El día siguiente. En una habitación de hotel muy lujosa, Anastasia despertó, desconcertada y mareada.
Al abrir los ojos, se percató de que no estaba en la habitación que compartía con sus amigas; esta era una suite lujosa y descomunalmente diferente.La perplejidad la impulsó a incorporarse, y al sentarse en la cama, su cabeza daba vueltas descontroladamente.Desesperada, se llevó las manos a la cabeza en un intento por calmar el dolor, sin embargo eso no iba a sanar su malestar.La realidad la rodeó drásticamente cuando sus ojos se dirigieron a sus manos; un resplandor en su mano izquierda, la llevó a descubrir un deslumbrante anillo de diamantes.La preocupación la invadió y un quejido de sorpresa escapó de sus labios.Un movimiento repentino detrás de ella provocó que la cama temblara, incitándola a ponerse de pie con un brinco y girar hacia la fuente del movimiento.La sorpresa se transformó en alarma al descubrir un cuerpo desnudo bajo las sábanas.Las preguntas sobre la noche anterior comenzaron a retumbar en su mente mientras el hombre se movía de nuevo.—¿Qué hice? ¿Qué pasó anoche? —Murmuró, tratando de asimilar la situación.Al ver el rostro del hombre, reconoció al joven del club, aquel que había vomitado. La incredulidad se apoderó de ella.«¿Cómo terminé así con él?» se cuestionó.Luego de haber recobrado la compostura, la urgencia la impulsó a buscar su ropa, la cuál estaba esparcida por toda la habitación.Cada prenda que encontraba, se la iba colocando, con el fin de escapar pronto de allí.Se vistió con premura, desesperada por salir de esa suite, ni siquiera quería averiguar qué había pasado, ya no le importaba eso, ahora lo único que quería era correr lejos.Una vez vestida, tomó sus zapatos en mano, se alejó de puntillas, abrió y cerró la puerta con cautela.Fuera de la habitación, hizo lo quería hacer, corrió hacia el ascensor, ansiosa por abandonar aquel edificio y dejar atrás lo que sea que haya ocurrido.Aunque no habían quedado recuerdos de la noche anterior, con lo que vio en esa habitación, era más que suficiente para que su mente quedará atrapada en la incertidumbre.*****Le llevó largos minutos dar con el hotel en el que se hospedaba. Ingresó al edificio rápido, sintiendo como si alguien la persiguiera; sin embargo, nadie lo hacía.Cuando llegó a su habitación, se dio cuenta de que no traía su bolso consigo, es más no recordaba si lo dejó en el club o si se lo había entregado a una de sus amigas, su mente estaba completamente bloqueada.Así que llamó a la puerta varias veces.Cuando su amiga abrió, Anastasia pasó sin dar ni una explicación, incluso dejó a su amiga sorprendida, apenas con las palabras en la boca.Al cruzar la habitación, entró al cuarto de baño y allí se encerró por lo que pareció casi una eternidad para sus dos amigas que la esperaban afuera.Luego de ducharse y sentirse un poco relajada, salió de allí. Sin embargo, si mente seguía dándole vueltas a lo que pasó.—Anastasia, ¿dónde estuviste? —preguntó Lisa. —Nos tenías preocupadas, anoche desapareciste de repente y ya no supimos nada de ti.—¿Estás bien? —indagó su otra amiga, preocupada.Anastasia no tenía respuestas, sabía dónde había dormido, pues al despertar a lado de un desconocido lo comprobó, pero no sabía cómo había llegado hasta allí.Las ignoró a ambas y se dirigió a su maleta para sacar un cambio de ropa limpio. Mientras buscaba que ponerse, Lisa miró sus manos y notó que algo brillaba en su dedo.—¡Por Dios! ¿Qué es eso? —dijo mientras se acercaba y tomó su mano, la levantó y la miró más de cerca. Sus ojos se abrieron por completo cuando se fijó en la piedra brillante. —Oh, demonios. ¿Es verdad lo que estoy viendo? ¿Ese es un diamante?Anastasia se soltó bruscamente de su agarre y metió su mano de bajo de su bata de baño.—Es falso —mintió ella. En realidad ella no sabía si lo era o no, pero prefería que así lo fuera, pues no quería meterse en ningún lío o algo que la culparán por un robo.Había pensado quitárselo antes de salir de la ducha, pero su mente estaba obstruida con todas esas dudas que tenía, así que se le olvidó el anillo, ahora no sabía qué pensar o hacer, ¿y si mejor lo tiraba a la basura? Qué importa si era un diamante o no, se desharía del problema una vez lo botará.—Me lo encontré por allí y lo levanté, pero ahora —dijo, se dirigió al bote de basura y se sacó el anillo, lo lanzó y se volvió a su maleta para terminar de vestirse.—¡¿Qué?! ¡Estás loca! —gritó su amiga y corrió a sacar el anillo del bote de basura. —Si no lo quieres tú, me lo quedaré yo.—Como quieras —le respondió ella.Una hora más tarde, Anastasia y sus amigas salieron para ir a comer al restaurante del hotel. Una empleada del lugar, alcanzó a Anastasia en la puerta y preguntó por ella.La mujer le pidió que la acompañara a recepción ya que se ocupaba de una información que faltaba en los datos que le dieron. Anastasia amablemente la siguió, se quedó con sus amigas de alcanzarlas en cuanto terminó.Cuando llegó a recepción, se dio cuenta que estaba cerrada la entrada del hotel y que había muchos hombres vestidos con la misma vestimenta, traje oscuro con corbata.No entendía qué estaba ocurriendo. En el instante que se movió para buscar a la empleada que la trajo hasta allí, dos hombres de esos, altos y serios la rodearon, evitando que diera un paso más.Se quedó congelada observando a los uniformados, mientras planeaba en su mente como salir de esa situación.—Señora, necesitamos que nos acompañe —dijo uno de ellos.Anastasia seguía sin entender nada, ¿por qué se dirigían a ella y por qué le pedían algo como eso?—¿Qué? —pronunció incrédula.—Tiene que venir con nosotros —comunicó el mismo hombre. —Si se opone, terminará yéndose con nosotros de todas formas.—¿Quiénes son ustedes?—Muy pronto lo sabrá —El hombre cortó el espacio para sujetar a la joven del brazo, cosa que no logró ya que ella se zafó antes de tiempo y dio un paso hacia atrás, pero chocó contra otro hombre enorme. —Lo siento, pero si se niega, la llevaremos a la fuerza.—¿Qué? ¿Me van a secuestrar? —soltó alterada.Trató de escapar entre los dos hombres altos, pero ellos eran más, y más fuertes, así que con solo un brazo, uno de ellos la alcanzó y la alzó para subirla en su hombro y llevarla fuera del edificio.Anastasia gritaba y pataleaba, luchando para que no la llevarán con ellos.—¡Déjenme, auxilio! ¡Me secuestran!Anastasia sentía que su cabeza daba vueltas, pero solo experimentaba un dolor agudo. La habían puesto boca abajo y sacudido un poco; sumado a la mala noche que había pasado, eso fue lo que provocó su malestar.—¿A dónde me llevan? —continuó preguntando, sin haber permanecido callada desde que la sacaron del hotel. Tenía muchas dudas y no se quedaría en silencio, ni aunque la amenazaran para que lo hiciera. —Si saben que esto es secuestro, los demandaré por ello.Los hombres que viajaban con ella en la camioneta no dijeron nada, hicieron oídos sordos para no caer en sus provocaciones amenazadoras. De todas formas, nada de lo que dijera se podría cumplir; lo de demandar y decir que fue secuestrada nadie se lo creería, y si así fuera, la ley estaba a favor de la escolta real, cosa que ella todavía no sabía.—Si no me dicen a dónde me llevarán, juro que abriré esta puerta y me lanzaré, no me importa si me hago daño o muero en mi intento de escape —insistió ella.Los hombres en la camion
Anastasia se sentó en una de las sillas, observando nerviosa la opulenta sala a su alrededor. No logró concentrarse en nada, ni siquiera ese sitio elegante y lleno de cultura le robaba los pensamientos, ya que estaba más preocupada pensando cómo intentar salir de allí. Las preguntas se agolpaban en su mente, pero antes de que pudiera articular alguna, no pasaron ni diez minutos cuando las puertas se abrieron con majestuosidad. Entró una figura imponente, vestida con ropas que resaltaban su estatus real y su porté elegante; Anastasia fijó sus ojos en esa dirección. El príncipe se acercó con un gesto serio en su rostro, sus ojos profundos y azules estaban de un tono oscuro. Su cabello rubio perfectamente bien peinado, le otorgaba un aire más formal y severo que definía su posición como alteza. Sin embargo, ella se encontraba a cierta distancia y no podía captar todos los detalles del joven, incluyendo su atractivo rostro que Anastasia ya conocía. Cada rasgo de su rostro estaba esculpid
Anastasia continuó buscando desesperadamente una salida, ignorando por completo al príncipe, quien la observaba con una expresión de fastidio en su rostro. Cada vez que intentaba acercarse a ella, Anastasia daba un paso atrás, alegando que no podía aceptar un matrimonio impuesto sin su consentimiento.—No puedo estar casada, ni siquiera te conozco —musitó ella, con la voz entrecortada—. Es inaceptable —repitió con voz firme y furiosa—. No puedes simplemente aparecer de la nada y raptarme para después pretender que me case contigo. No nos conocemos y ni hablar de si estoy enamorada. Esto no tiene sentido y no lo voy a tolerar.El príncipe apretó los puños, luchando contra su creciente enojo. No estaba acostumbrado a que alguien se le resistiera y mucho menos a que lo rechazaran de esa manera. Sin embargo, sabía que no podía mostrarse débil ni perder su compostura.—Este matrimonio es una cuestión de Estado, no es asunto tuyo decidir si lo aceptas o no. —respondió con rudeza—. Yo no te
El joven se encontraba preocupado por su padre, usó una actitud muy distinta a la que había tratado a Anastasia anteriormente. Mientras ella miraba todo con atención y procesaba en su mente las palabras que había dicho el príncipe.Todavía no creía que había escuchado la palabra majestad. El rey ignoró el sermón de su hijo y volvió a ver a la jóven que seguía sentada en la silla, al fondo del salón.—¿Quién es la señorita que te acompaña, hijo? —preguntó con lleno de curiosidad.—Ella es Anastasia, majestad —la presentó, pero en ningún momento volvió a dirigir su mirada hacia ella, tenía sus ojos fijos en su padre. —Es mi esposa.Cuando soltó la noticia, el rey se sorprendió, tanto que comenzó a toser. Él quería eso, pero no esperaba que esa revelación llegará tan pronto.—Anastasia —pronunció el rey después de recuperarse, estaba tratando de recordar el nombre entre las conocidas princesas; sin embargo, no le llegó ninguna a la mente, entonces fue cuando se dio cuenta de que su hijo
La desesperación invadía a Anastasia; se sentía acorralada y sin una vía de escape en esa habitación que le asignaron, la cual era la adecuada para la princesa y futura esposa del príncipe Rhys.El rey tuvo que dar la orden de que su hijo se había comprometido, ocultando el matrimonio espontáneo que habían cometido sin anuncio. Eso no estaría bien visto, ni para el parlamento, y mucho menos para la nación; el pueblo se iría encima de ellos exigiendo explicaciones. Por lo tanto, las cosas se tenían que hacer de la forma correcta. Lo primero era presentar el compromiso y después anunciar la fecha de la boda.Anastasia estaba informada de los últimos detalle, cosa que no le tomo interés. Ella seguía sumergida en su problema, en salir de ese lugar.—Esto puede ser muy bonito, pero eso no quita que sea una enorme jaula en la que me han encerrado —murmuró para sí misma, observando la lujosa y opresiva habitación que la rodeaba.Todavía no se hacía a la idea de que estaba casada con ese chic
—No saldré de esta habitación —replicó.No quería ser grosera con la joven, la única persona culpable de que ella estuviera allí era del príncipe y de nadie más, si tenía que soltar su furia, sería sobre él, pero por ahora estaba tratando aclarar su mente para así preparar todo lo que le iba a decir en ese momento, nomas tuviera la oportunidad.La sirvienta pareció sorprendida por la negativa de Anastasia, pero mantuvo su compostura y respondió con calma.—Entiendo, alteza. Pero el príncipe ha insistido en que su presencia es requerida en el comedor esta mañana.Anastasia frunció el ceño, sintiendo una mezcla de irritación y nerviosismo. Definitivamente, no estaba acostumbrada, y mucho menos le agradaba que se dirigieran de ese modo a ella. Incluso, tampoco creía que algún día llegaría a acostumbrarse.Estaba dispuesta a enfrentar al príncipe Rhys en cualquier momento, a pesar de que todavía no asimilaba todo lo ocurrido. No le tenía miedo y suponía que una vez lo tuviera enfrente,
Rhys tuvo que contener la ira que comenzaba a surgir en su interior. No estaba acostumbrado a que alguien se le enfrentara de esa manera, mucho menos que una mujer que acababa de convertirse en princesa consorte se atreviera a desafiarlo.«¿Quién se cree que es?», pensó, sintiendo la sangre hervir en sus venas. Pero por mucho que quisiera sacar esa furia contra Anastasia, se obligó a respirar profundamente y a mantener la compostura.—Entiendo que esto pudo haberte tomado por sorpresa, no solo a ti te pasó —dijo, tratando de sonar calmado. La necesitaba, él lo sabía bien, y por eso estaba luchando para mantenerse sereno, sin apartar esa seriedad de su rostro—. Su majestad no está bien de salud, si le damos un disgusto, podría llevarlo pronto a la tumba…Rhys tuvo que guardar silencio antes de revelar más cosas, como el sentimiento de perder a su padre. No podía mostrarse frágil delante de ella, le daría armas para atacarlo, eso suponía él. Ella se giró hacia él, con los ojos llenos de
Anastasia observó a Rhys con incredulidad, horrorizada por lo que acababa de escuchar. Su convicción se fortaleció en ese instante, y sintió cómo la furia burbujeaba dentro de ella.—¡No puedes obligarme a eso! ¡Mucho menos puedes tratar de controlar mi cuerpo y mi vida de esa manera! —exclamó alto, su voz temblorosa pero firme.Rhys frunció el ceño, sus ojos llenos de indignación y frustración. No estaba acostumbrado a que alguien se le resistiera y lo desafiara de esa manera, mucho menos la mujer que se había convertido en su esposa. ¿Qué tenía de malo acostarse con él? Rhys sabía que era demasiado atractivo, nunca antes ninguna mujer se le había resistido, incluso ella tampoco lo había hecho. Tal vez no tenía el recuerdo claro de esa noche que pasaron juntos; sin embargo, ella ya había sido suya y no entendía por qué se negaba a estar con él otra vez.—Es mi deber como príncipe y como heredero de esta dinastía asegurarme de que haya un heredero legítimo. Y es tu responsabilidad com