¿Despedida?, Miro una y otra vez el sobre color blanco que me ha entregado la amable mujer de administración. Me vuelvo de nuevo hacia la sala con los chicos y algo duele dentro de mi pecho.
Innecesariamente la mujer me explica que hubo que hacer un recorte y como soy la educadora que lleva menos tiempo, 6 meses, aunque para mi fue un tiempo hermoso decidieron prescindir de mis servicios. Mi mente me taladra, sé que lo he hecho lo mejor que puedo, que he trabajado bien, los chicos… me necesitan.
Camino hacia el casillero y tomo de a poco mis cosas. Una pequeña mochila cruzada mi camisola a cuadros, dos libros que utilizaba para las clases y retiro la foto de mi padre en aquel verano inolvidable. Su sonrisa lo dice todo, éramos una buena familia. Cierro de un portazo el pequeño espacio y camino hacia la salida iluminada por un cartel color verde.
No puedo ir a despedirme de ellos… no puedo, terminaría llorando y no quiero exponerlos a eso. Mis pequeños.
Doy media vuelta, apresuro mi paso al mismo tiempo que pienso en que tengo que buscar trabajo ahora mismo.
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Miranda, A.©
Stella:Los días sin trabajo han pasado sumamente lentos. Acudí a varios lugares a entregar mi currículum pero parece ser que nadie necesita a una educadora con aspiraciones. La preparación, la lealtad y la responsabilidad ya no se premian en este mundo, tan vacío.Es por eso que ahora voy en un avión con destino a California. ¿Qué si como he llegado aquí?, he encontrado un anuncio en internet en un sitio para educadoras especializadas en niños con déficit de atención e hiperactividad, donde buscaban a alguien de tiempo completo para dedicárselo a un niño de 5 años, la paga es excelente, así que no lo pensé demasiado pues la verdad es que no tengo nada que me ate a casa. La boda de mi madre ha pasado y comienza una nueva vida con su nuevo y flamante e
Stella:—No señora —ella asiente y toma nota. Carraspeo un poco y reacomodo el cabello oscuro que se ha escapado de mi oreja.—¿Novio? —frunzo el ceño—No señora.—¿Hijos?—No señora.—Tengo entendido que usted vive en Arizona, debo dejarle en claro que en este trabajo viajará mucho. De hecho pasamos la mitad del año recorriendo el país debido al trabajo de mi hijo, ¿hay algo que le impida acompañarnos a la totalidad de esos viajes? —mi cara debe de ser un poema, la verdad es que estoy muy confundida y sorprendida pero al final me recuerdo de contestar.
Stella:Llegamos a un enorme pasillo con solo dos puertas, deben ser lugares muy reservados.—Por aquí querida —dice abriendo la puerta con una tarjeta.Me adentro en el lugar y como imaginé, se trata de un casi-departamento. El recibidor está iluminado de forma asombrosa, la señora Rogers me anima a adentrarme hasta la sala y tomar asiento en el sillón.—Llamaré a Ángel —asiento y dejo mi bolso a un lado. Tomo una larga bocanada de aire y estiro mi cuello, hace un poco de frío aquí y me siento muy tensa, sinceramente creo que la entrevista fue muy rápida aunque con muchos contratos y especificaciones. Sobretodo me siento bien al ver la confianza que he generado en la señora Rog
Stella:—Hola campeón —dice mientras lo toma entre sus brazos. Jamás me imaginé al padre de Ángel así. Lleva ropa deportiva, tenis y su cabello revoloteado es tan oscuro como el de Ángel. Su tez es morena, como la canela, el mentón está tenso y bien formado. Rostro afilado y una nariz perfecta que juntos a sus profundos ojos oscuro lo hacen ver bastante atractivo, su mirada se profundiza aún más con las pobladas cejas y pestañas que la adornan.—Ella es Stella —dice la señora Rogers. El padre de Ángel me da un repaso con la mirada haciéndome sentir incómoda. Carraspeo y camino hacia él para después extender mi mano.—Stella Clarke —con un brazo carga a Ángel y con
Aaron:—¡¿Has traído a esa niña a cuidar de mi hijo?, ¿de verdad?! —mi madre acomoda su ropa con tranquilidad. Hay decisiones que toma y no logro entender.—No es una niña, de hecho tiene 25 años —bufo—¿Verificaste su pasaporte?, ni siquiera debe de estar preparada mamá, quiero una tutora para Ángel no una madre —ya, lo he dicho y me arrepiento al instante.—¿Una madre?, ¿no me digas que te ha gustado la chica? —mi madre suelta una carcajada y yo gruño.—No puedo hablar contigo en serio, ¿estás consciente de que puedes arruinar la educación de mi hijo, verdad?, de tu ni
Stella:Son las 7:55 a.m. y salgo del elevador, me planto en la puerta de la habitación de la señora Rogers y llamo dos veces. En segundos abre la puerta con su enorme sonrisa.—Buenos días Stella, pasa, ¿cómo has dormido? —me invita a pasar mientras cierro la puerta tras de mi.—Bien señora ¿y usted? —vacila un poco—No muy bien, Ángel tuvo pesadillas anoche y…—¿Es común? —pregunto de inmediato, la veo caminar hasta la cocina mientras toma un taza para después servirse café. Ese detalle no me lo habían mencionado, la señora Rogers asiente—Desp
Stella:Estamos a punto de despegar con dirección a Utah en el Jet privado de los Rogers. Llevo una semana siendo su empleada.Aaron se ha comportado igual de frío, apenas y me dirige la palabra. Sebastián y yo nos llevamos bien, descubrí que es más pequeño que yo, aunque no lo parezca con su 1.85 metros de estatura y es muy agradable.Maya (la señora Rogers) y yo nos hemos vuelto más cercanas, últimamente cocinamos siempre juntas y todas las tardes tomamos un café mientras Ángel hace sus ejercicios.Todo parece ir bien, incluso con Ángel. Ha dado un paso enorme, ahora pronuncia mejor las palabras y su lengua casi no se traba, también ha aprendido 3 nuevos colores. Estoy muy feliz con &ea
Aaron:—¡Por Dios Aaron concéntrate! —escucho gritar a Matt, mi entrenador. Tiro golpes pero no tengo fuerza, no puedo dejar de pensar en esos hermosos ojos con gafas. Ocupan mi mente desde hace días. Solo quiero llegar al hotel y mirarla, escuchar como canta las canciones infantiles para Ángel, verla sonreír, mirarla hacer la comida y fruncir el ceño al probarla y captar esas majestuosas caderas moverse al compás de alguna nueva coreografía infantil. Niego varias veces y me recargo en la pared, no sé qué me pasa.—¿Qué tienes he?, ¿necesitas follar?, vale más que te compongas Aaron si no quieres perder esta pelea —niego entre jadeos y limpio mi frente con una toalla.—No voy a perder.