¿Sospechosos?«¡Pietro!»El grito de Alessio fue devorado por el sonido de las olas golpeando las rocas al fondo del acantilado. El mar se había tragado el cuerpo de Pietro…—¡Busquen su cuerpo! —ordenó Alessio a sus hombres. Estos se movilizaron con prontitud, lanchas rápidas salieron en la búsqueda y rescate del cuerpo de Pietro Conte, mientras helicóptero de Domenico y su familia aterrizaba en el helipuerto de la mansión procedente de Palermo.—¿Qué es lo que ha sucedido? —preguntó Domenico ante la movilización en masa del personal de seguridad, desde los aires había observado el movimiento de varias lanchas rápidas y lo primero que pasó por su cabeza fue Pietro.Domenico corrió al sótano sin esperar respuesta de su gente, atravesó el jardín y se internó en las oscuras gradas hasta llegar al recinto exclusivo para castigar a los traidores. La ira se abrió paso por su pecho al darse cuenta de que las cadenas estaban abiertas y que su hermano no estaba allí.—Lo siento, señor —dijo e
Bienvenida a la familia Conte Pilar había pensado que había sentido ya todo tipo de dolor y que nada podía compararse a tener una bala metida en su carne, pero dar a luz a un hijo era lo más doloroso que alguien pudiera imaginarse. Quizá no le alcanzaría la imaginación, era como si todos sus huesos fueran apretados al mismo tiempo y estuvieran a punto de romperse y así como llegaba, desaparecía.Contracciones.El doctor le había mencionado todo lo que necesitaba saber, le había dado instrucciones para cuando el momento decisivo llegara, pero ¿Quién su sano juicio podía recordar una serie interminable de recomendaciones mientras su cuerpo era atravesado el dolor? Pilar dudaba que alguien fuese capaz de hacerlo, por lo menos ella no.Todo lo que Pilar deseaba era que su bebé no demorara en llegar y que el médico no demorara en entrar a la sala preparada para la llegada de su bebé, ella no sabía el sexo del bebé porque Domenico y Paolo habían pedido que fuese una sorpresa, así que Pilar
Tres meses después.El avión aterrizó en suelo siciliano el sábado por la mañana, fue custodiado por una veintena de hombres fuertemente armados, mientras escoltaban a la mujer a uno de los vehículos blindados de la organización.—El águila está en el nido, señor —habló uno de los custodios, mientras las camionetas se ponían en marcha con rumbo a la mansión Conte.—¿Todo bien? —preguntó Vittorio detrás de su jefe.—De maravilla, está de camino a casa —aseguró.Vittorio asintió.—Ivana y yo tomaremos las vacaciones que nos has ofrecido—informó—. No está de más recordarte que cualquier cosa que necesites solo tienes que llamar y estaremos de regreso —pidió.—No te preocupes, estoy seguro de que las tormentas han pasado —respondió.Domenico no pensaba que los acontecimientos fueran una tormenta, pero si un ciclón que casi termina con ellos, afortunadamente la situación se había inclinado a su favor y con la muerte de Pietro y la familia Di Monti, una nueva era estaba iniciando.—Sigo ins
La felicidad de la familia Conte Di Monti parecía no tener fin, los días pronto se convirtieron en semanas, meses y años. Vittorio e Ivana habían sido bendecidos con dos hermosos niños a quienes llamaron Ramsés y Zeus. Fue el día que cumplieron su primer añito cuando Domenico les dio la libertad de marcharse bajo la seguridad de la organización, le ofreció comenzar una nueva vida en cualquier parte de mundo con el fin de proteger a sus bebés y pudiera tener una vida normal, como la que él y su familia nunca tendrían. Sin embargo, la respuesta de Vittorio e Ivana fue rotunda, ninguno de los dos aceptó aquella oportunidad de marcharse y dejar atrás el mundo oscuro de la mafia. —Estaremos contigo hasta el final, Domenico —dijo Vittorio, tomando la mano del diablo siciliano y agradeciendo la oportunidad que les estaban brindando. —No van a echarnos con facilidad —confirmó Ivana. Pilar y Domenico se miraron. —Si es su decisión, que así sea —pronunció Domenico, convencido que insistir
PrefacioDomenico Conte observó con semblante serio al hombre sentado frente a él, lo estudio por un breve momento para luego esbozar una ligera sonrisa.—Me hiciste volar desde España, para decirme esto, ¿estás bromeando? —preguntó con tal calma, que el hombre frunció el ceño.—Déjate de juegos, Domenico —le advirtió el hombre vestido tan elegante, como si fuese a asistir a un funeral. —No estoy jugando, padre —aseguró tomando la copa de whisky entre sus dedos y bebiendo un sorbo sin que la mano le temblara. Como si no estuviese hablando con el jefe de la mafia.—Tus asuntos en España, parecen haberte dejado mal —pronunció Alessio poniéndose de pie con la elegancia de una pantera.—No tenías ganas de verte —respondió con frialdad—, y mis asuntos fuera de Italia no deben importarte.—No debería importarme, si no hubiese cometido la imprudencia de secuestrar a una ciudadana española —señaló.El cuerpo de Dominico se tensó en el acto, cogió la copa y la bebió de un solo trago. Recordar
Hasta que la muerte los separe Domenico abrió los ojos para leer el nombre de Pía Zambrano escrito en el frío mármol, la única mujer que pudo amar y a quien perdió. La misma mujer que le dejó un bello y maravilloso regalo del que muy pocos tenían conocimiento y él lo había preferido así. Paolo era su más preciado tesoro, su hijo.—Lamento haberte dejado aquella mañana, Pía —dijo, acariciando el frío yeso—. Volví por ti, sin embargo, lo hice demasiado tarde —se lamentó.Domenico Conte no se había perdonado y no se perdonaría jamás que su abandono condenara a Pía a casarse con un hombre al que no amaba y la convirtió en una mujer distinta a la jovencita que él había conocido.De aquella mujer únicamente quedó el recuerdo, cuando volvieron a verse Pía lo miró con tal desprecio y odio que él no pudo decirle la verdad sobre su hijo.—Papá —la voz de Paolo le hizo girarse.—Dime.—¿Por qué tienes que irte de nuevo? —preguntó.—¿Cómo sabes que voy a marcharme?—Te escuché hablar con el abue
«Te prometo que te haré pagar por esto».Aquellas palabras fueron un mantra en la cabeza de Pilar Di Monti durante las horas que duró la fiesta y la acompañaron durante el trayecto al hotel, donde pasarían su noche de bodas.Pilar echó un vistazo al semblante serio de su marido, apartó la mirada tan rápido como pudo para evitar que él se diera cuenta de que lo observaba.La joven se preguntaba ¿Cómo diablos fue a terminar precisamente en los brazos del hombre de quien escapaba? Quizá era cosa del destino, realmente había sido una tontería desafiar a su padre de aquella manera tan abierta. Ennio no era un hombre que se fuera por las ramas y lo había dejado muy claro el día que se presentó en su casa y la obligó a venir con él, hasta ese momento Pila no tenía conocimiento de sus verdaderos orígenes, su madre nunca le habló de su padre y menos de lo terrible que podía ser. Pilar jamás se hubiese imaginado que por sus venas corría sangre siciliana y mucho menos se imaginó ser la hija de
Domenico caminó por los pasillos de la empresa, mientras recibía las felicitaciones por su reciente matrimonio, tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano por mantener la sonrisa en su rostro, al fin y al cabo, ninguna de esa gente tenía la culpa de lo ocurrido. No podía decir lo mismo de la mujer que caminaba detrás de él con una sonrisa tatuada en el rostro.—¿Se puede saber qué es lo que te causa tanta gracia? —preguntó una vez que estuvieron en la seguridad de su oficina.—¿Qué tiene de malo que sonría? —preguntó y añadió—: ¿no es lo mismo que tú hacías mientras saludabas a tus empleados?Domenico apretó los dientes con tal fuerza que su mandíbula se marcó de manera pronunciada, dándole un aspecto rudo. Aunque Pilar pensaba que eso era imposible.—No intentes pasar la línea entre nosotros, Pilar. Te lo he dicho antes y te lo repito, no eres nadie en mi vida —juró.—Lo has dejado tan claro como el agua, Domenico. Por lo que no comprendo tu necedad de repetírmelo —lo encaró Pilar.—Quie