En la oficina de Mateo
Adriana, después de aceptar la propuesta de Mateo, le suplicó que le espere, mientras su mamá era dada de alta. Ella, se comprometió a trabajar en lo que él desee. Ante esta respuesta, él quiso saber más sobre esta y le preguntó:
—¿Tienes papá, Adriana? ¿Hermanos? ¿No, sé, cualquier otro familiar?
—No —respondió ella, categóricamente— A mi padre nunca lo conocí. Así que al irse mi madre, quedaré sola. Pero como tú me dijiste ayer, solo pasará lo que Dios quiere, para mí.
»En todo caso, estoy segura, Dios no me abandonará, nunca —afirmó ella con las palmas de sus manos unidas, a la altura de sus labios.
—Así es —respondió él, tomando sus manos y llevando estas a sus labios para dar un beso— Bueno, vamos a esperar que tu mamá se recupere para que comiences a trabajar ¿En qué Hospital la tienes? —interrogó él, pensativo.
—En el Hospital Central, está cerca de donde vivimos —contestó ella, mirando a este fijamente a sus ojos y tratando de descifrar ¿por qué le quería ayudar?
—¡Entonces, vamos! La quiero conocer y ver de qué manera las puedo ayudar —explicó él, mientras salía con ella de su oficina.
Mateo habló con su asistente, suspendió las reuniones de esa mañana y anunció que regresaría después del almuerzo. Él, llevó las bandejas de comida, para la mamá y la amiga de ella. Finalmente, bajaron por el ascensor privado de su uso exclusivo.
Su asistente personal y sus secretarias estaban asombradas. Él, no se parecía en nada a su hermano, en relación a su carácter y personalidad. Aquel, era muy arrogante, soberbio y a veces cruel con sus empleados, todo lo contrario a Mateo. Sin embargo, los dos tenían fama de mujeriegos. No obstante, esta joven no parecía ser su tipo.
Por otro lado, desde el punto de vista de su físico, parecían gemelos, solo que con ciertas diferencias de edad. Los dos, son atractivos, altos, atléticos, inteligentes y billonarios. Eran considerados los reyes del ramo inmobiliario, la construcción y de las inversiones tecnológicas.
Al salir de la Torre, ellos dejaron una ola de rumores que llegaron de inmediato a oídos de sus hermanas. Estas, estaban muy intrigadas por saber ¿de dónde conocía su hermano, a esa joven? Al parecer, no pertenecía a su círculo social.
Él, desde ese día, comenzó a ayudar a Adriana y a su mamá. Si bien es cierto, que la señora Marisol estaba en las últimas, este logró que los viviera con comodidad y tranquilidad.
En virtud de esto, contactó a la Directora de la Fundación, para que les ayudara. Fundamentalmente, para que Adriana no se enterara, que la ayuda venía directamente de él y así ella no la rechazare.
Lo primero que hizo fue sacar a las dos del lugar donde vivían y las trasladó a uno de los apartamentos de su propiedad. Este inmueble, estaba ubicado cerca de la Torre González, de tal manera, que cuando Adriana comience a trabajar, le quede cerca.
Ella, no quería aceptar más ayuda de él, pero a través de la Fundación, la recibió. Esta, trabajó horas para la Institución, a cambio de los servicios que obtuvo su madre. En este sentido, la habitación de su mamá, fue acondicionada para que recibiera todo lo que necesitaba.
Además, les hicieron entrega de comidas, medicinas, ropas, calzados, entre otros. Aunado a esto, a Adriana le facilitaron todo el equipo tecnológico, que requería para que prestara servicios, sin descuidar a su mamá y obviamente, no necesitó incorporarse a la empresa de él.
Su mamá, estaba sumamente agradecida con Mateo por toda la ayuda prestada. También, tenía la ilusión, que se enamorara de su hija, para morir tranquila, al saber que ella quedaba protegida. Él, era un hombre bueno, responsable y con mucha humildad, un auténtico ángel de la guarda.
Quince días después…
Reunidos nuevamente en la empresa, las hermanas de Mateo, respaldadas por otros socios, exigieron que si en el plazo de un mes, no anunciaba como mínimo un compromiso matrimonial con alguna de sus conquistas, entonces lo obligarán a comprometerse con Lila Rojas .
Mateo, enojado y convencido que no necesitaba de esta unión matrimonial, para asegurar su estabilidad y permanencia en el cargo, se levantó de la silla, furioso, golpeando fuertemente la mesa.
—A mí, nadie me obliga a hacer lo que no quiero. Yo no voy a tomar una decisión de esa magnitud, por mero capricho de ustedes —afirmó con severidad, retirándose de la sala de junta, enfurecido y dando un portazo.
En vista de esta situación, él se encerró en su Despacho, se preparó un whisky y comenzó a dar vuelta, a la idea de tener un romance con Adriana, que no es de su círculo social, pero le atrae mucho e incluso, puede comprometerse con ella, solo para dar una lección a sus hermanas.
«¡Ya estoy harto de esta amenaza! Cómo de que Lila, me acose, porque estoy seguro, es ella, quien está detrás de todo esto», pensó él, saboreando la bebida.
«¿Veremos, quién gana y quién se sale con la suya?», se cuestionó irónicamente Mateo, levantando su vaso, en señal de brindis.
Una semana después…
Al salir de su oficina, Mateo había tomado una decisión conquistar a Adriana y hasta casarse con ella, lo más rápido posible. Quería realmente castigar a sus hermanas y una forma de hacer esto, era casándose con alguien que no pertenece a su mismo círculo social.
Esa tarde, al concluir su trabajo decidió visitar a Adriana e invitar a esta a cenar. Obviamente, ella rechazó su invitación, puesto que no quería dejar a su mamá sola. Sin embargo, como fue invitada en presencia de esta, la convenció para que aceptara y le aseguró que estará bien.
—¡Perfecto, mami! No obstante, Mateo debes esperar que me cambie —afirmó Adriana sonriendo y mirando a este encantada.
Ella, ya no lo miraba como hacía un mes atrás. Él, estaba despertando en ella emociones y sentimientos, que nunca antes había sentido por alguien. Sin embargo, estaba bien ubicada, con sus pies bien puestos en la tierra, de que él nunca sería suyo.
—¡Guau! Tú no necesitas mucho ¡Eres hermosa, al natural! —Confirmó Mateo, dirigiendo una mirada cariñosa a ella, como hasta ahora no lo había hecho.
—¡Gracias! —Manifestó Adriana agradecida y emocionada— En todo caso, no hay mucho para elegir —sonrió, con una mirada profunda.
—¡Tu belleza, opaca lo que sea a tu alrededor! —expresó él, practicando sus dones de conquistador con ella...
Al estar lista Adriana, salió del apartamento junto a Mateo, caminando el uno al lado del otro, sin rozar para nada sus cuerpos entre sí. Sin embargo, cada uno de ellos, sintió una especie de chispazo que sus cuerpos producían por la cercanía del uno con el otro. Definitivamente, eran emociones nuevas para los dos.Al llegar al restaurante, Mateo se encontró con su amigo Pablo, quien estaba acompañado. Los dos se saludaron, él presentó a Adriana a su amigo, el cual quedó asombrado con su belleza. Después, se separaron y este se dedicó a disfrutar la noche con ella.—¿Cómo te sientes viviendo en el apartamento? —preguntó él, con curiosidad. Mientras el mesero servía las bebidas.—¡Excelente! Nunca voy a tener como pagarte todo lo que has hecho por mi madre y por mí. Aunque siento que las personas del edificio me miran raro —aseguró ella, haciendo un puchero y agregando— ¡Ninguno es como tú!—¿Cómo así, que te miran raro? Y ¿Cómo soy yo? —preguntó él sonriendo, observando al mesero, ser
Mateo se quedó observando a Adriana, quien le respondió de inmediato, para aclarar su silencio.—¡No te estoy ignorando! Todo esto es nuevo para mí y no sé qué hacer ni que decir ¡Te lo juro! Esto ha sido muy sorpresivo. Prefiero no imaginar, ni creer nada —respondió ella, sintiendo un fuerte nudo en su garganta y sus ojos listos para desbordarse en lágrimas.—¡No, por favor no llores, Adriana! Es lo que menos deseo, ser el causante de tu llanto. Vamos a dejar que todo fluya libremente y ver hasta dónde nos lleva esto que siento. No te voy a presionar. Pero hay algo que deseo saber.—¿Qué quieres saber? —preguntó ella, con una sonrisa, mientras reflexionaba.«Ahora la ansiosa soy yo», pensó ella, tapándose el rostro con su mano izquierda y sintiendo mucha vergüenza.—¿No te gusto como hombre, ni aunque sea un poquito? ¿Ni siquiera, así? —mostrando sus dedos índice y pulgar, casi juntos, con muy poca separación entre ellos.Adriana, ante este gesto, se limitó inicialmente a sonreír, si
Siendo las once de la mañana, Mateo llegó a la empresa acompañado por Adriana, quien sentía mucho susto. Ella, será “evaluada” por sus cuñadas, quienes juzgaran si es la candidata o no, ideal para su hermano aunque ya este lo decidió.Así que, ¿cuál es el susto? pensó ella. Apretando con fuerza la mano de Mateo, quien la dirigía hacia la sala de junta.En el trayecto hacia dicha sala fueron muchos los ojos de envidia e intriga que les siguieron. Al parecer todos estaban esperando por la llegada de ellos. Siendo observado muy insistentemente, el escote delantero del vestido de Adriana.—¿Lista para enfrentar a los leones? —preguntó él, al llegar a la puerta.—¡Ssssí Mateo! Aunque con un poquito de susto, pero lista, mi amor —siseó ella, con su voz trémula recibiendo un suave beso en sus labios.Él, giró la manilla de la puerta y entró con diez minutos de retraso, por lo que todos los accionistas y los invitados dirigieron hacia ellos la mirada, sobre todo a la joven que lo acompañaba y
—Definitivamente, Mateo, ¿De dónde sacaste a esta mujer? ¿La contrataste para que se hiciera pasar como tu prometida? Porque no puedo creer que seas tan inepto para elegir esposa —comentó Angélica, totalmente enfurecida y levantándose de su asiento.—¡Prefiero ignorarte! —Comentó él, tomando a Adriana de la mano y ayudando a que ella se levante de la silla— ¡Vamos, mi amor!—¡Tú no vas a ningún lado! Hasta tanto no terminemos esto —gritó nuevamente Arantza, convertida totalmente en una fiera.Mateo, con una mirada siniestra, se sentó de nuevo junto a Adriana pegando su silla a la de ella, rodeando a esta, con sus brazos. Luego, tomó una de sus manos, la llevó a sus labios y la besó suavemente. Comentando muy bajito:—¡Disculpa, mi amor! Este absurdo, pero así son las mujeres de mi familia —haciendo reír abiertamente a Adriana. Lo cual no agradó a ninguna de las hermanas de Mateo. Mientras, los demás accionistas, optaron por retirarse y dejar este espectáculo solo para la familia.—¿Qu
El día esperado llegó, en un acto sencillo, Adriana y Mateo contrajeron matrimonio. Celebración esta que hicieron en el apartamento donde reside ella, para evitar tener que movilizar a Marisol hacia otro lugar. De esta manera, él complacía a su suegra, quien ahora si parecía estar en los últimos días u horas de su vida.Para este acto, estuvieron presentes Pablo y Miguel, los dos mejores amigos de Mateo. Además, de Raquel y Rosa las mejores amigas de Adriana. En este acto, Marisol hizo alarde de su inmensa felicidad al ver a su hija casada justo antes de morir.Lamentablemente, esa misma noche de la boda y antes de la fuga de los novios, Marisol su madre, llegó a su triste final. Las amigas de ella, decidieron quedarse para hacer compañía a esta, al igual que Mateo. Él, se sentía impotente, al no poder evitar tanto dolor a Adriana.Sin embargo, debió viajar con urgencia, por asuntos de negocios, los cuales no pudo evadir, después del entierro de su suegra. Él, pensando que las amiga
Entretanto, en el frente de la casa donde Adriana vivió, seguían discutiendo Darío, Raquel y Rosa. Ellas, al ver llegar a esta con un morral, corrieron hacia ella, le rodearon y abrazaron para explicar lo que acababa de pasar.—Amiga ¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes? ¿Por qué te fuiste del apartamento? —preguntó Raquel.—¿Cómo sabes que me fui del apartamento? —preguntó Adriana, asombrada y con una mirada inquisitiva.—Me puedes explicar ¿Cómo es eso, que te casaste? ¿Cuándo? Y ¿Con quién? —gritó Darío acercándose a Adriana de forma amenazante.Ella, estaba realmente asombrada por las preguntas. No comprendía lo que pasaba así que pidiendo calma a todos, trató de dar respuestas a cada uno.—Raquel ¿Cómo sabes que me fui del apartamento? —preguntó ella atónita.—Porque vino tu esposo a buscarte —respondió mirando a esta con una sonrisa— ¡Se veía realmente preocupado! —aseguró ella.—Él, dijo que perdió el celular en un baño del aeropuerto, al llegar a Argentina y no se sabe los números d
En el apartamento de Mateo—¡Sí, así dicen! —contestó Adriana, sonriendo a la frase citada por su esposo y a la pregunta formulada por él— Y sí mi amor, como digas ¡Vamos a comer! Ahora, si se me despertó el apetito —afirmó ella.Él, se encargó de pedir suficiente comida, por si ella sentía después más hambre. Al llegar el delivery almorzaron, luego descansaron un rato. Cuando ella despertó, Mateo le acarició y le besó con ternura.Éste, sabía que debía tener mucha paciencia con ella, por eso, comenzó una serie de juegos y caricias, entre sus labios, mandíbula, mejillas y parpados. Luego, se concentró en la parte más sensible, en el lóbulo de su oreja y en el cuello.—¿Qué haces? —preguntó ella, observando que tenía la piel de gallina.—¡Adorarte! ¡Eres muy hermosa! ¡Hueles rico! —agregó él, apoderándose de sus labios, empujando su lengua en la boca de ella. Esta, ante su insistencia abrió su boca para recibir la lengua de este.—Deja que me duche primero —suplicó ella tímidamente.—H
En el apartamento de Mateo—¡No! Mateo, todo debe tener un límite —aseguró Adriana— Tú no has sido tacaño conmigo, al contrario, me has dado demasiado, sin tener nada conmigo —expresó ella haciendo que él interiormente se sintiera satisfecho de todas sus palabras. Aun así, no aceptó su negativa.—¡Adriana, no voy a aceptar tu negativa! La tarjeta, es tuya e incluso está a tu nombre, no hay vuelta atrás —afirmó él, satisfecho acercándose nuevamente a ella por detrás, haciendo que ella sintiera su nueva erección.—¡Yo quiero de ti, tu amor! Que me ames siempre, es demasiado divino como me haces el amor —confesó ella, por lo que su cuerpo se estremeció y tembló al sentir en sus nalgas la dureza del miembro de Mateo, el cual le hacía sentir inmensas y placenteras sensaciones.—¡Ajá! —Susurró él eufórico, al oído de ella— ¡Te gustó! Pensé que no te había gustado —manifestó, observando la piel de ella toda enchinada, besando suavemente el hombro y el cuello de su mujer— ¿Por qué me rechazas