Capítulo 5

Aaron:

—¡¿Has traído a esa niña a cuidar de mi hijo?, ¿de verdad?! —mi madre acomoda su ropa con tranquilidad. Hay decisiones que toma y no logro entender.

—No es una niña, de hecho tiene 25 años —bufo

—¿Verificaste su pasaporte?, ni siquiera debe de estar preparada mamá, quiero una tutora para Ángel no una madre —ya, lo he dicho y me arrepiento al instante. 

—¿Una madre?, ¿no me digas que te ha gustado la chica? —mi madre suelta una carcajada y yo gruño.

—No puedo hablar contigo en serio, ¿estás consciente de que puedes arruinar la educación de mi hijo, verdad?, de tu nieto —asiente 

—No la estoy arruinando, está perfectamente preparada para brindarle educación a Ángel, además… —se gira—. A Ángel le ha encantado, hubieras visto como ha hablado esta tarde, más de lo que nos ha hablado en estas dos semanas Aaron.

—Eso no es cierto.

—Lo es, yo estuve presente, es magnífica con él. Hablan sobre colores y dibujos, construyen cosas e incluso tienen ese chiste interno de los gusanitos si no se lava las manos, ¿recuerdas todo lo que tardamos para que Ángel lave sus manos?, 8 minutos Aaron, ella lo hizo en segundos —niego varias veces y el enojo sigue presente. Trato de encontrar algo más para arruinar a la chica de las gafas pero no lo encuentro.

—Ahora es la niñera maravilla —me tiro en el sofá.

—La tutora maravilla —aclara mi madre y se acerca a darme un beso en la mejilla—. Deja de ser tan cascarrabias con la chica, que terminarás haciéndola que renuncie como las dos anteriores.

Mi madre se aleja y yo tomo aire sin poder apartar de mi mente a la nueva tutora. No puedo negar que es muy guapa, su cuerpo es… excelente y esos ojos marrones son encantadores, ese cabello tan brillante, pero no… me pongo de pie frustrado tratando de dejar de pensar en ella, no es que me haya gustado… es solo guapa. Me adentro en mi habitación y caigo en mi cama. Me libero de la camisa y cierro los ojos hasta quedarme dormido.

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Los gritos me despiertan … 

—Noooo, noooo —salto de la cama, y en dos pasos llego hasta la habitación de Ángel. Lo tomo entre mis brazos.

—Estoy aquí, Ángel, papá está aquí —beso su frente y miro sus enormes ojos reflejando todo ese terror de nuevo, escucho a mamá llegar.

—Mi niño —se sienta a mi lado —. Todo está bien, aquí estamos papá y la abuela.

Ángel parece perdido, niega varias veces y luego chupa su dedo índice. No puedo permitir que esto siga, esa mujer tiene que encontrar una solución.

—Vale más que mañana le hables de esto a esa mujer — ella asiente, esto me tiene cansado, mi hijo no descansa y no parece haber soluciones para estos ataques—. Ve a dormir, me quedaré con él. 

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