Anastasia sentía que su cabeza daba vueltas, pero solo experimentaba un dolor agudo.
La habían puesto boca abajo y sacudido un poco; sumado a la mala noche que había pasado, eso fue lo que provocó su malestar.—¿A dónde me llevan? —continuó preguntando, sin haber permanecido callada desde que la sacaron del hotel. Tenía muchas dudas y no se quedaría en silencio, ni aunque la amenazaran para que lo hiciera. —Si saben que esto es secuestro, los demandaré por ello.Los hombres que viajaban con ella en la camioneta no dijeron nada, hicieron oídos sordos para no caer en sus provocaciones amenazadoras.De todas formas, nada de lo que dijera se podría cumplir; lo de demandar y decir que fue secuestrada nadie se lo creería, y si así fuera, la ley estaba a favor de la escolta real, cosa que ella todavía no sabía.—Si no me dicen a dónde me llevarán, juro que abriré esta puerta y me lanzaré, no me importa si me hago daño o muero en mi intento de escape —insistió ella.Los hombres en la camioneta ignoraron sus provocaciones.Al darse cuenta de que nada obtendría de ellos, comenzó a tirar de la manija para abrir la puerta, golpeó los botones e incluso le dio patadas; sin embargo, no tuvo éxito.Lo único que obtuvo fue agitarse.La escolta tenía bien aseguradas las puertas; hasta los cristales de las ventanas eran difíciles de romper.Se necesitaba más que unos golpes de una mujer delgada y de estatura mediana como Anastasia.Furiosa y agotada, se acomodó en el asiento, y cruzó sus brazos mirando fijamente a los hombres de enfrente.Ella estaba pensando en atacarlos por detrás, tal vez ahorcar al que iba como chófer.Había visto muchas películas de secuestros y cómo las víctimas escapaban de sus agresores, pero esto era la realidad, no una película.«¿Y si eso salía mal? Si terminamos estrellándonos o incluso muriendo», ella no se arriesgaría, de ninguna manera.Debía pensar en algo más antes de que ellos hicieran con ella algo que no quisiera hacer. Mientras el coche avanzaba, ella iba maquinando un plan en su mente.«En algún momento tendré una oportunidad y ahí es cuando escaparé»Anastasia observó asombrada el paisaje que se desplegaba ante sus ojos a través de la ventana.A medida que la camioneta se acercaba, se percató de que se dirigían hacia un palacio.Sus ojos se abrieron con fascinación al contemplar el imponente edificio real que se alzaba en medio de un terreno abierto y espacioso, rodeado de exuberantes jardines verdes y arbustos bien cuidados.La estructura imponente del palacio parecía extraída de los relatos de monarquías, reminiscente de los museos que albergaban la rica historia de la realeza y de los que a ella le encantaba investigar.El vehículo se adentró en el perímetro del palacio, revelando más detalles de su arquitectura majestuosa.Las torres altas se alzaban hacia el cielo, mientras que las elegantes columnas adornaban la entrada principal.Anastasia se preguntaba por qué la conducían a este lugar, «¿me van a tiran en un lugar tan bonito?»El misterio del destino de su viaje la envolvía, y la incertidumbre aumentaba con cada segundo que se acercaban al imponente edificio.A medida que la camioneta se detenía frente a la entrada principal del palacio, Anastasia no pudo evitar sentir una mezcla de asombro y nerviosismo; más cuando vio escoltas reales resguardo el sitio, con uniformes ingleses.«¿Qué hacía aquí, para que me han traído?»Las respuestas a sus preguntas aguardaban tras las puertas del majestuoso palacio, sumiendo a Anastasia en una gran preocupación.Mientras la camioneta retomaba el rumbo y pasaba la alta verja, Anastasia se sumergió en la intriga.El vehículo se detuvo luego de rodear unos jardines y el ruido del motor cesó, dejando un silencio expectante en el aire, a excepción del corazón de Anastasia, que latía con fuerza y resonaba claramente.Los hombres que la habían llevado bajaron y le abrieron la puerta con gestos serios, indicando que descendiera.Por supuesto, ella dudó unos segundos. Hasta sus planes de escapar se habían esfumado de su mente, no porque hubiera cambiado de opinión, sino porque el bello paisaje la distrajo más de lo debido.Así que no le quedó más opción que hacer lo que le ordenaron; tampoco podía quedarse en el vehículo.Cuando bajó, se percató de su entorno, buscó zonas de escape, pero era imposible huir. Había vigilancia por todas partes, guardias de la realeza observando como halcones en sus posiciones asignadas.«¿Cómo es eso posible?»Cuando finalmente su cerebro procesó todo, Anastasia emprendió su corrida.Sin embargo, no logró llegar muy lejos, ni siquiera unos diez pasos, pues la habían atrapado de nuevo.Comenzó a patalear y gritar para que la soltaran.—¡Son unos salvajes, suéltenme! —demandó con furia. —¡Los voy a acusar! ¡Esto que hacen conmigo es injusto!En ese momento, una voz firme y resonante interrumpió los gritos y protestas de Anastasia.—Bájenla. —ordenó de inmediato esa voz, el silencio regresó. Un hombre elegantemente vestido la esperaba en la entrada, también portaba un uniforme, pero tipo de un mayordomo, ella no supo adivinar con exactitud. —Su alteza se molestará si se entera de cómo la están tratando.«¿Su alteza?"»Se preguntó sorprendida Anastasia. Incluso se cuestionaba si había escuchado bien, quizás su mente le estaba jugando una pasada debido a que estaba en un palacio real..¿Quién era esa persona y por qué había dicho alteza?Las preguntas se acumulaban en su mente, pero antes de que pudiera formularlas, uno de los guardias la condujo hacia la entrada donde la esperaba ese hombre que mencionaron.El suelo muy pulido resonaba con cada paso que daba, y las paredes parecían cerrarse sobre ella mientras caminaba, a pesar de que las habitaciones eran amplias y solitarias, lo único que había allí eran muebles, adornos, reliquias y más reliquias, era lo único que llenaba el espacio.La condujeron hasta una sala enormemente magnífica, con techos altos y detalles intrincados en cada esquina.El hombre de hace rato atrás, se volvió hacia Anastasia con una ligera inclinación y un gesto serio pero amable.—Tome asiento —le señaló una de las sillas elegantes que hacía juego con una mesa de té, era redonda en tonos blancos y dorados. —Su alteza no debe tardar en venir. Esperé aquí, por favor.Una sensación de angustia comenzó a florecer en el corazón de Anastasia.«¿Por qué seguía pronunciando, alteza? ¿Y a quien se supone que debo esperar?»Anastasia se sentó en una de las sillas, observando nerviosa la opulenta sala a su alrededor. No logró concentrarse en nada, ni siquiera ese sitio elegante y lleno de cultura le robaba los pensamientos, ya que estaba más preocupada pensando cómo intentar salir de allí. Las preguntas se agolpaban en su mente, pero antes de que pudiera articular alguna, no pasaron ni diez minutos cuando las puertas se abrieron con majestuosidad. Entró una figura imponente, vestida con ropas que resaltaban su estatus real y su porté elegante; Anastasia fijó sus ojos en esa dirección. El príncipe se acercó con un gesto serio en su rostro, sus ojos profundos y azules estaban de un tono oscuro. Su cabello rubio perfectamente bien peinado, le otorgaba un aire más formal y severo que definía su posición como alteza. Sin embargo, ella se encontraba a cierta distancia y no podía captar todos los detalles del joven, incluyendo su atractivo rostro que Anastasia ya conocía. Cada rasgo de su rostro estaba esculpid
Anastasia continuó buscando desesperadamente una salida, ignorando por completo al príncipe, quien la observaba con una expresión de fastidio en su rostro. Cada vez que intentaba acercarse a ella, Anastasia daba un paso atrás, alegando que no podía aceptar un matrimonio impuesto sin su consentimiento.—No puedo estar casada, ni siquiera te conozco —musitó ella, con la voz entrecortada—. Es inaceptable —repitió con voz firme y furiosa—. No puedes simplemente aparecer de la nada y raptarme para después pretender que me case contigo. No nos conocemos y ni hablar de si estoy enamorada. Esto no tiene sentido y no lo voy a tolerar.El príncipe apretó los puños, luchando contra su creciente enojo. No estaba acostumbrado a que alguien se le resistiera y mucho menos a que lo rechazaran de esa manera. Sin embargo, sabía que no podía mostrarse débil ni perder su compostura.—Este matrimonio es una cuestión de Estado, no es asunto tuyo decidir si lo aceptas o no. —respondió con rudeza—. Yo no te
El joven se encontraba preocupado por su padre, usó una actitud muy distinta a la que había tratado a Anastasia anteriormente. Mientras ella miraba todo con atención y procesaba en su mente las palabras que había dicho el príncipe.Todavía no creía que había escuchado la palabra majestad. El rey ignoró el sermón de su hijo y volvió a ver a la jóven que seguía sentada en la silla, al fondo del salón.—¿Quién es la señorita que te acompaña, hijo? —preguntó con lleno de curiosidad.—Ella es Anastasia, majestad —la presentó, pero en ningún momento volvió a dirigir su mirada hacia ella, tenía sus ojos fijos en su padre. —Es mi esposa.Cuando soltó la noticia, el rey se sorprendió, tanto que comenzó a toser. Él quería eso, pero no esperaba que esa revelación llegará tan pronto.—Anastasia —pronunció el rey después de recuperarse, estaba tratando de recordar el nombre entre las conocidas princesas; sin embargo, no le llegó ninguna a la mente, entonces fue cuando se dio cuenta de que su hijo
La desesperación invadía a Anastasia; se sentía acorralada y sin una vía de escape en esa habitación que le asignaron, la cual era la adecuada para la princesa y futura esposa del príncipe Rhys.El rey tuvo que dar la orden de que su hijo se había comprometido, ocultando el matrimonio espontáneo que habían cometido sin anuncio. Eso no estaría bien visto, ni para el parlamento, y mucho menos para la nación; el pueblo se iría encima de ellos exigiendo explicaciones. Por lo tanto, las cosas se tenían que hacer de la forma correcta. Lo primero era presentar el compromiso y después anunciar la fecha de la boda.Anastasia estaba informada de los últimos detalle, cosa que no le tomo interés. Ella seguía sumergida en su problema, en salir de ese lugar.—Esto puede ser muy bonito, pero eso no quita que sea una enorme jaula en la que me han encerrado —murmuró para sí misma, observando la lujosa y opresiva habitación que la rodeaba.Todavía no se hacía a la idea de que estaba casada con ese chic
—No saldré de esta habitación —replicó.No quería ser grosera con la joven, la única persona culpable de que ella estuviera allí era del príncipe y de nadie más, si tenía que soltar su furia, sería sobre él, pero por ahora estaba tratando aclarar su mente para así preparar todo lo que le iba a decir en ese momento, nomas tuviera la oportunidad.La sirvienta pareció sorprendida por la negativa de Anastasia, pero mantuvo su compostura y respondió con calma.—Entiendo, alteza. Pero el príncipe ha insistido en que su presencia es requerida en el comedor esta mañana.Anastasia frunció el ceño, sintiendo una mezcla de irritación y nerviosismo. Definitivamente, no estaba acostumbrada, y mucho menos le agradaba que se dirigieran de ese modo a ella. Incluso, tampoco creía que algún día llegaría a acostumbrarse.Estaba dispuesta a enfrentar al príncipe Rhys en cualquier momento, a pesar de que todavía no asimilaba todo lo ocurrido. No le tenía miedo y suponía que una vez lo tuviera enfrente,
Rhys tuvo que contener la ira que comenzaba a surgir en su interior. No estaba acostumbrado a que alguien se le enfrentara de esa manera, mucho menos que una mujer que acababa de convertirse en princesa consorte se atreviera a desafiarlo.«¿Quién se cree que es?», pensó, sintiendo la sangre hervir en sus venas. Pero por mucho que quisiera sacar esa furia contra Anastasia, se obligó a respirar profundamente y a mantener la compostura.—Entiendo que esto pudo haberte tomado por sorpresa, no solo a ti te pasó —dijo, tratando de sonar calmado. La necesitaba, él lo sabía bien, y por eso estaba luchando para mantenerse sereno, sin apartar esa seriedad de su rostro—. Su majestad no está bien de salud, si le damos un disgusto, podría llevarlo pronto a la tumba…Rhys tuvo que guardar silencio antes de revelar más cosas, como el sentimiento de perder a su padre. No podía mostrarse frágil delante de ella, le daría armas para atacarlo, eso suponía él. Ella se giró hacia él, con los ojos llenos de
Anastasia observó a Rhys con incredulidad, horrorizada por lo que acababa de escuchar. Su convicción se fortaleció en ese instante, y sintió cómo la furia burbujeaba dentro de ella.—¡No puedes obligarme a eso! ¡Mucho menos puedes tratar de controlar mi cuerpo y mi vida de esa manera! —exclamó alto, su voz temblorosa pero firme.Rhys frunció el ceño, sus ojos llenos de indignación y frustración. No estaba acostumbrado a que alguien se le resistiera y lo desafiara de esa manera, mucho menos la mujer que se había convertido en su esposa. ¿Qué tenía de malo acostarse con él? Rhys sabía que era demasiado atractivo, nunca antes ninguna mujer se le había resistido, incluso ella tampoco lo había hecho. Tal vez no tenía el recuerdo claro de esa noche que pasaron juntos; sin embargo, ella ya había sido suya y no entendía por qué se negaba a estar con él otra vez.—Es mi deber como príncipe y como heredero de esta dinastía asegurarme de que haya un heredero legítimo. Y es tu responsabilidad com
¿Por qué le había dicho eso? Tampoco le importaba si fuera un buen rey. Rhys la miró con los ojos entrecerrados, suspirando profundamente. Por un momento, pareció dudar de sus palabras. Aunque afirmó que no le interesaba, su expresión sugería lo contrario, y por un instante, Rhys percibió algo diferente en ella. Sin embargo, se aferró a lo último que ella dijo; entonces, su gesto fruncido y su enojo regresaron.—No porque te creas valiente, creerás que puedes hablarme de esa manera. —Volvió a acercarse a ella y clavó sus ojos en los suyos. —No porque seas una princesa ahora, eso te garantiza salvarte de mi tiranía —dijo él, con voz fría y despiadada. —¿Sabes? —susurró, acercando su boca a la de ella como si fuera a besarla, pero eso no sucedió. —Puedo encerrarte, y no en un lugar como este al que has llamado celda. Puedo ser despiadado, Anastasia. Puedo encerrarte en un calabozo frío y oscuro, y dejarte allí durante días, semanas, o hasta que cambies ese carácter desafiante que tienes