Camila miró a Steven tumbado en el sofá. ¿Por qué tenía que ser tan guapo? ¿por qué le causaba tantas emociones al mismo tiempo? Suspiró, se acercó lentamente sin hacer el más mínimo ruido, siendo cautelosa. —Steven —le llamó, pero él no le respondió, entonces de atrevió a darle un beso en los labios.Sin embargo, él se despertó de inmediato, y se apartó de la joven. —¿Qué crees que estás haciendo, Cami? —inquirió muy confundido. Ella tenía los ojos de par en par abiertos, al ser capturada en el acto. Su corazón en cualquier momento iba a escapar de su pecho ante la adrenalina y el temor que sentía al saber que había sido atrapada. —Yo... —¿Por qué me has besado, Camila? Quiero que me des una explicación —le pidió. Pero la chica cobardemente no pudo decirle y se puso a llorar, luego echó a correr a su habitación y Steven no tardó en ponerse en pies para seguirla. Ella se había encerrado en su habitación, así que le tocó la puerta varias veces para que lo dejara entrar. —Soy un
—Yo, acudo a ti, Hasan, porque no puedo darle una buena calidad de vida a Kelly. Antes de morir, Candace me pidió que la cuidara y creo que lo mejor es venir hasta aquí y decirle que ella es su hija. Una nena no puede crecer sin saber quién es su padre, ya no puedo tenerla. Me duele el corazón al hacer esto, pero le pido con el alma que la cuide y que asuma su papel como padre —le pidió con lágrimas en los ojos. —¿Me la estás dando? —Sus papeles están en regla, hágalo por Candace, por Kelly, mírela, es un angelito —expresó. Inevitablemente miró hacia la nena y se perdió en sus grandes ojos celestes. Sintió como un nudo se apretaba en su garganta y se conmovió tanto, que comenzó a derramar lágrimas. Avergonzado se tapó la cara. Marylin se mantenía en su lugar. La nena, ajena a la situación.—Esto me toma por sorpresa, tengo un hijo, se llama Abdel y tiene cuatro meses, ahora una hija también —susurró. —Sé que todo esto lo toma por sorpresa, lo siento mucho. —No, no tienes la culp
Siete años después...—Camila, ¿estás segura de ello? —Sí, ¿por qué no lo haría? —se encogió de hombros mientras se ponía pintalabios rojo. —¡Dios mío! Tiene como treinta y dos años, Camila. Ya creo que deberías dejar eso de lado —le dijo su amiga, una morena más centrada que ella. —No, no es un capricho. Steven es el amor de mi vida, además, ya no hay nada que impida que estemos juntos. —¿Cómo lo sabes? Puede que esté en una relación. Entonces, ¿qué piensas hacer? —No lo está. Está soltero, sé que tuvo algo con una chica, pero rompieron hace mucho. Así que lo intentaré. La última vez que nos vimos, solo tenía catorce años, ahora tengo veintiuno. Soy mayor de edad. —Vale. Haz lo que quieras. ¿Vas a viajar sola? —Sí. —Cuidate mucho —la abrazó con cariño. —Sí, lo haré. No te preocupes. ...—Abdel, no seas así, por favor. Ve y enciende la luz, a tu hermanita le da miedo la oscuridad y lo sabes. —Bien, lo haré —se fue hasta la habitación de la niña. Le gustaba hacerle bromas a
Mabel Romanov ansiaba superarse académicamente en su último año en la Preparatoria "Bradford". Sin embargo, la renuncia del profesor Raymond y la llegada del atractivo y desafiante profesor de física, el señor Burhan, trastocaron por completo su visión del año escolar. El encuentro con el enigmático profesor marcó el comienzo de una trama inesperada. Lo que comenzó como una atracción inevitable se convirtió en la perdición tanto de Mabel como del profesor Burhan Al-Mansour.Mabel se levantó como cualquier día, pero la cotidianidad de su vida consistía en el mal hábito de despertarse tarde en la mañana, en consecuencia, siempre se ganaba el regaño de algún profesor.El motivo de quedarse dormida más de lo debido era por estar despierta hasta tarde mientras repasaba algunos temas conflictivos de la física, antes ocurría lo mismo, solo que la razón de mantenerse en vilo era masoquismo suyo, puesto que se le iba el tiempo en tonterías.Lo malo es que haciendo lo correcto o no, no le atina
En el momento en que sus ojos se encontraron con los suyos, algo extraño entró en su torrente sanguíneo bombarding más sangre de lo habitual, tenía el corazón a mil por hora y el molesto temblor en sus piernas.Estupefacción e incredulidad la abordaron de inmediato, Mabel se habría imaginado a un viejo con calvicie, o algún escuálido como Raymond, todo menos un espécimen de hombre sacado de Hollywood o de una famosa pasarela de moda.Tragó duro.Ya no sabía qué era peor, tener a alguien tan apuesto al frente o a un gruñón profesor.—Señorita Mabel, ¿podría justificar su retraso? —cuestionó educado, sin embargo la pregunta también envolvía cierta molestia, no dejaba de atravesarla con su fija mirada, era tan obvio el enfado porque ella había interrumpido con su explicación.Mabel no supo qué decir de inmediato. Ni siquiera notaba que estaba quedando como tonta ante sus compañeros. Su cabeza estaba volando, además de que seguía repitiendo la forma en que pronunció su nombre, tan sensual
La joven se mantuvo en el silencio. No le hacía bien la cercanía de aquel sujeto, él era una antítesis, un ser tan perfecto que causaba aturdimiento, no estaba exenta de caer en el efecto del sexy profesor.—Él siempre es así de molesto, gracias por lo que has hecho. —Descuida, ya no te quito más tiempo, come tranquila —añadió y finalmente la dejó sola. La verdad es que se le había cerrado el apetito, a esas alturas ya no tenía hambre y decidió tirar el resto. A continuación, tomó sus cosas y se marchó a la siguiente clase: Literatura. Fue una de la primeras en entrar. Sé esforzó en tomar notas y prestar atención a todo lo que la señorita Lauren decía, pero su cabeza seguía en la vagancia extrema de pensar en Al-Mansour. ¿Qué rayos le ocurría a ella?—Romanov, ¿podría explicarle a la clase lo último que he dicho? —le cuestionó la profesora, esa mirada de Silverstein direccionada a ella venía con amenaza. Se removió incómoda en el asiento. No era mentira que se había ausentado dur
—¿Está bien? —rompió el silencio, por un lado lo agradeció de forma interna, porque ya se temía que su respiración entrecortada, como si hubiera corrido un maratón, fuera escuchada por él. —Sí, iba a tomar el bus, no tenía que hacer esto, en realidad —expresó educada, no quería quedar como una desagradecida. —Hace rato que salió de la secundaria, ¿no es así? —la miró de reojo, a simple vista parecía incomoda, así que vio idóneo agregar algo más —. Pensé que querría el aventón, señorita Romanov, ya ha esperado bastante en la parada. “Y no tenía problema en seguir esperando” respondió mentalmente.Llegar tarde a casa significaba menos tiempo en ese lugar, al fin y al cabo no había diferencia, era el mismo infierno en Bradford o en casa cerca de su terrible madre. Ni hablar del hijo de su padrastro, cada que iba a la casa se mantenía al margen de ese cerdo. Demasiadas veces se le había insinuado, dicho obscenidades y eso realmente le asustaba, al punto de tener que ponerle seguro a la
Llegó a casa al mediodía, lo que no quería pasó, encontró a su madre en medio del living, esta bebía una copa de vino hasta el tope y reía por alguna estupidez que le decía el remitente al otro lado de la llamada que tenía. La verdad podía pasarse largo y tendido con un teléfono a la oreja, además de eso, las compras y las tontas tertulias que hacía con sus “amigas” se le iba la vida en tonterías. —Eso es maravilloso, no me perdería por nada del mundo un compromiso así —le comentó en un impertinente chillido —. Me muero por verle la cara, no imagino que vestido usará, ¿tienes idea? —He llegado —canturreó sin ganas de avisar en realidad, solo saludó a modo automático. —ah, ahí estás —fue la contesta de su progenitora soltada de una forma despectiva. Siguió, estaba acostumbrada a esa indiferencia, subió a su habitación y pudo respirar hondo. Cerró la puerta con seguro y empezó a cambiarse la ropa. Al menos la ropa de andar en casa no era confeccionada por la amiga de su madre, cada