38. PELIRROJA MADURA

TRINITY

Mi voz sonaba como si me hubiese tragado una patata de lo nerviosa que estaba, salía como un pitido ahogado.

—Tienes las manos frías como una rana —July, reguindada a mi brazo, me susurraba, riéndose de mí.

Le devolvía la risa nerviosa y el estómago retorcido de la ansiedad.

Ella estaba acostumbrada a los lujos, pero yo no, y mi mirada vagaba por el alto techo lleno de pinturas clásicas, todo aquí gritaba familias de dinero, poder y gloria.

A través del largo pasillo desolado, forrado en una alfombra azul prusia, lleno de repisas de trofeos y altas lámparas colgantes, llegamos hasta unas puertas dobles de madera.

—Adelante —la Sra. las abrió y Juliana entró como perro por su casa.

Se notaba la confianza por todos lados, yo entré medio cohibida, estirando mi chaqueta corta y tratando de dar una buena imagen.

—¡Vero!

—¿Ahora soy Vero, mocosa? ¿Desde hace cuánto no vas a mi manada a verme? —una mujer muy elegante de cabello rubio se levantó desde atrás del imponente escrit
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