Stella:
Llegamos a un enorme pasillo con solo dos puertas, deben ser lugares muy reservados.
—Por aquí querida —dice abriendo la puerta con una tarjeta.
Me adentro en el lugar y como imaginé, se trata de un casi-departamento. El recibidor está iluminado de forma asombrosa, la señora Rogers me anima a adentrarme hasta la sala y tomar asiento en el sillón.
—Llamaré a Ángel —asiento y dejo mi bolso a un lado. Tomo una larga bocanada de aire y estiro mi cuello, hace un poco de frío aquí y me siento muy tensa, sinceramente creo que la entrevista fue muy rápida aunque con muchos contratos y especificaciones. Sobretodo me siento bien al ver la confianza que he generado en la señora Rogers—. Quiero que conozcas a alguien.
Y en el umbral de la puerta un hermoso niño de tez blanca y cabello negro azabache se asoma. Sus enormes ojos oscuros me miran de arriba abajo, luego baja la mirada y se esconde detrás de la señora Rogers.
—Ángel, ella es Stella —el chico vuelve a asomar sus enormes ojos y frunce el ceño.
—Hola Ángel —digo tranquila, espero poder darle confianza —. ¿Te gustaría venir a acompañarme?, ¿cómo estás?
El niño poco a poco sale de atrás del cuerpo de su abuela hasta quedar frente a mí. No deja de mirarme, es muy detallista puedo notarlo, desde mi cabello, gafas, hasta mi ropa. Esto me hace sonreír. A pesar de su corta edad su complexión es fuerte, puedo notar por sus constantes movimientos su nivel de hiperactividad. También cierto miedo al no apartarme ni un momento la mirada.
—Siéntate con Stella, creo que tienen cosas que hablar —dice la señora Rogers guiñándome un ojo y va a la cocina sin perdernos de vista.
—Ángel, tengo unas preguntas para ti —digo reacomodándome y mientras tomo de mi bolsa la nunca faltante libreta de dibujos. Como supuse esta llama su atención de inmediato debido a los colores y texturas de los diferentes materiales con los que la adorné.
—¿Qué es eso? —dice con su pequeña voz curiosa, salta en el sillón y muerde su dedo índice.
—Esto es… mi libreta de dibujos —me mira extrañado
—¿Y tú lo dibujas? —no me mira a los ojos, en realidad no aparta la mirada de la libreta.
—Algunos sí, pero me encantaría que tú me dieras tu opinión, quiero ver que tanto te gustan—este método es utilizado para saber cuán avanzada se encuentra la ansiedad del paciente.
—Bueno, está es baaaripoza —sonrío al escucharlo —. Este un busanito.
Y así pasa el tiempo hasta que termina de hojear la primera parte, Ángel se muestra interesado aunque en algunas ocasiones tuve que recordarle mirar hacia la libreta, en general creo que se encuentra bien y solamente es necesario prestarle algo de atención. Tomo el libro y lo cierro.
—¿Se acabaron los dibujos? —dice mordiendo su dedo y yo asiento
—Por hoy sí —hace un puchero y desvía su mirada hacia el suelo, es realmente dulce.
—Es hora de comer Ángel —anuncia la señora Rogers y el niño salta del sofá.
—Yo… vuelvo cuando terminen.
—No, para nada Stella, tú te quedas —sonrío un tanto apenada. Mi primer día de trabajo y ya comeré con ellos, esto me hace sentirme muy halagada. Guardo la libreta de dibujos y me pongo de pie para caminar hacia la mesa del comedor.
—Tela —escucho la voz de Ángel
—Dime —abre la boca como un pequeño pajarito pidiendo comida—. Claro que sí, pero primero debemos irnos a lavar las manos, no queremos gusanitos en nuestra comida ¿o sí?
Ángel se sorprende y salta de la silla de donde estaba sentado. Toma mi mano y camina conduciéndome entre los pasillos hasta llegar al lavabo del baño, da un brinco y enciende la luz. El lugar parece estar bañado en oro, las paredes son de color claro pero el espacio es impresionante, y adornado de forma exquisita como si viviéramos en la antigua Grecia. Está gente debe de ser importante.
Ángel toma la orilla de un escalón para niños y se inclina para lavar sus manos, esparzo un poco de jabón en sus manos y luego en las mías, su sonrisa no se ha borrado de su rostro y eso me hace sentir muy bien. Al terminar caminamos de vuelta a la mesa mientras, Ángel da brincos en cada paso que da, al llegar le ayudo a acomodarse en la silla y comienzo a cortar los trozos de carne.
—¿No tiene tenedores más pequeños? —pregunto a la señora Rogers y está niega preocupada—. Me parece que estos son muy peligrosos, son demasiado puntiagudos.
—Lo sé… debemos buscar unos cubiertos para él, lo anotaré en la lista de esta tarde.
Ángel me sonríe constantemente y toma mi mano, creo que hemos conectado de forma instantánea y la comida se hace muy amena, la verdad es que es deliciosa. Pronto terminamos y vamos hacia el sofá de la sala de estar.
Observo a Ángel construir una pirámide con cubos de plástico y pide mi aprobación cada minuto, es tan dulce, temeroso e inquieto y sumamente listo. Mientras la Señora Rogers hojea una revista y de vez en cuando cruzamos miradas acompañadas de una sonrisa. Ángel ha terminado con los cubos así que me animo a intentar algo con mis tarjetas de trabajo.
—Ángel, ¿sabes qué es esto? —digo señalando una de mis tarjetas, otro de los instrumentos con los que siempre cargo. El niño de hermosos ojos niega—. Es un árbol, ¿sabes de qué color es?
—Sí, es verrrde —asiento
—¿Y este color? —niega—. Es café
—Cafffffé, cafffffé, caffffé —repite sin cesar. Continuo mostrándole tarjetas de colores con distintas imágenes hasta que las he terminado. Hay algunos de objetos que tendré que repasar más continuamente pero creo que sin problema lo aprenderá.
Noto su falta de atención en algunas ocasiones cuando le llamo y no contesta, me habla también sobre que tenía un amigo imaginario, que su padre le dijo que no podía tenerlo, eso me consterno un poco y al final me dijo que le agrada que yo esté aquí.
Me parece que Ángel es un niño que necesita atención, no sé dónde diablos se encuentra su madre en este momento. No es que la señora Rogers haga un mal trabajo pero, su madre debería ser la encargada de seleccionar una institutriz para él y no despegarle el ojo de encima… debe de ser una de esas mujeres que pasa su tiempo en el gimnasio y cafés con sus amigas, olfateando las cuentas de sus maridos.
—Hora de la cena… —dice la Señora Rogers. Ángel se pone de pie y corre en dirección a una voz ronca que se escucha en el fondo del pasillo—. Llegó papá, Ángel.
Genial, ahora me toca conocer al señor “estoy muy ocupado todo el día, no tengo tiempo para cuidar a mi hijo”. Ángel corre dando pequeños saltos, gritando “papá”, y al cruzar el umbral de la puerta me quedo estática… ¿este es el papá?
Stella:—Hola campeón —dice mientras lo toma entre sus brazos. Jamás me imaginé al padre de Ángel así. Lleva ropa deportiva, tenis y su cabello revoloteado es tan oscuro como el de Ángel. Su tez es morena, como la canela, el mentón está tenso y bien formado. Rostro afilado y una nariz perfecta que juntos a sus profundos ojos oscuro lo hacen ver bastante atractivo, su mirada se profundiza aún más con las pobladas cejas y pestañas que la adornan.—Ella es Stella —dice la señora Rogers. El padre de Ángel me da un repaso con la mirada haciéndome sentir incómoda. Carraspeo y camino hacia él para después extender mi mano.—Stella Clarke —con un brazo carga a Ángel y con
Aaron:—¡¿Has traído a esa niña a cuidar de mi hijo?, ¿de verdad?! —mi madre acomoda su ropa con tranquilidad. Hay decisiones que toma y no logro entender.—No es una niña, de hecho tiene 25 años —bufo—¿Verificaste su pasaporte?, ni siquiera debe de estar preparada mamá, quiero una tutora para Ángel no una madre —ya, lo he dicho y me arrepiento al instante.—¿Una madre?, ¿no me digas que te ha gustado la chica? —mi madre suelta una carcajada y yo gruño.—No puedo hablar contigo en serio, ¿estás consciente de que puedes arruinar la educación de mi hijo, verdad?, de tu ni
Stella:Son las 7:55 a.m. y salgo del elevador, me planto en la puerta de la habitación de la señora Rogers y llamo dos veces. En segundos abre la puerta con su enorme sonrisa.—Buenos días Stella, pasa, ¿cómo has dormido? —me invita a pasar mientras cierro la puerta tras de mi.—Bien señora ¿y usted? —vacila un poco—No muy bien, Ángel tuvo pesadillas anoche y…—¿Es común? —pregunto de inmediato, la veo caminar hasta la cocina mientras toma un taza para después servirse café. Ese detalle no me lo habían mencionado, la señora Rogers asiente—Desp
Stella:Estamos a punto de despegar con dirección a Utah en el Jet privado de los Rogers. Llevo una semana siendo su empleada.Aaron se ha comportado igual de frío, apenas y me dirige la palabra. Sebastián y yo nos llevamos bien, descubrí que es más pequeño que yo, aunque no lo parezca con su 1.85 metros de estatura y es muy agradable.Maya (la señora Rogers) y yo nos hemos vuelto más cercanas, últimamente cocinamos siempre juntas y todas las tardes tomamos un café mientras Ángel hace sus ejercicios.Todo parece ir bien, incluso con Ángel. Ha dado un paso enorme, ahora pronuncia mejor las palabras y su lengua casi no se traba, también ha aprendido 3 nuevos colores. Estoy muy feliz con &ea
Aaron:—¡Por Dios Aaron concéntrate! —escucho gritar a Matt, mi entrenador. Tiro golpes pero no tengo fuerza, no puedo dejar de pensar en esos hermosos ojos con gafas. Ocupan mi mente desde hace días. Solo quiero llegar al hotel y mirarla, escuchar como canta las canciones infantiles para Ángel, verla sonreír, mirarla hacer la comida y fruncir el ceño al probarla y captar esas majestuosas caderas moverse al compás de alguna nueva coreografía infantil. Niego varias veces y me recargo en la pared, no sé qué me pasa.—¿Qué tienes he?, ¿necesitas follar?, vale más que te compongas Aaron si no quieres perder esta pelea —niego entre jadeos y limpio mi frente con una toalla.—No voy a perder.
Stella:Son las 6 de la mañana y llevo dos cafés, no puedo más con el sueño, ya que no he dormido nada desde que salí de la habitación de Aaron ayer por la noche. No he dejado de reproducir mentalmente esa escena… me dijo hermosa, le parezco hermosa.Miro por la ventana del restaurante del hotel. Es una mañana lluviosa y nublada, el frio cala hasta los huesos.Hay pocas personas en el lugar, la mayoría son personas de la tercera edad y yo… pensando en los oscuros ojos de Aaron, sus palabras y su cercanía. No está bien que esté pensando en mi jefe de esta manera, no es correcto. Pero es tan atractivo.Ayer vi por primera vez su torso desnudo, en mi mente lo reproduje hasta el c
Stella:He dejado dormido a Ángel, me he despedido de la señora Rogers y ahora voy en dirección al bar del hotel. Necesito una copa. Estoy fuera de mi horario de trabajo así que puedo hacerlo.—Una margarita por favor —digo al hombre de la barra, me acomodo en la incómoda silla y veo llegar mi bebida, le agradezco y doy un sorbo, es deliciosa, trato de acallar mis pensamientos y libero mis ojos de las gafas, la verdad es que no veo nada bien pero tampoco deseo hacerlo.Después de un tiempo y con el cuerpo más relajado pierdo la cuenta de cuantas margaritas he tomado y junto a mi hay hombre bastante agradable con el que estoy charlando.—Así que ¿vienes con tu familia? —asiento, después
Aaron:Miro como el elevador se abre. Estoy tirado en el suelo y a mis espaldas tengo la puerta de Stella. Veo a Sebastián, Matt y Evan, mi familia en el octágono.—¿Que mierda paso?, Aaron…—La golpeé —escupo, mientras las lágrimas cae por mi rostro, miro mis manos aún con marcas de la pelea de esta noche, pero nada se compara con lo que hice. Una estuídez.—¡¿Qué hiciste qué?! —Matt bufa y comienza a caminar de un lado a otro—. ¿Cómo pudiste hacer eso Aaron?, ¡es una mujer!, ¡JODER, ¿QUE CREES QUE TODAS SON IGUALES A JULIA?!—¡CALLATE! —grito y me encuentro