120| Un arma verdadera

Salem cayó arrodillado en el suelo, apretando con fuerza el pecho. Analía le apoyó su ancha mano sobre su hombro y lo ayudó a ponerse de pie.

—¿A dónde se fue? —le preguntó al joven recién llegado. Se encogió de hombros.

— la seguí hasta que vi que salía de la ciudad y entonces vine a avisar.

— No era muy lejos —dijo Salem, apretando el pecho — también Debería estarla matando el contrato. ¿Cómo pudo ser tan estúpida? —dijo el Alfa—. Ya sabe que si toma la decisión de dejarme, el contrato nos matará.

Analía sintió una fuerte presión en el pecho.

—Tal vez eso es lo que quiere —murmuró.

Salem volteó a mirarla y, por primera vez, Analía notó miedo en su rostro.

—¿Eso es lo que crees? ¿Crees que ella quiera que muramos?

Entonces, Analía no lo pensó dos veces, dejó a Salem a cargo de Kerr y se transformó en lobo.

pequeña recorrió con rapidez los pasillos del pequeño palacio, y cuando salió al exterior, creció su tamaño lo suficiente para abarcar más distancia. Corrió a toda velocidad hac
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