TRINITY Aguzaba el oído y nada de los pasos de Nathan, me dio tiempo a sacar la copia como 100 veces. Un poco frustrada y admito que con algo de cabreo, salí con la hoja en la mano hacia su oficina. Las cortinas estaban echadas, toqué la puerta y nadie me mandó a pasar, lo volví a hacer hasta que abrí por mi cuenta. —Lo lamento, Sr. Langford, aquí está la co... — no había nadie en su oficina. Fui a la de mi jefa y tampoco, la mini cafetería y el baño, vacíos. Toda mi emoción y calentura enfriándose de golpe. —¿Qué pretendías, ilusa, que vendría a rogar a tus pies, que se muere por volverte a poseer? — de repente, algunas inseguridades me asaltaron. ¿Y si era pésima idea presentarme hoy en el sitio de encuentro para la reunión? ¿Y si a Nathan eso no le gustaba y me hacía la humillación del siglo? Tal vez me estoy creyendo demasiado importante. —No, no, nadie paga todo ese dineral por la hija de alguien que no le importe y July me dijo que le gustaba, lo sé, se excitó,
TRINITY —Bien, aquí estamos —Mónica apagó el motor del auto cerca de la compañía—. Tomaste esa tanga que ni se te ve entre las t***s de las nalgas. —Cuando te conocí, lucías tan seria, si hubiese sabido lo guarras que eres no sería tu amiga —puse los ojos en blanco mirando a su cara de disfrute. Parecía ella la que se pasaría el fin de semana follando como coneja. —Sé que me amas babe, no lo niegues y cuando uses esto con tu macho, me vas a amar más —se inclina y saca una bolsita negra de la guantera. La voy a abrir con curiosidad, pero me detiene. —No, lo miras luego, te va a encantar, pillina —me guiña un ojo. —Qué pervertida eres —pero me lo guardo en el bolso porque es obvio que Mónica ha tenido siempre más acción y experiencia que yo en cuanto a relaciones sexuales. Nos despedimos, y bajé mi pequeña maleta de cabina del maletero. Eran pocos días, tampoco llevaría un súper equipaje. Agité la mano despidiéndome de Mónica y caminé hacia la entrada de la empresa donde
TRINITY—¿Qué hace aquí, Srta. Miller? —me preguntó fríamente, parado a menos de un metro de mí. —Su secretaria me dijo que hubo un imprevisto y que necesitaba ayuda —respondí, sacando de mi bolso las carpetas.— Aquí tengo todo lo del proyecto de Atlantic Bites. Le enseñé las hojas intentando que no notase el temblor en mis dedos y mi voz contenida.—¿Hay algún problema con que esté aquí? —le pregunté cuando miró a los informes y luego levantó la vista y se me quedó viendo fijamente. No sé qué pasa por su cabeza, su ceño fruncido no me gusta. —Señor, si me permite entrometerme, sabe que soy muy competente, me sé de memoria el proyecto “Nieve” y en el camino puedo estudiarme este de Atlantic Bites, no es necesario dos secretarias. Esa mujer montada en esos zancos gigantes de zapatos se había acercado, haciéndose la más capaz, pero puedo ver sus intenciones de arpía. Yo también me puedo estudiar su maldito proyecto “Nieve”, aunque no tengo ni idea de qué se trata. Me tengo que m
TRINITYMaldit4 letra, realmente ahora mismo lo que necesitaba era una conga. Me quedé callada de repente y caí en cuenta de que seguro estaba torturando al pobre chofer con mis cantos de vaca loca. —Ay por Dios, perdóneme, me debió haber mandado a callar, es que soy como un loro recargable —me pongo la mano en la boca y lo miro. Él solo está sonriendo divertido. —La verdad es que estuve tentado a ponerme los tapones para los oídos que tengo en la guantera —responde y me mira por un segundo que nos detuvimos en el semáforo. Estoy más roja que un tomate, pero de repente comienza a reírse bajo, sé que me está tomando el pelo y yo también sonrío intentando salir de mi momento depre. —Mi hija dice que canto como una sirena, pero yo creo que es como una sirena de Cuba —agrego y nos echamos unas risas.El hombre me habla también de su hija, que para mi completa sorpresa estudia en “La Guardia”, una escuela de arte en New York. —¡En serio, yo estudié ahí cuando era más joven! —le digo
TRINITY La verdad es que Nathan le dio una mirada mortal. —James, creo que acabo de meterte en problemas, lo lamento —le susurro avergonzada mientras caminamos por las frías calles de Bridgewater. —Tranquila, el Sr. Langford tiene un temperamento difícil como todos los Alfas, pero en realidad no es mala persona —me dice alzando los hombros — Más bien, wow, nunca he visto a ninguna mujer plantarle cara así y menos una humana, las neoyorquinas son peligrosas. — Ni te lo imaginas - intento aligerar la atmósfera y sonreímos un poco. — ¿La Srta. Stone es una mujer loba, cierto? - no puedo evitar interrogarlo un poco. —Sí, es una Omega, ella era la secretaria del Alfa de la manada y ahora parece que trabajará para el Sr. Langford —me responde. —Ah, ok —le dije secamente. Recuerdo que Nathan se irá en algún momento, que solo está de paso en esta empresa. La Srta. Stone será la mujer que estará a su lado todos los días cuando Juliana se canse de jugar a ser la secretaria.
TRINITYMis dientes capturan su labio inferior y lo muerdo hasta probar el sabor a hierro de su poderosa sangre. Lo odio y lo deseo, tengo rabia, alcohol en sangre y fuego en la vagina. Mi mano se cuela dentro de su pantalón para sacar de su bóxer esa gruesa polla que comienzo a zarandear, a menear arriba y abajo.Su presemen se escurre entre mis dedos y me ayuda a masturbarlo con urgencia. Nathan resopla y gruñe ronco, agarra mi cabello por detrás de mi cabeza con furia y me obliga a aceptar sus besos enloquecidos, profundos, a punto de cortarme el aliento. No le importa que le destroce la boca, él se deja y más bien parece que mi rudeza le encanta.—Aaahh —gimo bajo cuando rasga sin miramientos mi panti y jala con brusquedad mi braguita sexy dejando mi sexo al descubierto.—Levanta las piernas abiertas y aguántate las rodillas —me ordena implacable, tomando mis piernas y abriéndome por completo.Las rodillas flexionadas, los tacones negros en el borde de la encimera de mármol.M
TRINITY—Mírame bebé, solo mírame, mmm joder… esos ojos esmeraldas me matan… Comenzó a penetrarme de nuevo sensual mientras calentaba mi oído, sus caderas ondeaban sexis, me tentaban en cada deliciosa penetración y me hechizaban a decir que sí.—Espera, cariño, mmm… quiero hacer algo por ti, sshhh… espera, Nathan… —me incliné hacia su oído, aguantando con todo los deseos crecientes de mi cuerpo.Resistiendo el palpitar de esa cosa jodiéndome bien rico.—Déjame montarte, mi Alfa, muero por ser yo quien te lleve a la cima esta vez.Lamí su oreja y chupé con fuerza su lóbulo, escuchándolo gruñir como un lobo en celo para al fin asentir.Bajé mi mano y tomé la base de su pene, lleno de restos viscosos y pecaminosos, para sacarlo de mi cachonda entrada.Ambos respiramos agitados sobre la boca del otro.Chupó mis labios y le toqueteé la polla, apretando el enrojecido capullo entre mis dedos, formando un círculo apretado para masturbarlo, mientras me ayudaba a bajar de la encimera, sin dej
TRINITYNo sé cómo resultaría esta locura, Nathan me iba a matar en cuanto lograra subirse los pantalones y caminar con la soberana erección que le dejé.Yo obtuve mi orgasmo y lo que le suceda a su polla tiesa, depende de cómo se comporte en el futuro.Si elige a la Srta. Tetona para bajarse la calentura, entonces, este fue mi premio de despedida y chao para siempre.Si se porta bien y a pesar del cabreo que debe tener, me escoge a mí, quizás y solo quizás, le dé su premio de consolación luego.En las cercanías del estacionamiento y entre las sombras de la esquina me limpié un poco las plantas de los pies que las tenía congeladas y me puse los zapatos de tacones.Me cerré mejor la camisa y la falda, el fresquito me entraba entre las piernas, ahora con un hueco en mis partes íntimas, pegajosas y llenas de sustancias.Ni una toallita húmeda me pude pasar y ahora no me atrevo a meterme en otro baño o capaz y Nathan me embosque de nuevo.Aspiré profundo, me ajusté con rapidez una coleta