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La joven se mantuvo en el silencio. No le hacía bien la cercanía de aquel sujeto, él era una antítesis, un ser tan perfecto que causaba aturdimiento, no estaba exenta de caer en el efecto del sexy profesor.

—Él siempre es así de molesto, gracias por lo que has hecho.

—Descuida, ya no te quito más tiempo, come tranquila —añadió y finalmente la dejó sola.

La verdad es que se le había cerrado el apetito, a esas alturas ya no tenía hambre y decidió tirar el resto. A continuación, tomó sus cosas y se marchó a la siguiente clase: Literatura.

Fue una de la primeras en entrar. Sé esforzó en tomar notas y prestar atención a todo lo que la señorita Lauren decía, pero su cabeza seguía en la vagancia extrema de pensar en Al-Mansour. ¿Qué rayos le ocurría a ella?

—Romanov, ¿podría explicarle a la clase lo último que he dicho? —le cuestionó la profesora, esa mirada de Silverstein direccionada a ella venía con amenaza. Se removió incómoda en el asiento.

No era mentira que se había ausentado dur
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