AGRIDULCES ENCUENTROS
—¿Es tan necesario hacer esto?

Asentí, mirando cómo cruzaba los brazos sobre él pecho y exhalaba con clara frustración. Sebastián había hecho salir a todos de la oficina en cuanto el señor Daniels me propuso hablar a solas.

—Yo no tuve problemas cuando hablabas con Abril para resolver su relación —dije y también crucé los brazos—. Y tú me prometiste ayudarme, recuérdalo.

Sin una palabra, se acercó a mí y abrazándome, apoyó el mentón en mi cabeza.

—Lo sé, sé que toleraste mi cercanía con Abril, y también sé lo que te prometí. Es solo... solo no me gusta la idea que estés cerca de él.

Yo tampoco quería estar a solas con ese hombre, pero tenía razón: yo quería saber cómo es que mi vida había cambiado tanto en tan poco tiempo.

—Volveré por la tarde. Lo juro.

Sin más me liberé de sus brazos y caminé hacía la puerta.

—Sino vuelves, te buscaré, Evelyn —sentenció su voz grave a mis espaldas—. No olvides quién soy en realidad. No soy alguien paciente ni misericordioso. Ire por t
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