PROMETEME
Su respuesta lo absolvió inmediatamente de toda sospecha mía. Él no era el asesino de mi marido. Su coartada era perfecta, solida y sin grietas. No había duda, él no era el culpable. No lo era.

Sin embargo, saberlo no me hizo sentir mejor. No me trajo alivio, solo un aguijonazo de dolor traicionero, resentimiento y celos, una ola enorme de frios celos.

—¿Vivian juntos? ¿Cómo... pareja? —completé en un hilo, mirando esa expresión culpable suya.

Tragó de forma visible y asintió lento.

—Si. Hace un año me fui a vivir a Londres, para resolver asuntos legales, y siendo mi abogada, ella me acompañó —explicó—. Vivimos juntos, y de repente, nuestra relación rebasó la linea de cliente y abogada.

Uní los labios con fuerza. ¿Por qué me afectaba tanto saber eso? No tenía derecho, yo lo había dejado por otro, yo había sido la primera en avanzar y formar una vida con alguien más. No tenía derecho de disgustarme, de sentirme así.

—¿Te gustaba tanto como para volverla tu pareja? —inquirí apartando la
Tatty G.H

Hola a todas. Espero poder continuar la historia a partir de ahora, después de una larga pausa. Gracias por la paciencia y espera, estaré feliz de verte de nuevo acompañando a Livy. ¿Ya leíste las 2 historias que acompañan esta trilogía? Te las recomiendo encarecidamente.

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