Lucy
Daniel está siendo trasladado con la ayuda de Ángel hacia el auto, se ha negado a utilizar silla de ruedas así que camina muy lentamente hasta llegar al siento y acomodarse mientras se queja tomando su barriga.
—Mierda —dice cuando termina de subirse
—Ten cuidado —digo cuando Ángel le ayuda a subir sus pies.
—Te han dejado mal eh —dice con tono de burla
—¿Es en serio? —pregunto molesta, porque no puedo creer que esté haciendo una broma con esto, es simplemente inaceptable.
—Han sido unos… rasguños —dice quejándose, luego subo a la camioneta y Mae hace lo mismo. Comienza la vuelta a casa, jamás creí que el viaje terminaría en algo como esto. Tampoco que en vísperas de Nochebuena estaría saliendo del hospital con Daniel en estas condiciones. Todo por un par de hombr
DanielMiro como Lucy se aleja de nosotros abriéndose paso por la escalera y cierro los ojos. No hay vuelta atrás, este es el momento para explicarle a Aaron lo que está sucediendo entre nosotros y sobre todo que no estoy dispuesto a renunciar a Lucy, no importa que es lo que tenga por decir.—Fue muy fuerte para ella —dice Mae y Aaron me mira detenidamente. No retiro la mirada solo le miro y no pienso más.—Esos hombres estaban insultándola —Aaron es una piedra—. Uno de ellos la abrazó y allí es cuando todo se salió de control, me fui sobre ellos…Mi madre toma a Bartros en brazos y sale de la sala. Tomo un gran suspiro y no pienso más en continuar relatando.—Los comencé a golpear una vez tras otra hasta que tres de ellos me tomaron por detrás y el idiota que había tocado a Mae comenzó a golpearme
LucyMe siento más tranquila ahora, el baño me ha ayudado bastante, pero no quiero salir de la tina aún. Escucho pasos y al girarme me encuentro con Daniel.—¿Estás bien? —pregunto de nuevo y Daniel asiente. Luego toma asiento en el WC aún con la tapa puesta.—He hablado con tu papá —dice y mi espalda se endereza de inmediato.—¿Cómo dices?, ¿hablado? —asiente y yo trago saliva. Cierro los ojos y niego varias veces.—Ha dicho que podríamos hacer un reality show —y su tono de burla me hace abrir los ojos de golpe.—¿Cómo?... él está…—Se lo ha tomado bastante tranquilo ignorando el par de miradas asesinas pero bueno… a esas ya estoy acostumbrado —Me pongo de pie en la tina y voy directo hacia donde él está.—&i
¿Despedida?, Miro una y otra vez el sobre color blanco que me ha entregado la amable mujer de administración. Me vuelvo de nuevo hacia la sala con los chicos y algo duele dentro de mi pecho. Innecesariamente la mujer me explica que hubo que hacer un recorte y como soy la educadora que lleva menos tiempo, 6 meses, aunque para mi fue un tiempo hermoso decidieron prescindir de mis servicios. Mi mente me taladra, sé que lo he hecho lo mejor que puedo, que he trabajado bien, los chicos… me necesitan. Camino hacia el casillero y tomo de a poco mis cosas. Una pequeña mochila cruzada mi camisola a cuadros, dos libros que utilizaba para las clases y retiro la foto de mi padre en aquel verano inolvidable. Su sonrisa lo dice todo, éramos una buena familia. Cierro de un portazo el pequeño espacio y camino hacia la salida iluminada por un cartel color verde.<
Stella:Los días sin trabajo han pasado sumamente lentos. Acudí a varios lugares a entregar mi currículum pero parece ser que nadie necesita a una educadora con aspiraciones. La preparación, la lealtad y la responsabilidad ya no se premian en este mundo, tan vacío.Es por eso que ahora voy en un avión con destino a California. ¿Qué si como he llegado aquí?, he encontrado un anuncio en internet en un sitio para educadoras especializadas en niños con déficit de atención e hiperactividad, donde buscaban a alguien de tiempo completo para dedicárselo a un niño de 5 años, la paga es excelente, así que no lo pensé demasiado pues la verdad es que no tengo nada que me ate a casa. La boda de mi madre ha pasado y comienza una nueva vida con su nuevo y flamante e
Stella:—No señora —ella asiente y toma nota. Carraspeo un poco y reacomodo el cabello oscuro que se ha escapado de mi oreja.—¿Novio? —frunzo el ceño—No señora.—¿Hijos?—No señora.—Tengo entendido que usted vive en Arizona, debo dejarle en claro que en este trabajo viajará mucho. De hecho pasamos la mitad del año recorriendo el país debido al trabajo de mi hijo, ¿hay algo que le impida acompañarnos a la totalidad de esos viajes? —mi cara debe de ser un poema, la verdad es que estoy muy confundida y sorprendida pero al final me recuerdo de contestar.
Stella:Llegamos a un enorme pasillo con solo dos puertas, deben ser lugares muy reservados.—Por aquí querida —dice abriendo la puerta con una tarjeta.Me adentro en el lugar y como imaginé, se trata de un casi-departamento. El recibidor está iluminado de forma asombrosa, la señora Rogers me anima a adentrarme hasta la sala y tomar asiento en el sillón.—Llamaré a Ángel —asiento y dejo mi bolso a un lado. Tomo una larga bocanada de aire y estiro mi cuello, hace un poco de frío aquí y me siento muy tensa, sinceramente creo que la entrevista fue muy rápida aunque con muchos contratos y especificaciones. Sobretodo me siento bien al ver la confianza que he generado en la señora Rog
Stella:—Hola campeón —dice mientras lo toma entre sus brazos. Jamás me imaginé al padre de Ángel así. Lleva ropa deportiva, tenis y su cabello revoloteado es tan oscuro como el de Ángel. Su tez es morena, como la canela, el mentón está tenso y bien formado. Rostro afilado y una nariz perfecta que juntos a sus profundos ojos oscuro lo hacen ver bastante atractivo, su mirada se profundiza aún más con las pobladas cejas y pestañas que la adornan.—Ella es Stella —dice la señora Rogers. El padre de Ángel me da un repaso con la mirada haciéndome sentir incómoda. Carraspeo y camino hacia él para después extender mi mano.—Stella Clarke —con un brazo carga a Ángel y con
Aaron:—¡¿Has traído a esa niña a cuidar de mi hijo?, ¿de verdad?! —mi madre acomoda su ropa con tranquilidad. Hay decisiones que toma y no logro entender.—No es una niña, de hecho tiene 25 años —bufo—¿Verificaste su pasaporte?, ni siquiera debe de estar preparada mamá, quiero una tutora para Ángel no una madre —ya, lo he dicho y me arrepiento al instante.—¿Una madre?, ¿no me digas que te ha gustado la chica? —mi madre suelta una carcajada y yo gruño.—No puedo hablar contigo en serio, ¿estás consciente de que puedes arruinar la educación de mi hijo, verdad?, de tu ni