INUSUAL NATURALEZA
Permanecí indecisa en las escaleras, preguntándome sí subir o no. Quería saber qué hablaban o hacían. Pero al final volví a la sala y me senté en ella a esperar. Los dos volvieron a bajar media hora después, y parecían haber discutido, ya que Gisel salió de la casa sin siquiera mirarme.

—¿Desayunaste?

La pregunta del señor Demián fue casi exigente. Sonaba un poco molesto.

—Lo hice —contesté recogiendo las piernas bajo el mentón.

Lo sentí acercarse, y un instante después, se arrodilló a mi lado. Su mirada recorrió mi vestimenta y se volvió suave, inusualmente amable.

—Lo siento, Lizbeth, debo ausentarme.

Parte de mi disgusto desapareció al momento.

—¿Se irá? ¿A dónde? ¿Cuándo volverá?

Él vaciló brevemente. Era la primera vez que se mostraba indeciso.

—Será por hoy y mañana. Estaré aquí el lunes.

Pensaba desaparecer. ¿Se iba con Gisel? No lo parecía. ¿A dónde Katerin? Debía averiguarlo.

—¿Puedo acompañarlo? —le solté por puro impulso.

Esperaba una negativa inmedia
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