«Diego es muy apasionado, recuerdo que cuando estuvimos juntos me confesó que lo que más le encantaba de mí después de mi cuerpo, eran mis besos. Entonces, no entiendo por qué se fue», pensó Angélica con tristeza.Respirando y exhalando el aire profundamente, subió a su recámara, buscando en su closet los álbumes donde guardaba parte de sus recuerdos. El resto los tiene grabados en su corazón. Él, ha sido su único y gran amor. Nunca lo pudo olvidar.«¡Dios, Diego! ¿Por qué volviste? ¿Por qué encendiste de nuevo esta hoguera? Ya este fuego lo había apagado, lo fui haciendo poco a poco», reflexionó con tristeza ella y dejando que sus ojos se inundaran de lágrimas.¡Toc, Toc! —sonó la puerta.—Entra, hermana —contestó ella secándose las lágrimas.—¡¡Bueeeno!! ¡Cuéntame! ¡Anda no seas mala, dime! —exigió Arantza halando a su hermana de la cama por un brazo para que se sentara y le contara lo que había pasado con Diego.—¡Nada! —respondió Angélica con una leve sonrisa, ocultando su tristez
Luego, pasaron al comedor y cenaron, resultando una velada muy agradable en la cual todos disfrutaron incluyendo el pequeño Mateo, quien en su silla de bebé acompañaba a sus padres. Después, pasaron al salón íntimo y al llegar ahí, Adriana con sumo agrado tomó el álbum para revisar este, en tanto Alicia se llevó a Mateo para que se durmiera.Mateo, ante esto, se sentó al lado de su mujer entregando un nuevo trago fuerte a su suegro, observando él también las fotos que eran varias. En ellas, se observaba la felicidad que irradiaba Marisol al lado de Kelvin.—Don Kelvin, aquí hay fotos que dejan evidenciar que usted vivió con mami ¿Fue así? —Interpeló ella, levantando su mirada hacia él, quien ya empezaba a perder el color en su rostro— ¿Le ocurre algo?—No hija nada. Creo que tu marido me preparó la bebida muy fuerte o ya no tengo edad para ese tipo de bebida —comentó él, tratando de calmarse, fingiendo una sonrisa.—Entonces, no lo siga bebiendo, ¿le traigo un jugo natural? —ofreció
Mateo, quedó sorprendido ante la actitud de su mujer:—¡No! ¿Recuerdas la primera vez que te fuiste de aquí? Me peleaste porque estaba dudando de ti —explicó él.»Como te había puesto a alguien que te siguiera, esa persona me informó que Kelvin había hecho una prueba de ADN con Mateo. Celoso, me enfurecí y a pesar de que estaba seguro que era mi hijo, me dejé llevar por los celos.»Posteriormente, quise sobornar a la trabajadora de la clínica para que me diera información sobre el resultado. Sin embargo, no lo aceptó. No me quedó más que enfrentar a Kelvin, fue ahí cuando me mostró el resultado de la prueba y ya tú te habías enojado conmigo.—¡Me hiciste sentir tan mal! ¡Los odios! Son unos traidores —gruñó ella, separándose de él y luchando por salir del cerco de sus brazos, pero él no lo permitió.—¡Ponte en mis zapatos, Adriana! ¡Entiéndeme! No era fácil para mí. Después no te pude aclarar nada porque tu padre me pidió tiempo. Entretanto, buscaba el mejor momento para decírtelo, pu
En la mansión de Kelvin FuenmayorDon Kelvin, al llegar a su mansión entró a su despacho y se sentó a contemplar las fotos de Marisol lamentando no haber buscado a esta, con mayor énfasis cuando murió su esposa.«De haber hecho esto, estaría hoy por hoy, disfrutando de mi hija y de mis nietos felizmente», pensó él reflexivo.En todo caso, ya había elaborado su testamento, nombrando a Adriana como su única y universal heredera. Esto, fue con el fin de que si ella y Mateo tenían más hijos, todos pudieran heredar su inmensa fortuna.Al llegar a su habitación, dejó correr por su rostro dos gruesas lágrimas, las cuales reprimió en presencia de Adriana para que ella no se enterara de lo mal que se sentía por su rechazo. Él, no quería afectar en nada su estado de ánimo, para no perjudicar la salud de su nieta.«Es solo mi responsabilidad Marisol, que mi hija no me acepte. Tenías razón al no dejar rastro para que no te encontrara, pues te hice sufrir mucho», analizó él, con mucha tristeza en
Adriana, en horas de la tarde cayó en un fuerte estado depresivo. Durante las primeras semanas después del parto, ella se sentía muy bien, dejando de lado, cualquier sensibilidad o depresión postparto. No obstante, ese día, después que se marchó Mateo lo pasó encerrada en su habitación llorando, manteniendo preocupados a todo el personal del servicio.—¡Señora, no debe ponerse así! Eso afecta a la niña, puede enfermarla del estómago y será peor —le recomendó Alicia, quien la había visto llorar varias veces en el día, además que no había querido comer nada.—¡Es que no lo puedo controlar! Alicia, me duele mucho la actitud de él, debe saber por lo que estoy pasando, en vez de apoyarme, me dio la espalda —confesó ella, con asombro sin mencionar a esta ¿cuál era la situación que estaba viviendo en ese momento, con su esposo?.—¡Tranquilícese, señora! ¿Por qué no llama, al señor? Usted sabe que él, ¡la adora! Todos somos testigo de eso! —Aseguró Alicia, quien estaba preocupada por Abryl y
Mateo, le pidió que le preparara una taza de leche caliente con muy poca azúcar para dar a su mujer y para él, un batido bien frío, pero sin leche. Esta, bajó de una vez, mientras él observaba el desgaste que ella sufrió al pretender castigarla.Este, se duchó, pero al buscar su ropa en el vestier no estaba. Por lo visto, ella había sacado de la habitación todas sus pertenencias. Él, respiró profundamente, buscó en el baño su pijama y se vistió.Al abrir la puerta del baño, observó que Gisela estaba colocando las dos bebidas que pidió, en una de las mesas de noche. Él, le ordenó que se retirara a dormir, que después bajará la bandeja. Encendió la luz y ella se movió. Este, se acercó con la taza de leche tibia, despertando suavemente y hablando al oído a su esposa.—¡Adriana, mi amor despierta! ¡Por favor, bebe esto! —Suplicó, ayudando a que ella se sienta en la cama. Sin embargo, estaba como desmayada.»¡Adriana, Adriana! Has un esfuerzo, mi amor —rogó él.—¡No, no, no puedo! —bal
—¡No! Nunca digas eso, tú eres la mejor madre del mundo, para muestra mi primer hijo, fue criado por ti sola, en sus primeros meses de vida y es un niño extraordinario. Yo estoy muy orgulloso de él —agregó Mateo, consolando a Adriana..—¡Te defraudé ayer! Si no es por Alicia, pude haber arriesgado la vida de mi hija —sollozos.—¡No, no voy a aceptar que me hables mal de ti! Tú eres lo más extraordinario que Dios me regaló, así que no te lo permito —concluyó y ella sonrió ante sus palabras.Mateo se acuclilló a su lado y la besó tiernamente en los labios. Él, le habló como si fuera una niña, la calmó totalmente, recordando a esta que estaba ahí y le aseguró que eso jamás se repetirá. La enfermera, observó todo esto con envidia, al ver como un ejemplar masculino tan varonil, tan poderoso y buen mozo, estaba domado y sumiso, ante una mujer tan menuda, insegura y quien al parecer no caminaba.—¡Ya mi amor! —respondió ella, concentrándose en la alimentación de Abryl.—¡Ya vengo! Voy a es
Angélica con una mirada escudriñadora, trato de leer la verdad en los ojos de Diego, ella siempre admiró en él su sinceridad y honestidad.—¡No lo dudes, Angélica! Pienso que a tu hermana, le hace falta una persona que se interese sinceramente en ella, por lo que es, no por lo que tiene. Igual a mi amigo, le hace falta una mujer que lo acepte y valore por lo que es y no por lo que desean hacer de él —aseveró Diego serio.—¡No me digas, que ahora te está llamando la atención la psicología! —Afirmó ella, sonriendo al imaginarse a este como un ángel cupido.—Son dos personas a quienes aprecio mucho —aclaró él— y me gustaría ver a estos, felices. Él, viene de terminar una relación de más de cinco años, pero la cual se estaba volviendo muy tóxica.—¡No me digas! —Replicó ella— ¿Terminó con la modelo con la que fue fotografiado en estos días? —formuló Angélica, llevándose las dos manos a la cabeza, pensando que cometió un grave error cuando le mostró la foto a su hermana.—Si ¿Cómo lo sabe