Anabella regreso a su casa con cara de fastidio, en verdad el sentimiento de frustración era bastante grande y se comenzaba a sentir desgastada, las inmensas ganas de llorar se estaban acumulando, pero casi suelta más lágrimas en el momento en el cual vio que su madre se encontraba quejándose de no poder salir, ella quería jugar, ir a apostar a Atlantic city o jugar en el sitio web de apuestas.
Ahora por culpa de los errores de tú padre, no puedo divertirme, es más creo que no tenemos dinero para comprar cosas, caeremos en desgracia — se quejaba amargamente la mujer mientras bebía de su copa de vino tinto, era tal el grado de embriaguez que tenía que no le importaba que se encontrara vestida en bata de casa; Anabella miro a su madre con pena, su abuela se encontraba en su habitación al parecer se encontraba cansada y un poco furiosa por ver a su nuera en tal estado, era totalmente vergonzoso que actuara de tal manera, y más cuando en el interior sabía que era su culpa que se encontraran en tal situación.
¡Quieres dejar de hablar mal de mi padre?— le dijo la joven a su madre, en el rostro de ella podía verse realmente el enojo hacía su madre— él siempre ha procurado a su familia, a tí, a mí, a mí hermano, pero sobre todo siempre ha cumplido cada uno de tus caprichos como lo que es tú maldito vicio del juego— le dijo con furia,— y me retiro a mi habitación realmente me duele la cabeza y quiero descansar—subio a su habitación necesitaba estar a solas y pensar, sobre todo pensar mucho.
Anabella tomo su computador, no se lo habían podido llevar ya que lo traía en el coche, y comenzó a buscar otros empleos en su área de especialidad, pero no encontraba ninguno, nunca pensó que eso pasaría de esa forma, una semana atrás su vida era perfecta, ese trabajo era casi suyo, ahora por los problemas familiares no lo consiguió; un plan b era aceptar la plaza de profesor en el colegio privado donde estudio la preparatoria, pero para ella eso era un fracaso, regresar a ese lugar, después de haber terminado con una excelente oferta de trabajo en derecho mercantil.
¡MALDICIÓN! — se encontraba realmente furiosa, no sabía que hacer, miro todo a su alrededor, era la casa de su abuela, ella había pasado muchos momentos felices en ese lugar, salvo que ahora se encontraba ahí sin saber que hacer o que rumbo llevar, quería sacar las lágrimas solo que no daría el gusto a nadie de verla derrumbarse, eso nunca lo haría ella era Anabella Connor, su orgullo y carácter nunca permitiría que eso sucediera.
¿que haré, que haré?— decia con desesperación
Alguien toco a la puerta de su habitación, era un toquido suave y tranquilo, y la voz que provenía de afuera, pertenecía a su abuela, quien la llamaba de manera relajada
Pequeña — hablo la abuela desde afuera — sé que ya te encuentras en casa, anda abre la puerta y vamos a conversar un momento, necesitas sacar todos tus pensamientos — la mujer se escuchaba tranquila.
Pasa abuela, se encuentra abierto — respondió la joven mujer dejando de lado su computador y su celular, la abuela entro a la habitación de la joven y sonrió al ver que su nieta se encontraba ya ahí — ¿Qué quieres abuela?, perdón — se disculpó por el tono mal educado que acababa de utilizar en contra de la mujer.
Es que me siento desesperada por la situación, hoy fue a la entrevista de trabajo, se suponía que me lo iban a dar, era la firma del contrato o algo así me dijeron — la voy de la chica se escuchaba triste y frustrada — yo quería que todo saliera de manera diferente, ¿Por qué tiene que pasar esto?, ¿Por qué no embargaron esta casa?, no creo que nuestra situación financiera se encuentre tan mal, tú lo debes de saber, abuela — Anabella miro a su abuela de manera suplicante, ella siempre sabía todo o al menos lo más importante que acontecía dentro de su familia.
Mi pequeña, yo solo sé lo que tú padre me ha contado, la bancarrota de la empresa y que los acreedores se han quedado con la mayor parte de los bienes que se encontraban a su nombre — la señora Connor hablo acerca de eso — todo el trabajo de años de tu abuelo, tu padre, se fueron al diablo por malos manejos, pero tú no te preocupes, pequeña, saldremos de esta — le dijo la abuela en tono tranquilo y seguro — confió en tus habilidades y en que tomarás la decisión correcta — la anciana le dio una pequeña palmada en la mejilla — vamos a cenar , además no te debes de preocupar por tu situación financiera, en cuanto cumplas los treinta — hizo una pausa grande — si en cuanto tengas treinta recibirás tu fideicomiso, y no es nada pequeño.
Anabella , asintió en señal de estar de acuerdo con su abuela, necesitaba tomar una copa de vino, así que se levantó de la cama donde se encontraba sentada y acompaño a su abuela al comedor.
La comida fue silenciosa por parte de los otros miembros de la familia que se encontraban ahí, Gerald Connor se encontraba con los ojos sumidos y llenos de ojeras, Nadine Connor, la madre de la chica se encontraba muy pensativa mirando su celular, al parecer se encontraba en una página de apuestas y se encontraba perdiendo lo poco que le quedaba en su cuenta personal.
Anabella miro con preocupación a su madre, ella necesitaba un tratamiento de manera urgente, vio los ojos hundidos de su padre, y la fragilidad de su anciana abuela, sabía que tenía que hacer algo, o actuar de alguna manera, por la mañana iría al colegio privado, vería si la plaza aún se encontraba, dar algunas clases podría servir para poder así pagar un seguro de gastos médicos de su madre.
El silencio era un tanto abrumador, recordó la hora del almuerzo con Jean Carlo, el hombre podía ser encantador, pero ella sabía la verdad acerca de la personalidad de Andollini, era un manipulador, prepotente; >> ¡AH COMO LO ODIO! <<, pensó con enojo, ella no iba caer en el encanto del italiano.
Termino de cenar, aunque realmente no tenía bastante hambre, sus pensamientos se encontraban bastante aturdidos, ella necesitaba salir de ahí.
Me disculpan — hablo con calma — me quiero retirar a dormir, en verdad este día ha sido bastante largo para mí, y no fue nada bueno — Anabella se retiró a su habitación, cuando escucho vibrar su celular, al tomarlo miro un mensaje.
Me dio gusto almorzar contigo, Annie.
Jean Carlo miro el celular, en verdad se encontraba enamorado de esa chica, amaba a Anabella, o a su pequeña Annie, cuando la miro en el centro comercial sintió deseos acercarse a ella de inmediato, la buena fortuna hizo que Anabella tropezara con él. Recordaba a Anabella cuando era una niña, luego una puberta,adolescente,ahora que se había convertido en una hermosa mujer, culta, inteligente, preparada, su padre se encontraba en su habitación, padecia fuertes dolores, y muy medicado; entro en la habitación y lo miro con dolor en los ojos, en verdad no quería verlo sufrir. Jean Carlo, hijo mío, acércate por favor — hablo el señor Andollini — te vez cansado y un poco ojeroso — el hombre tomo asiento en la cama, para poder ver a su hijo de una mejor manera. Pasaron aproximadas dos semanas y la bebé se encontraba creciendo, era el amor de toda la casa,desde sus padres hasta de la cocinera, la beba cada día tomaba el color de cabello de Jean Carlo. Era bastante bonita, por su part
Anabella corrió hacía donde se encontraba su padre, e intento despertarlo, pero no podía, se encontraba inconsciente y casi sin pulso, ya que le toco el cuello, mientras le quitaba la corbata y zapatos. ¡Madre!, ¡madre! -llamo con desesperación a su madre, necesitaba que alguien la escuchara y ayudara, tomo el teléfono y marco al número de emergencia ---¡por favor, necesito una ambulancia!, se trata de mi papá, se encuentra desmayado, si, en las afueras, por favor, dense prisa, mi papá se encuentra muy mal e inconsciente — la voz de Anabella se escuchaba al borde del llanto y la desesperación, en esos momentos su padre entreabrió los ojos y una lagrima escurrió por la mejilla, tenía una mueca de dolor y de no saber que se encontraba sucediendo. ¡No te preocupes, papá!, todo se encontrará bien, todo estará bien —la chica tomo la mano de su padre en ademán tranquilizador — la ayuda viene en camino, no te angusties, yo estoy aquí, nada malo te pasara — su tono de voz intentaba sonar t
las palabras salieron de su boca de una manera tan fácil, fue producto de su desesperación y que su padre estuviera lo mejor atendido posible, sabía que la decisión que había tomado cambiaria por completo su vida, pero su padre valía la pena.¿estás segura, Annie? — le cuestiono Jean Carlo —quiero que estes completamente segura de esto y el contrato será solo por un año, así que por el momento solo preocúpate por cuidar a tu padre, todo saldrá bien, aunque
Entraron a la cafetería del hospital, Anabella iba sumamente enojada, en verdad no podía creer lo que su madre acababa de decirle, estaba completamente sacada de balance, en verdad su madre se encontraba realmente trastornada y enferma.La rabia que sentía en contra de la mujer, era bastante alta, era un sentimiento que tenía años que no sentía en contra de su propia madre, la joven tomo asiento en una de las mesas mas alejas dela cafería, respiro hondo para comenzar su platica con el atractivo que ya se encontraba sentado frente a ella,Graci
Anabella sentía la mirada de su madre encima de ella, en verdad se estaba volviendo algo verdaderamente incomodo y la hacía sentir juzgada, tenían que esperar que su padre pasara la noche y que lo hiciera de manera bien, si todo salía como se lo había dicho el médico, su padre en unos cuantos días; ante la mirada insistente y llena de reproche Anabella, decidió cerrar un poco los ojos y acomodarse en el asiento para poder cerrar los ojos.Puedes recostarte sobre mi — le indico Jean Carlo a la jov
la noche paso tranquila, el padre de Anabella se encontraba dormido y sedado dentro de la unidad de cuidados intensivos, la joven y Jean Carlo permanecieron toda la noche en aquella sala de espera mientras un avión aterrizaba en el aeropuerto y una mujer de aspecto espectacular era recibida por uno de sus choferes.Señorita Brassi — dijo el chofer — nos da gusto que se encuentre de nuevo con nosotros, ¿a dónde quiere que la lleve? — el hombre tomo las maletas de la mujer,
Me alegra que mi padre ya esté mejorando — hablo Anabella mirando con una sonrisa a Andollini que se encontraba frente a ella — ¿podrías llevarme a casa? — le pregunto la joven — necesito irme a dar un baño y cambiarme de ropa, para regresar aquí y además, tú debes de regresar con tú padre o ir a tu trabajo — la joven miro con agradecimiento a Jean Carlo,en verdad el hombre se había comportado a la altura de un buen amigo.ah por cierto en la tarde— hablo la mujer— me gustataría revisar el contrato— y miro al hombre como un socio con el cual se hará un negocio importante.
El beso era demasiado apasionado, la joven no quería separarse de los labios del hombre, y tampoco deseaba que el la soltara, los brazos del hombre recorrian la espalda de ella con ansiedad, era un beso que el hombre deseaba sobremanera y no la iba a soltar, hasta que la mujer poco a poco fue quedandose sin aire.Tengo que entrar a casa— dijo ella antes de volvera el hombre a besarla— te veré más en el hospital, y gracias por traerme a casa, en verdad que lo hago—la joven se separó del hombre y se dirigió a la entrada de su hogar.Al entrar a casa Anabella suspiro, necesitaba un baño y hablar seriamente con su madre, como abogada tenía que estar sumamente atenta a todas las cláusulas y pequeñas letras del contrato que se encontraba a punto de firmar.Último capítulo