C49 - SOLO TU Y YO.Esa noche, Odette se preparaba para dormir. Se quitó la túnica con movimientos lentos, casi mecánicos, y se deslizó bajo las sábanas. El silencio era denso, y el cansancio le pesaba en los hombros… pero no en los pensamientos. Sus dedos se detuvieron de pronto sobre su vientre. Aún plano. Aún vacío. Lo rozó con la yema de los dedos, como si pudiera leer en su piel lo que pasaba dentro. Nada. Una punzada le cerró la garganta.Zayden, tarde o temprano, preguntaría. Estaba segura. Él lo haría… con esa mirada intensa, como si pudiera arrancar la verdad con solo observarla. Y ella… ¿qué diría?No estoy embarazada.No hay cría.Y en el fondo, la verdad más amarga: no sabía si quería estarlo.No ahora. No con la herida aún abierta de lo que había perdido antes. De lo que jamás había sanado. No soportaría volver a perder.No otra vez. Eso la destrozaría.Un golpe en la puerta la sacó del espiral de pensamientos. —Adelante —dijo, recomponiéndose.La puerta se abrió con
C50-VASHEL.Odette enredó sus dedos en el cabello de Zayden y sucumbió al hábil asalto que él emprendió contra sus sentidos.El firme agarre en su nuca. La presión experta de sus labios. La forma en que el cuerpo se amoldaba al suyo, todo músculo duro y calor masculino.Su boca se movió sobre la de ella, caliente, exigente.El placer empañó sus sentidos cuando el rico y atrevido sabor de él invadió su boca. Sus muros se desvanecieron al instante, y su cuerpo se curvó instintivamente hacia el de él, buscando más contacto, más calor, más.Había besado a Ragnar por años, pero ninguno como Zayden.Nadie la había besado así.Como un conquistador empeñado en derribar sus defensas.Como un hombre sediento atrapado en el desierto, y ella, su única esperanza de salvación.Un suave jadeo escapó de sus labios cuando el enganchó sus piernas alrededor de su cintura y la levantó sin romper el beso. Sus cuerpos encajaban con una precisión casi brutal, como si fueran piezas de un mismo todo.Y mientr
C51- TODOS SABRÁN QUE ERES MÍA.Los primeros rayos del sol se filtraban a través de las cortinas, cálidos, suaves… hasta que golpearon de lleno el rostro de Odette. Frunció la nariz, molesta, y parpadeó. Algo no encajaba. Una pesada mano descansaba en su cintura, grande, cálida, posesiva. Abrió los ojos de golpe.No estaba en su habitación.Estaba en la de Zayden.Su corazón dio un pequeño brinco y una chispa de emoción, ¿placer? ¿nervios? ¿o una combinación letal de ambos? la recorrió.Giró el rostro, con el aliento atrapado en los pulmones… y ahí estaba él.Él dormía a su lado, desnudo bajo las sábanas, con una expresión tan relajada y viril que parecía una fantasía hecha carne. Su mandíbula marcada, la sombra oscura de su barba, ese mechón rebelde cayendo sobre la frente…Maldita sea, ¿por qué tenía que verse tan guapo incluso dormido?Una sonrisa se le escapó, involuntaria, y su mano —traicionera— se levantó con la intención de tocarlo, de acariciar la línea de su mandíbula, de pe
C52-LO QUE HUBIERAS QUERIDO PARA MI.La luz cálida del atardecer teñía los jardines de la manada con un brillo dorado, y Odette caminaba con paso firme, aunque su mente estuviera en mil cosas a la vez. Vestía una blusa ligera y, pese al calor, aún llevaba la bufanda ceñida al cuello. No podía darse el lujo de que nadie viera las marcas que Zayden le había dejado.Fue entonces cuando Nina apareció entre los arbustos con una sonrisa entusiasta.—Odette —dijo con una voz suave—. ¿Podrías acompañarme un momento? Hay algo que quiero mostrarte.Odette parpadeó, desconcertada, pero asintió. Nina era dulce, no parecía el tipo de persona que ocultara intenciones. La siguió por un sendero estrecho, hasta llegar a la fuente central del jardín. El sonido del agua corriendo llenaba el ambiente con una paz extraña… y allí, de pie junto a la fuente, estaba Leonard.Se detuvo.Leonard la miraba con una sonrisa tranquila y sus ojos grises cargados de una admiración profunda, como si verla fuera un reg
C53- ¿QUÉ DIABLOS LLEVAS EN EL CUELLO?Odette se quedó un largo segundo frente al espejo, observando su reflejo con una mezcla de emoción y nervios. Su respiración era un poco más rápida de lo normal, y aunque intentaba mantener la calma, sus manos delataban lo contrario: temblaban apenas mientras acomodaba un mechón de cabello detrás de la oreja.Su vestido caía suave sobre sus curvas, marcando su silueta con elegancia. Se veía bien, lo sabía… pero no podía evitar buscar con la mirada esas malditas marcas. Las que ya había intentado cubrir con maquillaje y cremas, incluso con luz tenue. Aun así, algunas asomaban, como cicatrices tercas que se negaban a desaparecer.—¿No podían al menos hacerlas donde no se vieran? —murmuró, frunciendo el ceño.La frase, lanzada con rabia y resignación, la hizo soltar una risita. Hasta ella se sorprendía a veces de su capacidad para burlarse del desastre.Se colocó los pendientes con cuidado, sus dedos más firmes esta vez. Le gustaban. No eran nada os
C54-FESTIVAL DEL ECLIPSE. Odette apenas había dado unos pasos hacia Zayden cuando notó la rigidez en su postura. Su mandíbula apretada, los ojos convertidos en hielo, y esa forma en que su cuerpo parecía estar a punto de estallar. Volteó brevemente hacia Willow, que la seguía con pasos inseguros, y tragó saliva. —¿Qué pasa? No me digas que… Pero no tuvo tiempo de terminar. —¿Qué es eso que llevas en el cuello? —interrumpió Zayden, su voz fue tan fría que la piel de Odette se erizó. Ella bajó la mirada apenas un segundo y sus dedos rozaron el medallón. Una sombra cruzó por su rostro, algo entre vergüenza y duda, pero enseguida alzó el mentón, manteniéndose firme. —Es un regalo —respondió, con la voz clara y desafiante—. Un regalo del Alfa Leonard. Las sienes de Zayden latieron con fuerza. Su mundo se volvió más estrecho, más oscuro, y todo se redujo a ella… y ese medallón. Dio un paso hacia ella, con una calma contenida que tensó el aire. Su mano se deslizó hasta su cintura, po
C55- EL MEDALLÓN CORRECTO.Zayden estaba junto al viejo Irgil, de pie sobre el círculo de piedras sagradas. Todo era solemne. Espiritual. Y él… estaba desesperado.El viejo Irgil levantó los brazos al cielo con una lentitud irritante y empezó a recitar la oración a la Diosa. Palabra por palabra. Sílaba por sílaba. Como si cada letra le costara el alma.Zayden hizo una mueca de desesperación. —¿Quieres darte prisa, Irgil? —gruñó, con los dientes apretados.El anciano ni se inmutó. Siguió con su cántico, como si no lo hubiera escuchado. —La paciencia es una virtud, Alfa —murmuró sin abrir los ojos.Zayden rodó los suyos con fuerza. —Una que yo no tengo —siseó, y justo en ese momento giró la cabeza. Y se congeló.Odette. Leonard. Demasiado cerca.El estómago se le tensó como una trampa de hierro. El bastardo estaba sonriendo. Y estirando la mano hacia ella.«¿De verdad? ¿Vas a intentar tocar lo que es mío con esa sonrisa de diplomático barato?» «Por la Diosa, si su dedo roza uno s
C56- RYLAND PUEDE ESPERAR.La noche estaba viva. Risas que flotaban como mariposas entre los árboles, música tribal que retumbaba en los pechos, y antorchas que parpadeaban al ritmo de la fiesta. Todo era luz y alegría… excepto para Noah.Apoyado en una de las columnas de madera que rodeaban el claro, la copa temblando en su mano, tenía la mirada clavada al otro lado del festival.Allí estaba Willow.Con el maldito vestido que le ceñía la cintura y brillaba con el fuego como si estuviera hecho de estrellas. Su sonrisa... tan fácil, tan entregada. Y sus dedos enredados con los de Ryland.El beta la tenía del brazo y le susurraba algo al oído que la hizo reír con la cabeza echada hacia atrás.Noah apretó la copa.El metal crujió entre sus dedos. Pero de repente la voz alegre de Nina lo sobresaltó, rompiendo su burbuja de tormenta.—¡Noah! ¿Viste a Willow? ¡Ese vestido la hace brillar más que la luna!Él no la miró. Pero su tono fue tan helado que contrastó con el calor de la noche.—Sí.