Stella:
Son las 7:55 a.m. y salgo del elevador, me planto en la puerta de la habitación de la señora Rogers y llamo dos veces. En segundos abre la puerta con su enorme sonrisa.
—Buenos días Stella, pasa, ¿cómo has dormido? —me invita a pasar mientras cierro la puerta tras de mi.
—Bien señora ¿y usted? —vacila un poco
—No muy bien, Ángel tuvo pesadillas anoche y…
—¿Es común? —pregunto de inmediato, la veo caminar hasta la cocina mientras toma un taza para después servirse café. Ese detalle no me lo habían mencionado, la señora Rogers asiente
—Despierta gritando.
—Bueno, trataré eso con él, solo esperaré a que me tenga más confianza, ¿Dónde está? —señala la televisión y lo miro aun con pijama—. Hey, ¿aún en pijama?
Al verme sus ojos se iluminan y corre a abrazarme, rodea con sus pequeños brazos mis piernas, eso me toma por sorpresa pero lo correspondo al instante.
—¿Cómo has dormido? —se queda mirando y luego esboza una sonrisa —. Bueno, ¿tomaste una ducha por la noche?
—Si
—Perfecto, entonces, vamos en busca de algo de ropa para comenzar con algunas lecciones.
Ángel toma mi mano y caminamos hacia su habitación. Parece algo cansado, puedo notar que no ha dormido del todo bien. Tengo que saber qué es lo que le angustia, que es lo que lo hace despertar gritando. Por lo pronto él ha dado el primer paso hoy, ha hecho contacto físico conmigo. Es buena señal.
—Entonces ¿Por qué crees que sean? —pregunta la señora Rogers mientras observamos a Ángel con sus cubos de plástico.
—Bueno, es difícil saber, solo me ha dicho que mira a una mujer llorar, no es usted, se lo he preguntado, y también que ve a su padre molesto —ella suspira—. Disculpe el atrevimiento señora Rogers pero la mamá de Ángel debería…
—No, ella no — dice negando rápidamente, la miro confundida y muerdo mi labio, he cometido una indiscreción—. No hay mamá de Ángel, no existe.
—Oh… bueno, discúlpeme.
—No te preocupes, ella no existe ni para Ángel, ni para mi hijo, es una mala mujer —asiento y trato de cambiar el tema cuando la puerta se escucha, Ángel se pone de pie de inmediato, sé que es su padre, no niego que preferiría no tener que verlo hasta el anochecer, pero al final el hombre de hielo entra al lugar.
—Buenas tardes —digo y él me ignora por completo. Se dirige con Ángel en brazos hasta cruzar otra puerta y cerrarla, resoplo y niego varias veces. Creo que a este hombre le faltaron modales.
El resto de la tarde fue muy desocupada para mí. He ayudado a la señora Rogers a preparar un pastel de manzana mientras Ángel y su padre miran el televisor o juegan. Observar su relación me hace entender más tanto al padre como al hijo, ambos son distraídos y aparentan ser relajados aunque por dentro solamente ellos saben lo que están cargando. La gran diferencia es que Ángel permite que lo ayuden pero el padre… el padre es caso aparte.
—El boxeador más temido en el octágono se presentará este fin de semana en… —la voz de Ángel resuena en todo el lugar.
—¡Eres tú papi, eres tú! —no puedo evitar mirar hacia el televisor y encontrarme con imágenes del señor hielo peleando con otro hombre.
—Si campeón, es tu papá—ahora lo entiendo todo, Aaron es peleador de la MMA, por eso los constantes viajes.
—¿Estás preparada para el próximo viaje? —la voz de la señora Rogers me sobresalta y me limito a asentir—. Es cansado al principio, después te acostumbras.
La puerta suena y Ángel corre a los brazos de otro hombre, tiene tez blanca y cabello negro, ojos verdes y me doy cuenta que es el mismo hombre que vi la noche anterior en el ascensor.
—Tío Bastian —el hombre saluda a Ángel para después fijar la mirada en mí.
—Y esta pequeña belleza ¿Quién es? —no puedo evitar sonrojarme y reacomodo mis gafas.
—Tela, Tela —dice Ángel extendiéndose en mi dirección para que lo tome en brazos y es lo que hago. La señora Rogers da un golpe en el hombro del atractivo hombre.
—Sé respetuoso, es Stella, la tutora de Ángel, querida, él es Sebastián, mi otro hijo —asiento
—Mucho gusto —el hombre me mira con una sonrisa maliciosa que me hace sentir un tanto cohibida.
—El placer es todo mío, créeme —dice para después mirarme fijamente mientras muerde sus labios, escucho un ruido extraño y me hago pequeña al ver a Aaron detrás de mí.
—Controla tu polla, Sebastián —me apresuro para alejarnos y así evitar que Ángel escuche eso, ¿Por qué los hombres no piensan lo que van a hablar frente a un niño?
—Polla, polla, Tela ¿qué polla?
—No, no Ángel, no debes de decir eso, son palabras feas —digo de forma apresurada y miro de mala gana a Aaron, quien ahora me ve confundido.
—Pero papá dijo…
—Pero no debes de decirla tú, eres un niño bueno y no tienes la boca sucia como papá —sonríe un poco encogiendo sus hombros.
—¿Papá tiene la boca sucia? —no puedo evitar reír
—Un poco sí, porque esa palabra no debe de decirse ¿no es así Señor Rogers? —escucho la risa de Sebastián y es cuando Aaron me fulmina con la mirada.
—Así es Ángel, no debes de decir esa palabra —el pequeño asiente varias veces y luego comienza a jugar con sus cubos de nuevo. Regreso a la cocina y la señora Rogers toma la palabra.
—Espero comiencen a pensar lo que dicen frente a mi nieto —y da media vuelta. Siento un escalofrío recorrer mi cuerpo. Sin levantar la mirada puedo saber que es a causa de Aaron, no sé porque me odia tanto, yo solo estoy ayudando a su hijo.
Stella:Estamos a punto de despegar con dirección a Utah en el Jet privado de los Rogers. Llevo una semana siendo su empleada.Aaron se ha comportado igual de frío, apenas y me dirige la palabra. Sebastián y yo nos llevamos bien, descubrí que es más pequeño que yo, aunque no lo parezca con su 1.85 metros de estatura y es muy agradable.Maya (la señora Rogers) y yo nos hemos vuelto más cercanas, últimamente cocinamos siempre juntas y todas las tardes tomamos un café mientras Ángel hace sus ejercicios.Todo parece ir bien, incluso con Ángel. Ha dado un paso enorme, ahora pronuncia mejor las palabras y su lengua casi no se traba, también ha aprendido 3 nuevos colores. Estoy muy feliz con &ea
Aaron:—¡Por Dios Aaron concéntrate! —escucho gritar a Matt, mi entrenador. Tiro golpes pero no tengo fuerza, no puedo dejar de pensar en esos hermosos ojos con gafas. Ocupan mi mente desde hace días. Solo quiero llegar al hotel y mirarla, escuchar como canta las canciones infantiles para Ángel, verla sonreír, mirarla hacer la comida y fruncir el ceño al probarla y captar esas majestuosas caderas moverse al compás de alguna nueva coreografía infantil. Niego varias veces y me recargo en la pared, no sé qué me pasa.—¿Qué tienes he?, ¿necesitas follar?, vale más que te compongas Aaron si no quieres perder esta pelea —niego entre jadeos y limpio mi frente con una toalla.—No voy a perder.
Stella:Son las 6 de la mañana y llevo dos cafés, no puedo más con el sueño, ya que no he dormido nada desde que salí de la habitación de Aaron ayer por la noche. No he dejado de reproducir mentalmente esa escena… me dijo hermosa, le parezco hermosa.Miro por la ventana del restaurante del hotel. Es una mañana lluviosa y nublada, el frio cala hasta los huesos.Hay pocas personas en el lugar, la mayoría son personas de la tercera edad y yo… pensando en los oscuros ojos de Aaron, sus palabras y su cercanía. No está bien que esté pensando en mi jefe de esta manera, no es correcto. Pero es tan atractivo.Ayer vi por primera vez su torso desnudo, en mi mente lo reproduje hasta el c
Stella:He dejado dormido a Ángel, me he despedido de la señora Rogers y ahora voy en dirección al bar del hotel. Necesito una copa. Estoy fuera de mi horario de trabajo así que puedo hacerlo.—Una margarita por favor —digo al hombre de la barra, me acomodo en la incómoda silla y veo llegar mi bebida, le agradezco y doy un sorbo, es deliciosa, trato de acallar mis pensamientos y libero mis ojos de las gafas, la verdad es que no veo nada bien pero tampoco deseo hacerlo.Después de un tiempo y con el cuerpo más relajado pierdo la cuenta de cuantas margaritas he tomado y junto a mi hay hombre bastante agradable con el que estoy charlando.—Así que ¿vienes con tu familia? —asiento, después
Aaron:Miro como el elevador se abre. Estoy tirado en el suelo y a mis espaldas tengo la puerta de Stella. Veo a Sebastián, Matt y Evan, mi familia en el octágono.—¿Que mierda paso?, Aaron…—La golpeé —escupo, mientras las lágrimas cae por mi rostro, miro mis manos aún con marcas de la pelea de esta noche, pero nada se compara con lo que hice. Una estuídez.—¡¿Qué hiciste qué?! —Matt bufa y comienza a caminar de un lado a otro—. ¿Cómo pudiste hacer eso Aaron?, ¡es una mujer!, ¡JODER, ¿QUE CREES QUE TODAS SON IGUALES A JULIA?!—¡CALLATE! —grito y me encuentro
Stella:—Adelante —me indica Sebastián y subo con Ángel en brazos.Se ha quedado dormido. Miro el asiento donde siempre voy y decido sentarme ahora en el lugar de Carlos.Siento la mirada de Aaron a mis espaldas, acurruco a Ángel en mi regazo y comienzo a acariciar su rostro, tú no tienes la culpa de esto pequeño. Me he encariñado tanto con él, que ciertamente no sé cómo serían mis días sin verlo al amanecer.—Stella —es la voz de la señora Rogers, toma asiento en el lugar que hay frente a mí—. Necesito que seas sincera conmigo, por favor, ¿nos vas a dejar?Sonrío con trabajo debido al dolor que me p
Stella:Hoy por la noche peleará Aaron. Después de lo sucedido ayer, no hemos cruzado ni una palabra, tampoco lo he visto. Después de que se fue comencé a llorar como Magdalena, de verdad me importa, me importa si está mal, me importa si algo le hace daño y… tampoco puedo dejar de pensar en él.Abrigo bien a Ángel para esta noche, acomodo mi chamarra, he seleccionado un pantalón oscuro, botas altas y un suéter holgado, añado una bufanda y terminamos saliendo del hotel.El frío está terrible, tengo miedo de que Ángel se enferme. El camino es bastante corto. Pronto llegamos al lugar y Sebastián nos conduce hacia nuestros lugares. Esta vez no serán muchas peleas, solo 3 y Aaron es el último, según lo que
Aaron:Tengo media hora corriendo y no puedo bajar la ansiedad que corre por mi cuerpo, de nuevo tuve que tomar esas pastillas para dormir.No puedo pensar en otra cosa más que en esos ojos… pero ya es hora de que me olvide de ellos. Tendré que despedirla.—¿Listo? —pregunta Matt y yo asiento. Voy directo hacia las duchas.Lo he analizado un par de horas, terminar con el contrato es la mejor opción y me importa un bledo que corra hacia la prensa, no puedo tenerla ni un minuto más cerca de mí. Tengo que alejarme de ella o me volveré loco.Salgo de las duchas y me coloco mi ropa deportiva, camino hacia el restaurante y escucho los gritos de Ángel