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La propuesta de Jean Carlo.

Anabella, quedó completamente impactada, por las palabras que su padre le había dicho escasos segundos, >> ¿casarse ella con Jean Carlo?, con ese italiano arrogante y prepotente<<, no estaba procesando de manera adecuada, esperaba que lo que su padre le acababa de decir fuese una broma de mal gusto, en verdad lo esperaba. 

¿Es una broma de mal gusto verdad? — pregunto de manera incrédula la chica, mirando a su padre con los ojos abiertos como platos, el silencio que reinaba la casa comenzaba a sentirse incomodo y parecía que el ambiente podía ser cortado con un cuchillo. Gerald Connor se encontraba pálido, pero al parecer se encontraba tranquilo y satisfecho por la solución que hace unos instantes le había tocado a la puerta de su biblioteca. 

No Anabella,no es una broma, Jean Carlo, nos ofrece un buen acuerdo y una solución bastante aceptable, piénsalo — hablo su  padre, Gerald —tú te puedes casar con él, por el tiempo que diga el contrato, tendrás dinero y lujos, los lujos a los cuales siempre has estado bastante acostumbrada — le hablo el padre con bastante buen tino. 

Pero yo no soporto a Jean Carlo, bastante odioso y nunca le he simpatizado lo suficiente para que haga una propuesta de esa índole, ¿por qué quiere casarse conmigo? — ella no se explicaba los motivos del italiano y mucho menos el motivo por el cuál su padre había aceptado tal disparate. 

“minutos antes” 

Buenas tardes, Gerald — hablo Jean Carlo con amabilidad al hombre que se encontraba sentado detrás del escritorio, mi padre me informo de tu situación y lo que ha sucedido, vengo para apoyarte — la voz de Andollini era suave y educada — tú me conoces, Gerald, sabes qué soy soltero y estoy en edad de contraer matrimonio, y yo siempre he amado a Anabella, es la mujer de mis sueños — Andollini miro el retrato que se encontraba situado en el escritorio — desde que era una niña, tú lo sabes, siempre la quise, la quiero desde ese entonces, yo amo a tú hija y no quiero que sufra ninguna carencia, igual sé que concluyo su carrera, solo que en estos instantes ninguna empresa la contratará; investigaran quien es su familia, todo, y al ver que ustedes se encuentran en la bancarrota, eso hará que se complique la situación. 

¿crees que no logre encontrar trabajo? — hablo Connor con tristeza en su voz — ¡maldición!, yo no quería eso para ella, para mi Annabella — el señor Gerald Connor miro el retrato de su hija, tan bella y dulce, pero sobre todo inteligente — Jean Carlo, ¿A dónde quieres llegar?, por favor, dimelo de frente — pregunto el hombre. 

Jean Carlo saco un cigarrillo y lo encendió para comenzar a fumar, sus ojos se fijaron en el hombre que tenía frente a él — a lo que quiero llegar Gerald, es que me quiero casar con tú hija, quiero que Anabella sea mi esposa, y a cambio pagare todas tus deudas, mi empresa las absorberá — Andollini miro expectante a Gerald Connor, quien puso su mano sobre la barbilla y pensó en todo, en las deudas, en que su hija no conseguiría trabajo en alguna empresa, o inclusive dando clases, y eso le preocupo y le dolió. 

¿casarte? — pregunto el hombre — pero, mi Anabella, no se encuentra enamorada de ti — Connor miro con incertidumbre al hombre — no creo que acepte. 

Será un contrato comercial, ella misma lo puede redactar, ella pondrá las condiciones, yo pagaré todo, y si en un año no logro que me ame tanto como yo la amo a ella, la dejaré libre, con una buena cantidad de dinero para ella, y con tus empresas libres de deudas, pero en una de esas clausulas, será que tu esposa entre en una clínica para poder tratar su problema de ludopatía — sentencio el hombre con voz clara y firme. 

Me parece muy bien,solo queda una cosa convencer a Anabella — dijo Gerald Connor. 

No te preocupes, lo lograremos — hablo con autosuficiencia Andollini, mientras apagaba el cigarrillo en un cenicero de cristal que se encontraba sobre el escritorio de fino roble, mientras suspiraba al ver retrato de Anabella. 

“de regreso al momento presente” 

No me veas así, Anabella — retomo la conversación el padre de la joven quien lo seguía viendo con los ojos abiertos como platos, la noticia sobre un posible matrimonio con el odioso de Jean Carlo. 

¡Escuchame,Anabella! — le dijo el padre en tono enérgico — nuestra situación es buena, y por los antecedentes de nuestra familia en estos momentos — se le atraganto la saliva y sus ojos se pusieron unas cuantas lágrimas, no podía creer que esto fuera a suceder. 

¿Qué pasara? — cuestiono la joven abogada a su padre — yo puedo trabajar, puedo meter mi currículo a algunas empresas, me pagaran bien, con eso puedo apoyarlos, a ti y a mi madre, no tengo motivo para casarme con Jean Carlo — la chica expreso con enojo a su padre. 

La abuela Connor había escuchado la solución de su hijo para los problemas financieros de la familia; y en verdad no era tan mala, el joven Andollini siempre se había encontrado enamorado de su pequeña Annie y esta, aunque no lo reconociera igual del espectacular italiano, así que juntarlos no sería tan mala idea que se llevará a cabo ese matrimonio. 

Las noticias de nuestra situación ya deben de haber corrido por todas las empresas, la problemática por la cual nos encontramos así, el problema de juego de tú madre y que ella falsifico mi firma e hizo uso de muchos de nuestros recursos, todo eso hará que nadie te quiera contratar — hablo Gerald Connor quien miraba a su hija con dolor. 

¿Cómo? — hablo la joven — no te creo, yo no me pienso casar — la joven miro a su padre con odio y miro al hombre que iba saliendo del despacho con un celular en la mano — ¡TÚ!, ni creas que me casaré contigo, yo no aceptare esas cosas, no soy un negocio ni una transacción — la chica se encontraba muy molesta, y salió de la propiedad, miro a su alrededor y comenzó a llorar con enojo.

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