🔥 ¡OMG, mis lobitas! EDICIÓN ESPECIAL para que viván esto en carne propia… ¡JAJAJA! 🔥 Ahora saben exactamente lo que sienten nuestros bebés… 😏 Y este beta es FUEGO 🔥 (¡ahora entendemos a Nina! HAHAHA). Un abrazo lobuno gigante, y espero que esten disfrutando la historia como yo. ¡BESO LOBUNO! 🐺💋
C72- SACRIFICIO DE AMOR.El fuego se había reducido a brasas agonizantes, y el aire olía a ceniza y piel caliente. Willow ya estaba vestida, sus dedos temblorosos ajustando la correa de su mochila con demasiada fuerza. No miraba atrás, no podía permitírselo. Detrás de ella, Noah se incorporó, la manta cayéndole sobre la cintura desnuda.—Willow —la llamó, la voz ronca por la noche anterior, cargada de algo más que deseo.Ella se detuvo, pero no se dio vuelta.—Lo de anoche no cambia nada, Noah —dijo, fría, aunque las palabras le quemaban la garganta—. No podemos permitirnos esto.Él se levantó de un salto, sus músculos tensos, como si aún pudiera sentirla bajo sus manos.—¿Nada? —casi rugió—. ¡Te entregaste a mí! ¿Cómo mierda vas a mirarme y decirme que no pasó nada?Willow apretó los puños. No era justo. No era justo que él sonara así, herido, como si ella lo estuviera traicionando. Como si no entendiera el precio.—No digo que no haya pasado —susurró, por fin girando para enfrentarl
C73- LOBAS A SU ALTURA. El camino de regreso a la manada fue silencioso. Noah caminaba al frente, los ojos fijos en el suelo, la espalda recta como una muralla. No habló. No dirigió una sola mirada a Willow, como si ella no existiera. Cada paso que daba parecía más pesado que el anterior. Por su parte, Willow iba un poco más atrás, en el extremo opuesto del grupo. Mantenía la vista en el bosque, fingiendo estar atenta, aunque por dentro todo era un torbellino. Su loba se mantenía callada, aún recogida en un rincón oscuro dentro de ella. Leonard, caminando en el centro del grupo, frunció el ceño al notar la tensión. Miró a uno, luego al otro. Algo no le cuadraba. La distancia entre ellos no era solo física, era una barrera invisible, áspera. Pero decidió no preguntar. Aún. Y cuando cruzaron el límite del territorio, los esperaba un grupo numeroso. Entre ellos, en el centro, Zayden. El Alfa avanzó apenas los vio, y sin dudarlo, abrazó a Noah con fuerza, dándole una palmada en la
C74 - SEGUIRÁ SABIENDO A MÍEl pasillo era angosto, la madera crujía con cada paso y el aire estaba impregnado del calor húmedo de la fiebre. Solo la luz trémula de unas velas dispersas alumbraba el corredor, proyectando sombras largas en las paredes. Se respiraba un silencio tenso, apenas interrumpido por el sonido entrecortado de Ryland tosiendo en la habitación contigua.Noah estaba allí, inmóvil en la penumbra, con la espalda apoyada contra la pared, fundido en la oscuridad. Sus ojos no se despegaban de la rendija entreabierta de la puerta.Adentro, Willow se inclinaba sobre Ryland, que yacía débil entre mantas. Su voz suave era apenas un murmullo mientras humedecía una compresa y la pasaba por la frente de él con una ternura que hizo que algo en Noah se rompiera por dentro, y más cuando la mano de ella se deslizó por el cabello de Ryland, apartándolo con cuidado.«Maldito...»El pensamiento atravesó como un dardo. Su mandíbula se tensó, la mirada se volvió de hielo. Cada fibra de
C75 - EL ÚNICO SABOR QUE PODÍA RECORDAR.Su lobo gruñó bajo su piel, con una furia instintiva, reaccionando a la loba que estaba delante de él.Bajó la mirada al escote de Nina, luego a sus labios, y en su mente solo vio a Willow. La forma en que había temblado bajo su toque. La forma en que su cuerpo había respondido aunque su boca negara. La manera en que sus ojos se habían nublado al sentirlo cerca.Su mandíbula se tensó.Nina no era Willow.Nunca lo sería.Y en ese momento, lo supo con una certeza cruel: podía tener cualquier cuerpo y que su lobo ansiaba a esta mujer, pero su alma ya no respondía a nadie más que a ella.Y eso lo estaba destruyendo.Desvió la mirada de Nina y dio un paso atrás, alejando la mano de ella que aún reposaba en su pecho. Caminó hacia una silla junto al tocador y tomó su bata de lino oscuro. Se la puso con movimientos lentos, casi mecánicos, como si el simple acto de cubrirse pudiera alejar lo que estaba sintiendo.—Vuelve a tu habitación —dijo, sin mirar
C76 - ES UNA FARSA.1 MES DESPUÉS...Había pasado un mes desde que la flor fue traída a la manada.Los días oscuros y los suspiros cargados de miedo parecían cosa del pasado. Gracias a las propiedades curativas, varios lobos se habían salvado de la enfermedad. Entre ellos, Odette y Ryland. Sus cuerpos, antes frágiles y envueltos en sudor febril, ahora se movían con fuerza renovada.La manada entera parecía respirar con alivio.También el ambiente era festivo. Las hembras preparaban telas, los niños corrían con coronas de flores, y algunos machos ya comenzaban a cargar barriles de hidromiel para la gran celebración del día siguiente. No solo se celebraría el final de la enfermedad, sino dos uniones importantes: Noah con Nina... y Willow con Ryland.La música ya comenzaba a ensayarse en el claro central, pero a Zayden no le importaba nada de eso.Estaba de pie en el límite del bosque, con el ceño fruncido y una rama rota aún crujiente bajo su bota. Frente a él, un centinela sudaba frío,
C77 - LLEVAS VIDA DENTRO, PEQUEÑA.Sus palabras fueron como un golpe. Y dolieron. Más de lo que quería admitir.Porque sí, Zayden había estado con ella. Una y muchas veces. Con besos, caricias, promesas de protección. Pero jamás... jamás le dio su marca.Luego recordó a Kendra. Sus burlas. Su rostro lleno de suficiencia.Y recordó también la realidad más hiriente: él no había ido a verla ni una sola vez desde que despertó.Mientras su mente era un torbellino, sintió la mano de Leonard sobre la suya.Gentil. Cálida.—Me gustas, Odette. —confesó él, firme—. Desde que te vi... me gustaste.Ella parpadeó incómoda, y apartó la mano con suavidad. Abrió la boca para responder, pero Leonard no se detuvo.—No creo en los vínculos predestinados. —dijo, triste—. Aunque mi hermana haya encontrado el suyo... yo no lo espero.Odette frunció el ceño, confundida. ¿Por qué diría eso?Leonard la miró con una calma extraña.—Los Alfas de Corazón de Plata no nacimos para el amor. Sobre nosotros pesa un a
C78- HABÍA HECHO LO CORRECTO.Willow sentía el latido acelerado de su corazón, un ritmo agitado que no podía controlar. Y Ryland se acercó con una sonrisa suave, no parecía notar la tormenta interna que la azotaba.—¿Qué pasa? —dijo, con una ligera diversión en sus palabras—. ¿Por qué esa cara? ¿Estás nerviosa por la ceremonia?Willow tragó con dificultad y se dio valor.—No —murmuró—. No es eso.Ryland la observó un momento, su mirada fija, escrutadora. Y entonces, con una sonrisa aún más amplia, dio un paso más hacia ella y tomó sus manos, suavemente, como si fuera un gesto de consuelo.—Entonces, ¿qué es?El corazón de Willow latía a toda velocidad, casi ensordeciéndola. A su lado, su loba quería acurrucarse con él, disfrutar del toque, la cercanía. Pero sabía que no podía ocultarlo por mucho más tiempo. En su tercer mes, sería evidente. El olor... El aroma de su hijo, el que no pertenecía a Ryland.Tenía que decírselo, ahora.Apartó sus manos de las de él y dio un paso atrás; el a
C79 - LA MARCA DEL ALFA.Esa noche, el cielo se oscureció de repente, como si un manto pesado se hubiera desplegado sobre la Manada Luna Roja. Los primeros truenos retumbaron a lo lejos, anunciando una tormenta que ya se sentía en el aire.Odette se quedó de pie frente a la puerta, las palabras de Leonard aún resonando en su mente. Era la salida fácil, lo sabía. Aceptar su oferta, huir con él y dejar todo atrás.Pero no podía. No iba a dejarse llevar por la comodidad. No era esa la mujer que quería ser.Así que había tomado su propia decisión.Hablaría con Zayden.Pondría fin al acuerdo, al menos por su parte. Luego, iría con su prima Seraphina, se quedaría en su manada, y con el tiempo, olvidaría todo.Lo olvidaría a él.Sin embargo, apenas abrió la puerta, un estremecimiento recorrió su cuerpo, porque cierto alfa de cabello oscuro y ojos azules la estaba esperando.Creyó que era una señal del destino y que mejor era hablar cuanto antes.—Qué bueno que estás aquí —dijo, forzando una