príncipe.Todavía no creía que había escuchado la palabra majestad. El rey ignoró el sermón de su hijo y volvió a ver a la jóven que seguía sentada en la silla, al fondo del salón.—¿Quién es la señorita que te acompaña, hijo? —preguntó con lleno de curiosidad.—Ella es Anastasia, majestad —la presentó, pero en ningún momento volvió a dirigir su mirada hacia ella, tenía sus ojos fijos en su padre. —Es mi esposa.Cuando soltó la noticia, el rey se sorprendió, tanto que comenzó a toser. Él quería eso, pero no esperaba que esa revelación llegará tan pronto.—Anastasia —pronunció el rey después de recuperarse, estaba tratando de recordar el nombre entre las conocidas princesas; sin embargo, no le llegó ninguna a la mente, entonces fue cuando se dio cuenta de que su hijo
La desesperación invadía a Anastasia; se sentía acorralada y sin una vía de escape en esa habitación que le asignaron, la cual era la adecuada para la princesa y futura esposa del príncipe Rhys.El rey tuvo que dar la orden de que su hijo se había comprometido, ocultando el matrimonio espontáneo que habían cometido sin anuncio. Eso no estaría bien visto, ni para el parlamento, y mucho menos para la nación; el pueblo se iría encima de ellos exigiendo explicaciones. Por lo tanto, las cosas se tenían que hacer de la forma correcta. Lo primero era presentar el compromiso y después anunciar la fecha de la boda.Anastasia estaba informada de los últimos detalle, cosa que no le tomo interés. Ella seguía sumergida en su problema, en salir de ese lugar.—Esto puede ser muy bonito, pero eso no quita que sea una enorme jaula en la que me han encerrado —murmuró para sí misma, observando la lujosa y opresiva habitación que la rodeaba.Todavía no se hacía a la idea de que estaba casada con ese chic