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Capítulo 2: Boda por Obligación

En la comida se escuchaban las pláticas de todos los preparativos que ya habían hecho para el gran día y al finalizar la comida, la princesa Helena fue llevada por su madre y la reina Prats a una habitación para que escogiera su vestido de bodas y así comenzar con los preparativos prenupciales para el día siguiente.

Por su parte Antonio fue regañado por su padre ya que él si noto los gestos que este presento ante su prometida, lo cual se podría considerar una falta de respeto... el castaño acepto ese regaño y pidió perdón hacia su padre y rey, para luego retirarse e ir con su amada Diana; a quien siempre veía en una habitación especial que se encontraba escondida dentro del propio castillo, donde siempre que se veían hacían el amor.

- Diana...te quiero pedirte algo – hablo el castaño mientras se recostaban en la cama y sentía como ella se acomodaba sobre su pecho, a la vez que le daba un beso en los labios.

- Dime Anton... - hablo ella sonriéndole de forma coqueta.

- Quiero que seas mi amante – hablo entre serio y triste buscando verla a los ojos y la tomaba de la mano - mi plan era hacerte mi amada esposa, pero mi padre me negó ese derecho y peor... ya tienen a la elegida para ese puesto...pero yo solo te amo a ti por eso te hago esta petición egoísta de que te quedes conmigo pese a que este casado – declaro seguro de sus palabras.

Diana acepto el trato que le proponía el castaño, ya que ella pensó que había perdido su oportunidad de ser la soberana del reino al enterarse del compromiso de su amado, pero como amante seguiría al lado del castaño, por lo que, si jugaba bien sus cartas y lograba embarazarse primero, ella podría volverse la esposa legitima.

Tras esa pequeña charla siguieron disfrutando de su última noche libres; por su lado, Helena fue sometida al ritual especial que se le hacían a los omegas para estar arreglado para la boda y la noche de bodas.

A la mañana siguiente ella ya estaba luciendo un hermoso vestido blanco con detalles en encaje del mismo color creando una imagen de pureza, mientras que su cabello fue recogido en una trenza y adornado con una tiara de oro la cual sujetaba el velo.

- Vamos Helena, hija cambia esa cara - menciono Aurora, quien estaba terminando de acomodar el velo de su hija y notaba la mirada triste que ella tenía.

- ¿Y qué cara debo poner? cuando me acaban de vender por un poco de tierra… madre – contesto algo molesta y triste.

- Sabes que es por tu bien.

- ¿Cuál bien?, el que ahora este en esta prisión, donde no soy nada y solo será un mero adorno más de este lugar – reclamo enojado la joven princesa.

- Algún día entenderás que es por tu bien – menciono un poco triste y molesta la mujer, mientras salía de la habitación dejándola sola para que se calmara.

Por su lado algo similar sentía el castaño al verse ya arreglado con su traje negro formal con toques dorados y detalles en los hombros, en su cadera reposaba con un cordón plata su espada y en su cabeza relucía su corona que lo identificaba como príncipe de Prats.

- Hijo...esto es por el reino y por tu bien, así que espero trates bien a tu esposa – le indico Joel al verlo ya arreglado.

- Yo quería casarme por amor y no por compromiso, deseaba vivir un amor como el que madre y tu viven... pero ahora lo dudo – indico este frunciendo el ceño.

- Tu madre y yo fuimos esposos por compromiso, al principio nos odiábamos… pero al conocernos y tratarnos descubriendo nuestras personalidades y gustos, donde terminamos enamorados – explico el mayor sonriendo suave ante ese recuerdo mientras se acercaba a su hijo para darle unas palmadas a su hombro en señal de apoyo - sé que algún día lo entenderás y comprenderás porque tome esa decisión... – hablo un poco triste al ver la actitud de su hijo.

Pese a la negativa de ambos, ellos se encaminaron a lugar donde se llevaría a cabo la ceremonia.

Justo en ese momento Erik fue a buscar a su hija, donde notaba que ella caminaba con algo de lentitud, pero no le prestó atención a eso ya que él había tomado la decisión de aliarse a los Prats con un matrimonio arreglado.

Al ingresar al salón se podía ver el lugar lleno de nobles de ambas naciones, quienes serían los testigos de la unión de los jóvenes príncipes a la vez que eso demostraba la unión entre dos reinos, dos grandes naciones.

Al estar enfrente al castaño, este tomo la mano de la omega para así girarse a ver al sacerdote; quien dio inicio a la misa alegando lo hermoso de la unión entre dos seres que se amaban... aunque eso no fuera el caso, pero él lo desconocía; donde cada palabra que le decía provoca un eco en la cabeza de los involucrados hasta llegar a esa parte donde la tención creció...

- Ahora princesa Helena Franco ¿acepta como esposo y alfa al príncipe Antonio Prats? – pregunto el sacerdote mirando a los ojos a la omega.

- ... – ella alzo su mirada para ver al sacerdote, pero en eso miro de reojo a su padre, quien le veía de forma atenta al notar que tardaba en contestar haciendo que ella solo hiciera una mueca - si... – contesto de forma suave, pero con algo de tristeza en sus palabras, aunque ese sentir fue ignorado por todos.

- Y usted príncipe Antonio Prats ¿acepta como esposa y omega a la princesa Helena Franco?

El castaño miro de reojo hacia atrás, más específicamente a los asientos de los invitados donde estaba sentada su amada... le dolía porque él siempre pensó que estaría celebrando esa ceremonia con ella a su lado, pero las cosas no fueron así y solo le quedaba continuar.

- Acepto – dijo serio sin emoción alguna maldiciendo su destino, pero jurando que pese a todo no amaría a esa mujer que estaba desposando y jamás la tocaría.

- En ese caso, los declaro alfa y omega, majestad puede besar a su princesa – indico el sacerdote sonriéndole.

Antonio asintió y por primera vez ambos príncipes estaban nerviosos: ella porque ese era su primer beso y el alfa por miedo a que Diana lo odiara; el alfa tomo con suavidad el mentón de ella para acercarse notando que sus miradas se conectaban para luego unir sus labios en un simple y suave beso sellando así su matrimonio.

Lo curioso es que sencillo beso había hecho que las mejillas de ella se tiñeran de un suave color rojo, pero este desapareció rápidamente al ver que su ahora esposo miraba con dolor y tristeza a una omega noble que estaba entre los invitados... le dolía, sabía lo que era ser privado de algo; pero en su defensa ese era un matrimonio obligado, donde ella no podía opinar ni oponerse sobre la situación.

Igual, ese toque le había agradado al alfa del castaño... algo curioso y extraño ya que eso creaba algunas dudas en su mente, pero rápidamente las sacudió de su cabeza recordando que él amaba a alguien más.

Cuando estuvo la declaración del sacerdote todos en el reino Prats celebraron la unión, pasando a la gran fiesta que se había organizado en honor a los príncipes. Fiesta en la cual no participo mucho la princesa ya que fue llevada a su nueva habitación para esperarle y pasar la noche de bodas; al estar en la habitación fue ayudada para cambiarse y prepararla para esperar a su esposo. Al estar lista todos se retiraron y la dejaron sola, donde ella se quedó sentada en la orilla de la cama esperando, aunque internamente deseaba que él jamás apareciera y consumara el matrimonio.

Justo tras pasar unas horas las puertas de la habitación se abrieron notando que su ahora esposo era arrojado al interior de la habitación por 2 personas que no conocía.

- Lo siento mucho – susurro Javier: un chico de piel clara, cabello corto color plateado y ojos color esmeralda, quien lucía un traje de guardia.

- Lo siento Anton – hablo apenado Oliver: un chico de piel morena, cabello corto color negro y ojos color miel, quien igual portaba un uniforme de guardia.

Ambos chicos cerraron la puerta con llave detrás suyo para asegurarse que su amigo no se escapara; ante esa acción el castaño chasqueo la lengua notando que ella ya había sido arreglada y tenía su atuendo para la noche de bodas... algo que hizo que solo hiciera una mueca mientras se colocaba de pie y sacudía el polvo imaginario de sus ropas.

- Yo no quiero estar aquí, me obligaron... porque ya sabes es la intimidad, pero tu solo serás mi esposa en título porque yo no te deseo... y supongo que tu piensas igual – menciono hablando más para el mismo que para entablar una conversación con ella, mientras le daba la espalda buscando algo para cambiarse de ropas y ponerse su bata para dormir - así que por ahora no te marcare, ni tendremos relaciones... eso se dará hasta que sea necesario o porque mis padres me presionen para que les dé un nieto – opino aburrido.

Obviamente esas palabras confirmaban las sospechas iniciales de Helena: solo sería útil para el asunto del heredero, un pensamiento que le hizo sonreír de forma amarga "usada hasta ser necesaria", mientras recordaba esas crueles palabras y ahora se sentía estúpida y sucia por las ropas que llevaba puestas en esos momentos.

Debido a eso ella busco usar las sábanas de la cama para cubrirse ya que se sentía ridícula con ese atuendo que le habían colocado deseando poder usar ropa normal para cubrir su cuerpo o volver a ponerse ese vestido que tenía antes.

- Por cierto, supongo que hablas ¿no? – siguió hablando el castaño girando para verla a los ojos - habla con libertad hasta que yo diga que te calles.

- Entonces ¿cuál es el objetivo de que hable? si al final me mandaras a callar – contesto con amargura Helena - y me alegra saber que al menos en eso pensamos igual porque jamás te amare y gracias por tu nobleza de no tocarme – menciono de forma sarcástica buscando colocarse de pie cubriendo su cuerpo con las sábanas para acostarse en el sofá que había en la habitación ya que en esos momentos deseaba estar lejos de ese alfa.

Ante sus palabras y actitudes Antonio le prestó atención a ella, ya que de alguna forma extraña le había gustado ese comportamiento provocando que sonriera de lado, mientras buscaba acercarse al sofá donde se habia recostado.

- El objetivo de hablar es simplemente conocer lo que piensas – indico mientras se paraba frente a ella – y aunque no lo creas odio que crean que los omegas no tienen sentimientos y siempre deben de callar y hacer lo que digamos nosotros; pienso que es una jerarquía del asco donde nadie toma en cuenta los sentimientos... – opino mirándola a los ojos - y sabes "lo de mi nobleza", es gracioso ya que nadie me había hablado con tanta insolencia como tú, ni siquiera mis amigos los traicioneros que me lanzaron aquí por órdenes del rey al saber que me escapaba – le conto donde busco cargarla aprovechando que estaba recostada en el sofá, notando que le miraba con atención y se notaba algo molesta al ver que la regresaba a la cama que supuestamente debían compartir - si no dormimos juntos, tú y yo estaremos en problemas con los reyes, diremos que nos dio vergüenza hacerlo y lo dejaríamos para cuando estuviéramos listos ¿te parece? – le pregunto mientras la recostaba en la cama ya que sabía que las mucamas le informarían de todo a los reyes y no estaba para soportar otro sermón.

- Supongo que no queda de otra, pero no te atrevas a hacer nada extraño - le amenazo para luego acomodarse en la cama dándole la espalda, ya que en esos momentos solo deseaba llorar por lo que estaba pasando e igual sintiéndose muy sola. 

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