En la mansión de Kelvin FuenmayorDon Kelvin, al llegar a su mansión entró a su despacho y se sentó a contemplar las fotos de Marisol lamentando no haber buscado a esta, con mayor énfasis cuando murió su esposa.«De haber hecho esto, estaría hoy por hoy, disfrutando de mi hija y de mis nietos felizmente», pensó él reflexivo.En todo caso, ya había elaborado su testamento, nombrando a Adriana como su única y universal heredera. Esto, fue con el fin de que si ella y Mateo tenían más hijos, todos pudieran heredar su inmensa fortuna.Al llegar a su habitación, dejó correr por su rostro dos gruesas lágrimas, las cuales reprimió en presencia de Adriana para que ella no se enterara de lo mal que se sentía por su rechazo. Él, no quería afectar en nada su estado de ánimo, para no perjudicar la salud de su nieta.«Es solo mi responsabilidad Marisol, que mi hija no me acepte. Tenías razón al no dejar rastro para que no te encontrara, pues te hice sufrir mucho», analizó él, con mucha tristeza en
Adriana, en horas de la tarde cayó en un fuerte estado depresivo. Durante las primeras semanas después del parto, ella se sentía muy bien, dejando de lado, cualquier sensibilidad o depresión postparto. No obstante, ese día, después que se marchó Mateo lo pasó encerrada en su habitación llorando, manteniendo preocupados a todo el personal del servicio.—¡Señora, no debe ponerse así! Eso afecta a la niña, puede enfermarla del estómago y será peor —le recomendó Alicia, quien la había visto llorar varias veces en el día, además que no había querido comer nada.—¡Es que no lo puedo controlar! Alicia, me duele mucho la actitud de él, debe saber por lo que estoy pasando, en vez de apoyarme, me dio la espalda —confesó ella, con asombro sin mencionar a esta ¿cuál era la situación que estaba viviendo en ese momento, con su esposo?.—¡Tranquilícese, señora! ¿Por qué no llama, al señor? Usted sabe que él, ¡la adora! Todos somos testigo de eso! —Aseguró Alicia, quien estaba preocupada por Abryl y
Mateo, le pidió que le preparara una taza de leche caliente con muy poca azúcar para dar a su mujer y para él, un batido bien frío, pero sin leche. Esta, bajó de una vez, mientras él observaba el desgaste que ella sufrió al pretender castigarla.Este, se duchó, pero al buscar su ropa en el vestier no estaba. Por lo visto, ella había sacado de la habitación todas sus pertenencias. Él, respiró profundamente, buscó en el baño su pijama y se vistió.Al abrir la puerta del baño, observó que Gisela estaba colocando las dos bebidas que pidió, en una de las mesas de noche. Él, le ordenó que se retirara a dormir, que después bajará la bandeja. Encendió la luz y ella se movió. Este, se acercó con la taza de leche tibia, despertando suavemente y hablando al oído a su esposa.—¡Adriana, mi amor despierta! ¡Por favor, bebe esto! —Suplicó, ayudando a que ella se sienta en la cama. Sin embargo, estaba como desmayada.»¡Adriana, Adriana! Has un esfuerzo, mi amor —rogó él.—¡No, no, no puedo! —bal
—¡No! Nunca digas eso, tú eres la mejor madre del mundo, para muestra mi primer hijo, fue criado por ti sola, en sus primeros meses de vida y es un niño extraordinario. Yo estoy muy orgulloso de él —agregó Mateo, consolando a Adriana..—¡Te defraudé ayer! Si no es por Alicia, pude haber arriesgado la vida de mi hija —sollozos.—¡No, no voy a aceptar que me hables mal de ti! Tú eres lo más extraordinario que Dios me regaló, así que no te lo permito —concluyó y ella sonrió ante sus palabras.Mateo se acuclilló a su lado y la besó tiernamente en los labios. Él, le habló como si fuera una niña, la calmó totalmente, recordando a esta que estaba ahí y le aseguró que eso jamás se repetirá. La enfermera, observó todo esto con envidia, al ver como un ejemplar masculino tan varonil, tan poderoso y buen mozo, estaba domado y sumiso, ante una mujer tan menuda, insegura y quien al parecer no caminaba.—¡Ya mi amor! —respondió ella, concentrándose en la alimentación de Abryl.—¡Ya vengo! Voy a es
Angélica con una mirada escudriñadora, trato de leer la verdad en los ojos de Diego, ella siempre admiró en él su sinceridad y honestidad.—¡No lo dudes, Angélica! Pienso que a tu hermana, le hace falta una persona que se interese sinceramente en ella, por lo que es, no por lo que tiene. Igual a mi amigo, le hace falta una mujer que lo acepte y valore por lo que es y no por lo que desean hacer de él —aseveró Diego serio.—¡No me digas, que ahora te está llamando la atención la psicología! —Afirmó ella, sonriendo al imaginarse a este como un ángel cupido.—Son dos personas a quienes aprecio mucho —aclaró él— y me gustaría ver a estos, felices. Él, viene de terminar una relación de más de cinco años, pero la cual se estaba volviendo muy tóxica.—¡No me digas! —Replicó ella— ¿Terminó con la modelo con la que fue fotografiado en estos días? —formuló Angélica, llevándose las dos manos a la cabeza, pensando que cometió un grave error cuando le mostró la foto a su hermana.—Si ¿Cómo lo sabe
Mateo comenzó a besar a Adriana y a despertar en ella todas las emociones que la hacen perder la razón. Ella, disfrutó de sus caricias y recordó por lo que había ido a su despacho, así que entre besos y besos, se lo contó. Él, decidido a que nadie le traerá más problemas con ella, le respondió…—Te prometo que al resolver mi necesidad primaria la despediré —afirmó, sonriendo en los labios de ella— Además, es ilógico y absurdo que mantenga esa actitud contigo que eres la dueña de la casa, es más, son decisiones tuyas no mías.Adriana, a partir de ese momento se concentró en satisfacer, complacer y dar a su marido lo que él tanto anhelaba. Este, hacía lo mismo. Entre juegos y caricias, recorrió con ella todo el despacho. Los dos perdieron por un buen rato la noción del tiempo, llegando a la satisfacción plena, logrando el clímax sexual.Al culminar esta entrega, él salió feliz con ella en brazos hacia su dormitorio, la metió en la ducha, la bañó, luego le secó su cuerpo delicadamente co
Un día despuésEn la clínica Diego, iniciando su guardia, caminó hasta el consultorio de su amigo Mauricio para recordar a este la invitación que le hizo para noche buena. En vista, que faltan tres días para esto y como no quiere fallar a Angélica, ni a Arantza, desea asegurarse que este, le acompañará aun cuando no le ha informado donde será la cena.—Hola, amigo —saludó él— Vengo a recordarte la invitación que te hice, ¿siempre irás conmigo? —Cuestionó.—¡Hola! —Respondió Mauricio— Obvio, te acompañaré, sobre todo si es a la mansión González ¡Ja, ja, ja! —declaró él.—¿Cómo supiste? —preguntó Diego sonriendo, al darse cuenta que había sido descubierto por su amigo.—¡Ayer, me llamó Arantza! Para invitarme, así que fue fácil deducirlo.—¡Ja, ja, ja! ¡Perfecto! Me parece mejor así, porque no te llevaré como niño engañado —los dos sonrieron ante este comentario.—¿Nos encontramos allá o paso por ti? —preguntó Diego.—Nos encontramos allá. Cuando vaya a salir te llamo —anunció Mauricio
Angélica, con una sonrisa amplia y sincera, contempló a Diego, con mucha devoción y amor, detallando cada gesto de este...—¡No, para nada! Ahora, quiero que hablemos sobre los motivos de mi llamada: ¡soy libre! ¡Mi amor, conseguimos un indulto presidencial! Mateo y Marcos tramitaron todo y lo consiguieron —aseguró ella con una sonrisa de oreja a oreja.—¡¡¡Me alegro, mi amor!!! —Gritó el eufórico y feliz— Entonces, podemos continuar nuestra vida y nuestra relación donde la detuvimos cuando me fui —agregó él muy contento, abrazando y besando a esta, apasionadamente.Ella, respondió a este beso con toda pasión y deseo, lo anhelaba tanto como él. No obstante, quería hacer las cosas bien, sin ser ella quien tomé la iniciativa. Esta, deseaba que él le corteje, le enamore y sobre todo, le proponga ser su novia.Angélica, lo puso al tanto de todo lo que había ocurrido y lo que estaba en pleno proyecto, su nuevo negocio. Ella y Arantza decidieron desligarse del negocio familiar, dejando en