Seis años atrás…Ingresé a la oficina bastante sudada, el calor en Santa Marta era insoportable, menos mal el aire acondicionado mantenía el lugar fresco. Era una extraña mezcla entre rolo y costeño. Me encanta la gastronomía de la costa, la gente, la tierra de mi mamá, pero no soporto el calor, eso sí, me encantaba pasar las vacaciones en Montería, donde mis padres tienen la finca.—Arquitecta la llamó su novio. —sonreí al escuchar eso. Tomé el celular y vi que tenía cuatro llamadas perdidas.—Gracias, Yanira, tráeme un rico jugo de lo que encuentres con mucho hielo, me estoy deshidratando. —mi secretaria asintió y salió. Mi novio contestó.—Hola, Belleza. —adoro a este nombre.—Hola, amor, ¿cómo vas?—Muy bien, mi madre llega la otra semana a entregarme la herencia de don Orjuela.La relación de Alejo con su padre nunca fue la mejor, hace años murió su padre, pero tenía la percepción de que fue un alivio en su vida, aunque él no quiera, tenía mucho de su progenitor en versión mejora
Hice puchero como si él me pudiera ver, esperaba la maleta, tenía en la mano el bolso y una caja con las invitaciones y el regalo.—No, pero necesito hablar contigo.—Yo también y por eso estoy recogiendo la maleta, en dos horas debo estar en el apartamento. —Se quedó callado—. ¿Pasa algo, amor?—Nada, solo necesito hablar algo muy importante.—Yo también, lo mío es bastante importante. ¡Ya no veo la hora de verte!—Bien, nos vemos en un rato. —A Alejo lo sentía raro. Tomé la maleta, tomé un taxi y recibí llamada de Maju.—Hola, Virginia. —Dios, mi matrimonio será como el de mi amiga, lleno de amor, de respeto, de armonía.—Hola, Maju.—¿Cuándo regresas? Recuerda que estás próximo a tu matrimonio y has dejado a Alejo mucho tiempo solo.—Lo sé. Te informo que ya renuncié, tengo las tarjetas de mi boda en la mano y ya no me separaré del amor de mi vida.—¡Esa es una gran noticia! ¿Nos vemos mañana? Fernanda quiere mirar que falta, queremos ayudarte.—¿Y Patricia?, ella tiene muy buen gu
En el presenteMis amigos vinieron por mí, cuál culicagao, pero en el fondo los necesitaba, era primero de enero del 2019. Ahora entiendo por qué le gustaba a César hablar con el padre, más certero no pudo ser, me dijo la verdad en la cara. En ese entonces me sentía inferior a esos magnates que podrían deslumbrarla. Era evidente que más de uno quedaría prendado de la belleza de Virginia y ahora se veía más hermosa. Íbamos en el auto; Carlos y César. Miré la mano, estaba bien hinchada, me dolía.—¿Todo bien, Alejo? —César miró la mano—. Debes revisarla, la tienes hinchada. Afirmé.—Lo único bueno es la charla con el padre, del resto es una mierda completa. Y mañana voy a que me revisen. —Ese señor es increíble, ¿quieres hablar?—Quiero beber. —Carlos me miró por el retrovisor y César giró de nuevo su cabeza para analizarme—. ¿Me acompañarían?—Desde la universidad no bebo al desayuno. —comentó Carlos—. Aunque puedo sacrificarme, además Fernanda quedó muy bien cuidada en Melgar.—¿Cóm
Me eché a reír, volvía a tener el vaso lleno, no eran ni las ocho de la mañana y ya iba en el segundo trago. Miré a mi mejor amigo.—Veía tu matrimonio feliz, Fernanda se había enamorado por fin, planeaba su boda. Mis mejores amigos lo habían logrado, yo ya no podía echarme pa’ atrás, debía sacar adelante el matrimonio y enamorarme de Sandra.» Con el paso del tiempo ella unas veces se comportaba derrochando amor, otras veces indiferente, luego histérica y terminaba consintiéndome. Eso nada me importaba, en realidad, aparenté de la puerta hacia afuera que éramos un buen matrimonio, ella se llevaba bien con mis amigas, saben que al inicio nadie la aceptó y mientras no hubiera infidelidad, podría mantener la relación, bajo el respeto.—El matrimonio nunca es fácil. —comentó César—. Todos saben por lo que pasé. La diferencia es que María Joaquina y yo a pesar de todo nos amamos. ¿Cómo viviste seis años y casi siete meses con una mujer la cual no amabas? Recuerdo que me dijiste que dejast
Carlos esperaba una respuesta de mi parte, negué y ellos estaban expectantes. —Nunca la acepté, sigue a nombre de mi madre, cuando ella muera pasará a mí por ley, aunque apenas me divorcie la vieja Elsa me la entregará feliz. En su momento se lo entregué a ella, solo administro y es mi madre me paga un sueldo. —¡Eres mi ídolo! —comentó José Eduardo. —Carlos, necesito divorciarme, ya. —En ese momento llegaron Mercedes, Jenaro y mi hijo con las bolsas del mercado. —Papiiii —Ernesto corrió hacia mí, lo cargué—. Mechas me compró choclolatinas. —Esa era una de las pocas palabras que no pronuncia bien—. ¿Tío César Samuel no viene? —Más tarde. —Le dijo su padrino, le di un beso en el cachete. —Anda ve a jugar en tu nuevo cuarto monito. No hablen, por favor, y Carlos, volvamos a hacer lo mismo de hace un momento. Llamé a Sandra. La muy estúpida contestó un poco agitada, una vez más Carlos grababa la conversación. —¿Otra vez? El nuevo año te trajo muy melancólico. —¿Tú crees? —Fui seco
Eros se encontraba en compañía de Liza, su nana y profesora a la vez; como Eros era un niño tan exigente, requería de mucha atención. Por eso me vi en la obligación de contratar personal muy capacitado en diferentes áreas para que le enseñara algo más. Cuando tenía tres años, lo tenía en varios cursos porque en mi escaso entendimiento me estaba volviendo loca.Por eso Ezio me recomendó contratar a una mujer calificada en varias artes para que le enseñara, en este país había mucha demanda. Liza era francesa, con cuarenta y cinco años, viuda con un hijo, vive con nosotros hace casi tres años. Licenciada en pedagogía infantil con énfasis en pintura y manualidades, aparte era quien lo llevaba a los diferentes cursos.Le ha enseñado varios idiomas. Eros se encariñó mucho con ella, era mi mano derecha para con mi bebé y lo adoraba, que era lo importante.Ha sido una gran aliada en la batalla de criar a un genio. Cuando no llegaba la empleada, y si llegaba temprano, yo cocinaba o ella lo hac
Seis años atrás…Tenía una semana encerrada en el cuarto después de la ruptura con Alejandro, solo lloraba y dormía. Fernanda y Maju me visitaban a diario, pero no había nada que me sacara de la depresión. Me era imposible creer que todo hubiera acabado. Hasta que Fernanda salió con sus célebres discursos.—¡Ya me tienes mamada Virginia con esa actitud perdedora! ¿Qué mierda lloras? ¡Mírate en un espejo! Acaso no ves lo hermosa que eres… Mándalo a comer mierda y restriégale otro por la cara.—No jodas…—¡Voy a joderte hasta que saques ese culo de la cama y encares a uno de mis mejores amigos!, a ese idiota el cual parece haber perdido el cerebro.—¡Él ya no me ama!—¿Y?, al menos encáralo, pídele una verdadera razón para que dejes de rebanarte la cabeza pensando en; fue culpa mía. —hizo una mala imitación de mi voz. Fue a mi closet, tiró un par de ropas a la cama.—No voy a ir a ninguna parte.—¡Ah!, ¿no?Salió de la habitación, a los veinte minutos regresó, me sacó de la cama a punta
Seis años atrás…Ezio a diario insistió en que debía decirle al padre de mi hijo de su existencia. Tal fue la su insistencia que, a mis siete meses, decidí excusarme con no poder por mi estado y ninguna aerolínea me aceptarían en los siete meses.—Virginia, ¿ese es tu problema?—¡No puedo viajar! —tomó el teléfono, llamó a su capitán.—En una hora llegará al hangar mi mano derecha, debe viajar a Bogotá, Colombia, por favor lleva a un médico ginecólogo y a una enfermera… perfecto. —¡detesto a los magnates! Todo lo solucionan con dinero—. Quita esa cara, ya mismo puedes viajar, solucionado.—No tengo para pagar ese vuelo exclusivo.—Es mi regalo de Navidad.Ezio me miraba con su cabello blanco muy bien peinado, su nariz prominente y esos ojos verdes llenos de sabiduría, al ver a Bastián su hijo me puedo hacer una idea de cómo fue mi jefe en su juventud.» No hagas esperar al capitán.Llegué a las nueve de la mañana, durante todo el viaje la pasé pensando en cómo me iba a presentar ante