Emilia entonces entendió el extraño comportamiento que había tenido esa noche. El robar su auto sin importar las consecuencias, el negarse a detenerse aun cuando se lo exigió; todo encajaba al fin en su cabeza, todas las piezas tenían sentido. —En esos momentos estaba destrozado, incluso había comprado un anillo de compromiso para proponerle matrimonio y es que pensé que era la mujer de mi vida. Estaba convencido de que era la mujer con la que quería formar una familia, la mujer perfecta para mi —reconoció con tristeza mientras tomaba asiento de forma cansada en uno de los sillones de la sala. —Estaba destrozado, apenas podía creer lo que me había pasado y es que no la creía capaz de una traición como esa, Entonces de pronto nuestros padres dieron por hecho que algo pasaba entre nosotros y lo hicieron justamente por ese anillo. En ese momento no tenía la fuerza necesaria para corregirlos, no cuando eso significaba decirles que la verdadera dueña de ese anillo me engañada, que se ha
Varios días después…La noche había caído hacia un par de horas, cuando Alexander regreso a casa luego de un muy largo día en la oficina. —Emilia —la nombro, cuando contesto a su llamada.—¿Que sucede Alexander? —indago un tanto de extrañada por su llamada y es que habían hablado apenas un par de horas antes. —¿Dónde estás? —pregunto en su lugar con aparente relajación.—Aun en la oficina, no le podido terminar de revisar los documentos que nos enviaron los abogados. ¿Acaso sucede algo? — cuestiono y es que no pudo evitar pensar que así era.—En absoluto; tan solo es que pensé en comprar algo de cenar, así que pese por ese restaurante de comida mexicana que tanto te gusta —respondió, sabiendo bien cuanto es que le gustaría la noticia.—¿Estas bromeando? —deseo asegurase antes de poder emocionarse por eso.—En lo más mínimo, de hecho, en estos momentos tengo conmigo un par de ordenes de tacos e incluso pedí de esa salsa picante que te gusta —le conto.—Sabes que jamás he podido resis
Tan solo algunos minutos después Emilia arribo al apartamento. Apenas abrió la puerta, dejo sobre la mesa a un lado de esta su bolso, maletín y llaves; además de deshacerse con un suspiro de los altos tacones que solía usar.—Alexander —lo llamo desde ahí.—En la cocina —respondió este a la distancia. Sin demora comenzó a caminar hacia haya descalza, encontrándolo junto a la barra de la cocina con todo preparado. Las ordenes de tacos se encontraban en un platón en el centro; sin duda acababan de salir del horno, porque podía ver como despedían vapor. Este iba acompañado por el delicioso aroma al bistec y pastor. El color verde del cilantro y blanco de la cebolla, resaltaban en las tortillas de maíz y a un lado un pequeño recipiente con salsa verde y cebolla azada. Para Emilia, era como ver el paraíso y no pudo evitar que una gran sonrisa se formase en sus labios por eso. —¡Lo más bello que he visto en mi vida! —exclamo con alegría.—Gracias. Sabía que era guapo, pero no creí que tan
El aroma a flores inundaba La Catedral del Santo Nombre, en Chicago. Era finales de julio, el cielo se encontraba despeado y el clima era cálido; perfecto para la ocasión que estaba a punto de tener lugar.En el interior todo estaba cubierto de rosas blancas, el camino de entrada había sido cubierto por pétalos que daban la bienvenida a una hermosa novia enfundada en un precioso vestido blanco. Era una creación exquisita de encaje y satén, que envolvía la figura de la joven; resaltando su pequeña cintura, sus pechos generosos y caderas estrechas. La cola del vestido de estilo clásico arrastraba tras ella un par de metros, mientras avanzaba tomado del brazo de su padre. Este le veía con una sonrisa, mientras sostenía su mano con cariño, haciéndole saber que estaba a su lado.Avanzaban al ritmo de la marcha nupcial, pasando al lado de toda su familia y amigos; quienes los veían con alegría e incluso algunas lágrimas eran derramadas. En cambio, la atención de ella se encontraba puesta
Un par de meses atrás…Alexander había llamado a Clara, su novia, varias veces a lo largo de la tarde sin respuesta. Deseaba verla, hablar con ella; por lo cual insistió hasta que consiguió que su asistente le dijera donde se encontraba. Ambos había decidió mantener su relación en secreto, por el bien de sus carreras. Ella era una importante modelo, su carrera iba en ascenso. En tanto que él era el Ceo de una de las empresas de construcción más importantes del país.Llevaba varios días sin verla, así que en contra de todos sus acuerdos decidió buscarla en público. Según su asistente se encontraba en el hotel, The Gwen. Tenía una reunión hay con un cliente y pretendía sorprenderla. Por desgracia, al arribar no encontró rastro alguno de ella en el restaurante o el bar; por lo cual dio por hecho que debía encontrarse en alguna de las salas de reuniones. No tenía otra opción más que esperar y no encontró una mejor forma de hacerlo que tomando una copa en el bar. Apto por dirigirse haci
Alexander no tenía idea de lo que estaba pasando y es que no era típico en ella el actuar de ese modo. —¿Qué es lo que te sucede? —le cuestiono extrañado.Por desgracia Emilia no contesto, sino que tan solo se acercó un poco más a él; lo cual le sorprendió de inicio. Sin embargo, pronto se dio cuenta de lo que pretendía y es que se ocultaba tras suyo, mismo que solo causo su mayor desconcierto. No lograba entender lo que pudo hacerla actuar de ese modo. —¿Qué diablos te sucede Emilia? —deseo entenderlo. —Cállate y no te muevas —respondió de forma cortante. —Lo are si no me dices lo que ocurre —advirtió, mientras comenzaba a hacer girar el banco sobre el que se encontraba sentado. Emilia no pretendía dejar que eso ocurriera, así que lo retuvo con firmeza. —Hablo en serio, si te mueve te lastimare —lanzo un ultimátum en su contra.Alexander en cambio le presto poca atención a sus palabras, soltándose de su agarre para comprobar de lo que se trataba. En cambio, a sus espaldas n
Emilia no tenía la menor idea de lo que le ocurría; pues la actitud relajada de antes había desaparecido. Parecía molesto, exaltado y totalmente fuera de sí. Estaba claro que algo había sucedido, solo que no tenía la menor idea de lo que se trataba. Tampoco parecía que él se encontrase dispuesto a revelarlo, por lo cual solo le resto seguirlo al menos hasta el exterior y es que eso era justo lo que deseaba. Una vez se encontró fuera, se liberó de su agarre; aun cuando eso no le resulto nada sencillo. —¡Loco! —lo llamo con desprecio mientras se alejaba.Alexander apenas era consciente de lo que estaba haciendo, al igual del hecho de que Emilia se alejó de él furiosa. Vio entonces como al otro lado de la calle Clara subía a un auto, acompañada de aquel hombre. No podía permitir que se marcharan, necesitaba detenerlos y obtener respuestas de su parte. Por desgracia, el tiempo se terminaba. Ellos se marchaban y no dejaría que eso ocurriera. Infortunadamente su auto se encontraba en e
Cuando Emilia comenzó a despertar, lo hizo sintiéndose confusa y es que no recordaba lo sucedido o al menos fue así en un principio. Pronto observo todo a su alrededor, se encontraba en una habitación pintada en su totalidad de color blanco, lo cual, acompañado aquel característico aroma a alcohol y desinfectante, le hizo dar cuenta del sitio en el que se encontraba. Estaba en una habitación de hospital y ser consciente de eso le hizo recordar los acontecimientos de esa noche, mismos que terminaron en un coque de auto. Apenas fue consciente del todo de si misma, se dio cuenta de que por fortuna no parecía encontrarse gravemente herida. Portaba un collarín, sentía un liguero sabor metálico en su labio inferior y usaba una clase de cabestrillo en una de sus muñecas. Fuera de eso se sentía bien, tan solo se sentia levemente dolorida. Sin embargo, eso no mermaba su furia y es que tenía en claro quién era el culpable de que se encontrara ahí. Su molestia no radicaba tanto en el daño su