Menos mal no se encontraba Sandra, porque en este estado quien sabe qué hubiera hecho, jamás la golpearía, pero las palabras también hieren. La ira me consumió, solo era el ego masculino herido y no porque se encuentre besando con otro hombre. ¡Era por la burla en la que caí quién sabe desde cuándo!
En mis manos tenía las pruebas de todo, el puto dinero gastado de mi tarjeta de crédito, ese que por castigarme con lo sucedido entre Maju y César, el mismo que era para arreglar el apartamento de su mamá, luego cuando César la confrontó me dijo que la perdonara por la mentira, pero las cosas eran para el apartamento del novio de su mamá.
Por estar enferma a punto de morir quería complacerla, ¡y como marica caí! Yo le pagué la remodelación al amante de mi esposa. —La ira me estaba cegando—. Seguí mirando el resto de los papeles. Descubrí la mentira en la enfermedad de mi suegra, ella solo tenía muchas deudas y por miedo salió huyendo para evitar que la mataran, por eso se vino a vivir a la casa de su hija.
¡Claro! Aquí tenía al marrano de Alejandro. Debía darme yo mismo el premio al PENDEJO HUEVÓN del siglo. Mi celular sonó, no contesté, eran las cuatro de la mañana, volvió a sonar y al mirar era Carlos.
—¿A qué llamas?
—César te ha estado marcando desesperado. —ahora seré el hazmerreír de mis amigos—. Alejo, todo se soluciona, piensa en Ernesto, no cometas una locura.
—¡He sido un completo pendejo! —grité.
—¡Alejandro! —Era Cesar—. Mira, Jenaro dijo que investigó algo para ti y no era nada bueno lo encontrado referente a tu mujer, espero que me lo digas algún día. Viejo, tienes amigos y te apreciamos, un hijo que te necesita y adora, piensa con cabeza fría. Uno de tus mejores amigos es el mejor abogado de Colombia, Socorro, una leona en un juzgado en casos familiares, ellos te podrán representar…
—¡Soy un puto cornudo quién sabe desde cuando!, y ¡le pagué la remodelación al amante de Sandra!
Ni siquiera merece que le diga mi mujer. César se quedó callado, la ira fue subiendo. Esto era la prueba de que el karma existe.
—Sal de esa casa o le digo a Jenaro que tumbe la puerta para sacarte, con rabia puedes agredir a Sandra. —No sé si llegue a eso, pero en este momento quería matarla—. Estoy hablando con Jenaro. ¡Sal ya de esa casa!
—No voy a salir, voy a esperar a esa…
Y llegaron los benditos principios inculcados por mi madre, no puedo gritarle las palabras que deseo, después de todo era la madre de mi hijo.
—Lo siento amigo, te pago el daño de la puerta.
Escuché el estruendo en la parte inferior de la casa. Saqué las fotos con su amante, las puse en la cama, también el último chequeo médico de la señora Rita hace un año, y el de hace quince días. Al salir de la habitación, mi suegra y Mercedes salieron de sus habitaciones y llegaron al pasillo, asustadas. Más se asustó la señora Rita al percatarse de mi presencia. Jenaro llegó al pasillo corriendo.
—Mercedes, empaca tu ropa, la de mi hijo y la mía, por favor. En lo que encuentres, si no caben en la maleta, busca bolsas, cajas, lo que sea, nos largamos de esta casa.
—Pero señor…
—No te quiero gritar Mercedes, cumple con lo pedido, por favor, ahora.
No tenía idea como logré controlarme, todo el cuerpo me temblaba, de imaginarme lo que esa… hacía con mi tarjeta de crédito, ¡sí que fui un güevon!
—¿A dónde te llevas a mi nieto y dónde se encuentra Sandra? ¡¿Qué le hiciste a mi hija?! —Me reí, debo parecer un loco. Le entregué mi celular.
—Llámela, muy seguro debe estar con Mauricio Salcedo, ¿cierto?
Al menos me llevaré la satisfacción de su rostro, de asombro y terror de la cacatúa. Al rato, mientras miraba a Rita, analizando su nerviosismo, se le cayó el numerito. Mercedes dejó dos maletas con las cosas de mi hijo.
—Jenaro, ¿me ayudas, por favor, con las maletas?
—Si señor.
Mercedes ingresó en mi recámara, comenzó a guardar la ropa, por lo rápido que lo ha hecho debe estar embutiendo la ropa.
—¿No va a llamar a su hija?
Me le acerqué, la mujer retrocedió, no me di cuenta en qué momento llegó Jenaro. No perdono engaño, yo jamás le he sido infiel a una mujer, podemos estar en problemas, son embargo se deben cerrar los ciclos para iniciar un nuevo camino.
—Señor Alejandro.
Muy seguro mi expresión corporal demostraba agresividad, no iba a pegarle a una vieja, si falto a un juramento y más a la promesa realizada a mi madre lo haría con Sandra. Sería a la única si llego a hacerlo.
—Mejor no la llame, que se siga revolcándose con su amante.
Le di un puño a la pared de la entrada al cuarto de mi hijo, me jodí la mano en donde tenía la argolla matrimonial. Pero ni eso me hizo sentir alivio. La señora Rita tembló de susto.
» Si llega en este momento, tal vez salga directo a una cárcel. —En ese instante mi hijo se apareció en el pasillo.
—¿Papi dónde está mi, cars?
Me imagino que su peluche de carro lo guardó Mercedes, mi hijo a diferencia de Casparín habla muy bien desde los tres años, solo una que otra palabra complicada la decía enredada. Era menor que Samuel, pero hablaba entendible para su edad.
—Ven hijo, nos vamos.
—¡Estás casado con mi hija!
—¡Desgraciadamente!, cometí el peor error de mi vida al casarme con ella. Dígale que nos vemos en un juzgado si no me firma el divorcio por las buenas en esta semana, de lo contrario con las pruebas que tengo la puedo dejar sin nada o con lo básico.
—Ernesto, mi amor, ven con tu abuela. —El niño corrió a mis piernas. Primero muerto, antes que dejar el niño con tales hienas.
—Señor, su ropa se encuentra lista.
—Jenaro ayuda a Mercedes, ahora ve por tu ropa, nos vamos.
—Lo que estás haciendo se llama secuestro. —Dios, si existes, dame paciencia, «no reveles nada», me dijo esa voz interior.
—No se preocupe, yo regreso una vez deje al niño en un lugar seguro, quiero saber cuánto se demora en regresar a la casa, «la señora», muy seguro, usted la llamará, apenas salga, espero que el tenerla escondida en mi casa con el fin de que no la encuentren sus cobradores la mantenga callada. Porque yo sí tengo un sinnúmero de pruebas contra ustedes.
No tenía idea de donde me sale el cinismo, después de todo aquí supe que ya no sentía nada por Sandra, nunca la he amado, en un principio creí hacerlo… «Te llegó el karma», no quiero pensar, no pienses en eso Alejandro, porque sale el dolor, y recordarla duele, virginia siempre duele.
—¡No tienes consideración! ¡Vas a ser el culpable de mi muerte! —En serio la vieja se pasaba.
—Usted va a ir presa por chantaje emocional, engaño y robo, menos mal que tengo todos los recibos que yo pagué por su supuesta enfermedad.
La mujer se puso pálida, me reí, mi historia quedó para una comedia de la televisión colombiana. «El marrano», deberían ponerle ese nombre.
» Lo sé todo.
Bajé las escaleras con mi hijo en brazos. Mi carro se quedó en Melgar. Jenaro terminó de guardar las cinco maletas, cuatro bolsas, la ventaja era que no tenía nada de trabajo en la casa, mis planos permanecían en la oficina. Mercedes cargó al niño, se sentó en la parte trasera con maletas, me senté al lado del copiloto, las manos seguían temblándome.
—¿A dónde señor?
—Al apartamento de César, mientras consigo otro después de divorciarme, no sea que termine dándole el 50% de ese también.
La mano me dolía, la miré y la tenía hinchada, intenté sacarme el anillo, pero me dolió demasiado. Jenaro condujo, no en dirección al apartamento, me sorprendió verlo aparcar al frente de la iglesia del barrio—. Jenaro, no te pongas con…
—Vi lo mucho que la banca detrás de ese portón le ayudó a al señor César.
Tanto él como Maju han insistido en que sería bueno hablar con el cura de la parroquia. Pero hoy no estaba para eso. Comencé a negar.
» Vengo en una hora, espéreme, dejo a la señora Mercedes y al niño.
—Eres mayor que yo, no me digas, señora. —contestó Mechas.
—Señor Alejandro, con la cabeza caliente, no puede hacer nada más que el ridículo y cometer el peor error de su vida.
—El error ya lo cometí. Jenaro, yo no soy tan creyente a…
—Es solo una banca y un árbol. Cálmese en ese lugar, luego hable con sus amigos, ya vienen. Las señoras se quedaron con los niños. El señor David le trae su carro junto al señor Carlos y en el otro viene el señor César con señor Deacon.
—Ya veo, mis cuernos se volvieron universales.
—Yo no he dicho nada, solo que tuvo problemas con su esposa. Desahóguese. En una hora lo recojo. —Vaya inicio de año.
Bajé del carro más porque necesitaba quedarme solo que por escuchar una misa. Me dirigí al portón, iban a ser las seis de la mañana, vi la banca, al lado de un gran árbol. Era un bello jardín, adoquines que dirigían el camino evitando averiar el pasto.No tenía idea porque me encontraba aquí aguantando frío, debería estar esperado a Sandra para que en la cara me diga la verdad. Sin embargo, al cerrar los ojos, lo primeros que me viene a la cabeza era la mirada de asombro de Virginia… Todos los días de mi vida he lamentado haberla perdido. Después de los dos meses de haberme casado se instaló una eterna tristeza en el alma y supe que era por haberla perdido.Y hoy la vida me restregó el gran error cometido. Como se justifica que me iba a casar con la mejor mujer del mundo y terminé con ella para casarme con una… otra. —apreté las manos en un puño y el dolor de la mano izquierda me alertó de que debía de tener algo fisurado.—¿Quiere un poco de café? —miré al señor con un pocillo en su
Miré a otro lado para evitar que salieran las lágrimas, no puedo llorar, no era el lugar donde me permito hacerlo. Estos años solo en la habitación que compartía con ella era donde podía hacerlo. Del resto en ninguna parte.—El llorar no te hace menos hombre, no muchacho. Tu caso es el de muchos colombianos, se encuentran marcados por el machismo irracional. Dejan ir buenas mujeres, cometen atrocidades por ese errado concepto donde las mujeres son quien deben hacerlo. Olvidando el que todo ser humano tiene derecho a tener, hacer y buscar su felicidad.—Fui a terapia por un tiempo, casi un año, tardé tres para comprender lo que me había pasado. Lo que usted dijo es la cruel realidad. Y ayer…—¿Con lo de tu esposa?…—No padre. Lo de Sandra me es indiferente. Mi ira es porque ayer me encontré con mis exsuegros, la relación con ellos era tan especial. Pude sentir lo mucho, ellos extrañan mi compañía y eso me tiene con sentimientos encontrados. Pude conversar un rato con la madre de Virgin
Eros no me dejó sola desde mi llagada en la mañana, mi pequeño pródigo. Sí, porque mi hijo era un niño genio. A sus casi seis años, ahora en enero los cumple, ya sabía a la perfección cinco idiomas, aparte del árabe, su idioma natal, en el último estudio realizado su coeficiente intelectual de doscientos dieciséis. Por eso asiste a una escuela especial, y puede que muy joven ingrese a una universidad, pero él ha dejado en claro que no quiere eso.Siempre responde; «nací para que todo sé de a su tiempo mamá». Lo que dicen los especialistas era que él les enseñaba a ellos. Si, ha demostrado un interés muy grande por la medicina. Aun así, mi hijo no deja de ser un niño. Y desde hace poco más de un año tiene una obsesión con el mundo espiritual de los ángeles.—¿Ya estás bien mami?—Tengo al mejor futuro médico cuidándome.Su sonrisa era una copia de su padre, como dicen en mi tierra, hijo negado sale pintado. Aunque él no fue negado, fue ocultado y salió duplicado.—En nueve días. —Me pu
Seis años atrás…Ingresé a la oficina bastante sudada, el calor en Santa Marta era insoportable, menos mal el aire acondicionado mantenía el lugar fresco. Era una extraña mezcla entre rolo y costeño. Me encanta la gastronomía de la costa, la gente, la tierra de mi mamá, pero no soporto el calor, eso sí, me encantaba pasar las vacaciones en Montería, donde mis padres tienen la finca.—Arquitecta la llamó su novio. —sonreí al escuchar eso. Tomé el celular y vi que tenía cuatro llamadas perdidas.—Gracias, Yanira, tráeme un rico jugo de lo que encuentres con mucho hielo, me estoy deshidratando. —mi secretaria asintió y salió. Mi novio contestó.—Hola, Belleza. —adoro a este nombre.—Hola, amor, ¿cómo vas?—Muy bien, mi madre llega la otra semana a entregarme la herencia de don Orjuela.La relación de Alejo con su padre nunca fue la mejor, hace años murió su padre, pero tenía la percepción de que fue un alivio en su vida, aunque él no quiera, tenía mucho de su progenitor en versión mejora
Hice puchero como si él me pudiera ver, esperaba la maleta, tenía en la mano el bolso y una caja con las invitaciones y el regalo.—No, pero necesito hablar contigo.—Yo también y por eso estoy recogiendo la maleta, en dos horas debo estar en el apartamento. —Se quedó callado—. ¿Pasa algo, amor?—Nada, solo necesito hablar algo muy importante.—Yo también, lo mío es bastante importante. ¡Ya no veo la hora de verte!—Bien, nos vemos en un rato. —A Alejo lo sentía raro. Tomé la maleta, tomé un taxi y recibí llamada de Maju.—Hola, Virginia. —Dios, mi matrimonio será como el de mi amiga, lleno de amor, de respeto, de armonía.—Hola, Maju.—¿Cuándo regresas? Recuerda que estás próximo a tu matrimonio y has dejado a Alejo mucho tiempo solo.—Lo sé. Te informo que ya renuncié, tengo las tarjetas de mi boda en la mano y ya no me separaré del amor de mi vida.—¡Esa es una gran noticia! ¿Nos vemos mañana? Fernanda quiere mirar que falta, queremos ayudarte.—¿Y Patricia?, ella tiene muy buen gu
En el presenteMis amigos vinieron por mí, cuál culicagao, pero en el fondo los necesitaba, era primero de enero del 2019. Ahora entiendo por qué le gustaba a César hablar con el padre, más certero no pudo ser, me dijo la verdad en la cara. En ese entonces me sentía inferior a esos magnates que podrían deslumbrarla. Era evidente que más de uno quedaría prendado de la belleza de Virginia y ahora se veía más hermosa. Íbamos en el auto; Carlos y César. Miré la mano, estaba bien hinchada, me dolía.—¿Todo bien, Alejo? —César miró la mano—. Debes revisarla, la tienes hinchada. Afirmé.—Lo único bueno es la charla con el padre, del resto es una mierda completa. Y mañana voy a que me revisen. —Ese señor es increíble, ¿quieres hablar?—Quiero beber. —Carlos me miró por el retrovisor y César giró de nuevo su cabeza para analizarme—. ¿Me acompañarían?—Desde la universidad no bebo al desayuno. —comentó Carlos—. Aunque puedo sacrificarme, además Fernanda quedó muy bien cuidada en Melgar.—¿Cóm
Me eché a reír, volvía a tener el vaso lleno, no eran ni las ocho de la mañana y ya iba en el segundo trago. Miré a mi mejor amigo.—Veía tu matrimonio feliz, Fernanda se había enamorado por fin, planeaba su boda. Mis mejores amigos lo habían logrado, yo ya no podía echarme pa’ atrás, debía sacar adelante el matrimonio y enamorarme de Sandra.» Con el paso del tiempo ella unas veces se comportaba derrochando amor, otras veces indiferente, luego histérica y terminaba consintiéndome. Eso nada me importaba, en realidad, aparenté de la puerta hacia afuera que éramos un buen matrimonio, ella se llevaba bien con mis amigas, saben que al inicio nadie la aceptó y mientras no hubiera infidelidad, podría mantener la relación, bajo el respeto.—El matrimonio nunca es fácil. —comentó César—. Todos saben por lo que pasé. La diferencia es que María Joaquina y yo a pesar de todo nos amamos. ¿Cómo viviste seis años y casi siete meses con una mujer la cual no amabas? Recuerdo que me dijiste que dejast
Carlos esperaba una respuesta de mi parte, negué y ellos estaban expectantes. —Nunca la acepté, sigue a nombre de mi madre, cuando ella muera pasará a mí por ley, aunque apenas me divorcie la vieja Elsa me la entregará feliz. En su momento se lo entregué a ella, solo administro y es mi madre me paga un sueldo. —¡Eres mi ídolo! —comentó José Eduardo. —Carlos, necesito divorciarme, ya. —En ese momento llegaron Mercedes, Jenaro y mi hijo con las bolsas del mercado. —Papiiii —Ernesto corrió hacia mí, lo cargué—. Mechas me compró choclolatinas. —Esa era una de las pocas palabras que no pronuncia bien—. ¿Tío César Samuel no viene? —Más tarde. —Le dijo su padrino, le di un beso en el cachete. —Anda ve a jugar en tu nuevo cuarto monito. No hablen, por favor, y Carlos, volvamos a hacer lo mismo de hace un momento. Llamé a Sandra. La muy estúpida contestó un poco agitada, una vez más Carlos grababa la conversación. —¿Otra vez? El nuevo año te trajo muy melancólico. —¿Tú crees? —Fui seco