Candace llegó a su departamento y lo primero que hizo fue servirse una copa de vino hasta el tope. Se sentía fatal y además de la tristeza mezclada en sus facciones que se reflejaban sobre aquel contenido carmesí, había molestia, demasiada ira al recordar el comportamiento de su jefe. ¿Cómo demonios es que había caído ante él? Se suponía que él estaba ebrio, y aún así pudo haber hecho algo para detener aquel descontrol que surgió de pronto tras beber demasiado.
Y no había sido capaz de detenerse siquiera un segundo.Se bebió todo el vino de un solo golpe y volvió a rellenarse la copa, sentada sobre aquel taburete, mirándose en la soledad nuevamente dentro de aquel departamento pequeño.Odiaba estar sola, que no tuviera ninguna suerte en el amor. Detestaba fijarse siempre en todas esas personas que jamás iban a corresponderle. ¿Así de estúpida era? En verdad odiaba a Hasan.Odiaba fingir ser esa chica tímida, cuando solo quería tirarse a sus brazos y besarlo sin parar. ¿Por qué no se daba cuenta de que había sido esa chica que lo salvó un día? Gracias a ella seguía con vida, pero no había duda de que era un hombre desagradecido. Al que no le gustaba absolutamente a nadie.Pero estaba segura de que las cosas serían diferentes en caso de que ella perteneciera a su mismo círculo social y tuviera una posición económica destacada y alta. Pero siendo todo lo contrario, no tenía ninguna chance de estar con él de la manera que quería, entonces solo tenía que conformarse con seguir trabajando como su asistente en la compañía, al menos así podría verlo todos los días. Aunque aquello también era como tomar veneno, pues se convertía en una tortura tener que mirarlo todos los días y no recibir ni un poco de su atención, solo órdenes tras órdenes. Nada más que eso.Gruñó y apretó tan fuerte la copa entre sus manos que el objeto se quebró y causó el derramamiento de vino. Los trozos de cristal se habían clavado en su palma interna, lejos de causarle dolor, de hecho, sentía un placer indescriptible en aquel momento. No era la primera vez que se cortaba, prueba de ello eran sus delgados brazos marcados por la desesperación y la locura.—No puede ser —escupió al rato, al darse cuenta del desastre que había sobre la isla de su cocina y que tendría que limpiar.En ese momento tocaron a su puerta y maldijo en voz baja, no quería que nadie viera lo que había pasado. Seguramente era la chismosa de su vecina tratando de conseguir algo prestado como siempre. Pero la joven se había destacado por ser una habitante más del edificio pacífica y amable con todos, por lo que no ignoró el llamado y puso su mejor sonrisa, se acercó a la puerta y tras mirar por la mirilla comprobó que se trataba de Elena.Procedió a ocultar la mano lastimada a sus espaldas y abrió la puerta como si nada....Sarah se dirigió a la cocina y empezó a revisar la nevera para ver si encontraba algo de comer, no había nada apetecible allí dentro, por lo que se conformó con la barra de chocolate que había adquirido el día de ayer cuando salió a caminar un rato.—¿Eso es lo único que vas a comer, Sarah? Sabes perfectamente que siempre dejo algo para ti en el horno y hoy tampoco ha sido la excepción.—¿Crees que necesito de ti, Maritza? Gracias por lo que has hecho, pero no voy a comer lo que dejaste en el horno, no me apetece en absoluto.La aludida quiso echarse a reír, pero en lugar de eso enserió la expresión y negó con la cabeza.—No digas tonterías, desde aquí puedo escuchar cómo te hace el estómago el hambre que tienes, pero eres demasiado orgullosa como para admitirlo. Allá tú, como has dicho, es tu vida, es tu problema. Solo déjame decirte que estás demasiado delgada y debes alimentarte mejor.Sarah, con una actitud de altanería y egocentrismo, se llevó las manos a la cintura y le dedicó una mirada desafiante.—Me tienes envidia, se te nota en la cara que eres una completa envidiosa. Actúas de esta forma porque sabes que no vas a conseguir nada de lo que yo estoy logrando, ya te veré arrodillándote a mis pies para pedirme hasta un dólar, ya lo verás.—¿Estás insinuando que me voy a arrodillar por ti por un maldito dólar? No creas que voy a pedirte un solo centavo cuando obtengas todos esos millones de los que tanto estás alardeando. De hecho, pienso irme de aquí cuanto antes, así que espero que pronto te paguen para que puedas sobrevivir por tu cuenta. ¿Es que se te olvida quién paga las facturas ahora mismo? Porque desde que te echaron del trabajo no pones ni un centavo, ni siquiera para la comida o el arriendo. Todo el dinero sale de mi bolsillo —le echó en cara.Maritza estaba demasiado cansada de su actitud tan altanera, de que le dijera todas esas cosas y se olvidara de la ayuda que le estaba brindando en ese momento. No era el tipo de persona que sacaba en cara la ayuda hacia los demás, pero Sarah estaba últimamente insoportable.Sarah se quedó de piedra al darse cuenta de que tenía toda la razón del mundo. Esas últimas semanas, Maritza se había estado haciendo cargo de todos los gastos.—Di todo lo que quieras, no me comeré tu comida y punto. Cuando tenga el dinero, te devolveré todo lo que has gastado aquí, que de todos modos no debe ser mucho —dijo con mucho desprecio en la voz y aquel tono tan desagradable que a Maritza le hacía hervir la sangre.Y se marchó a su habitación dejando a Maritza en medio de la pequeña sala ofendida. Isabela tenía una sonrisa de victoria en los labios, pero al pasar los minutos el gesto se borró de su rostro. En el fondo sabía que había actuado de mala manera, no era correcto que le dijera todas esas cosas a una persona que, de hecho, la había ayudado.Es que odiaba que dijera todo eso.No era buena aceptando la verdad.Se dejó caer sobre la cama boca arriba mirando el techo como si fuera lo más divertido de hacer y cuando menos lo esperó, su teléfono sonó repentinamente. Giró la cabeza y clavó los ojos sobre la pantalla iluminada. El nombre del remitente hizo que su corazón saltara.—Hasan.—Hola, ¿tienes planes mañana por la noche?—No, estoy libre —habló pausadamente. Pero en realidad le faltaba incluso el aire al saber que estaba hablando con aquel apuesto hombre—. ¿Por qué?—Porque quiero pasarla bien, y si no tienes nada que hacer mañana en la noche, entonces quedemos en vernos en la dirección que te voy a pasar. Para que te hagas una idea del lugar en donde estarás, es un hotel de lujo. Mandaré a mi chofer a recogerte, ¿de acuerdo?—¿Es decir que mañana vamos a...—No supongas nada, no dudes tampoco. Por supuesto que se trata de eso, lo haremos mañana —definió.Se obligó a mantener la calma.—Vale, estaré pendiente.—¿Tienes ropa adecuada para una cena?—No, es decir... Puedo solucionarlo.—Espera, es tonto pensar que tendrías algo acorde, pero no te preocupes, alguien se encargará de comprarte un vestido y calzado. Lo necesario para que encajes en mi mundo —le expresó con bastante soberbia.Ella sonrió.Moría por saber qué cosa le iba a comprar. Definitivamente Maritza no sabía de qué se estaba perdiendo. Ahora veía el lado bueno de no haber estado con algún chico tonto, porque si no, no tendría la oportunidad de estar con un hombre adinerado como Hasan.No sabía cómo lo iba a hacer.Ahora que se le presentaba esa oportunidad, no solo quería convertirse en la madre de un hijo que él le daría, sino que tendría la oportunidad de acercarse más a él y ser la señora Al-Saeed. Ya podía suspirar, imaginándose entre lujos por doquier. Esa era la vida que merecía y no la miseria en la que se encontraba ahora.—Me parece bien. ¿Es todo?—Sí, nos vemos mañana —le dejó saber.—Está bien, Hasan.Entonces la llamada finalizó.Una tonta sonrisa apareció en sus labios y dejó el teléfono sobre su pecho, que subía y bajaba con prontitud. No entendía cómo era posible sentir tanta atracción por un tipo al que apenas había conocido, con el que pronto se involucraría íntimamente, y alcanzaría muchas cosas.Se sentía demasiado afortunada al estar en esa posición, al ser la elegida, porque estaba al tanto de todas esas mujeres que andaban detrás de él, sin embargo no habían logrado nada.Y ella sí. Mucho.Se atrevía a decir que estaba a un paso de entrar al cielo.La noche había caído rápidamente y con ello la ansiedad de Sarah por arreglarse y partir a esa fiesta. Solo quería olvidarse de ese día y encontrar diversión, pasarla bien. No sería una aburrida como Maritza.Se observó en el espejo y lucía espectacular en aquel vestido rojo. Había valido la pena gastar sus ahorros en aquel vestido corto, que le quedaba sobre las rodillas, acompañado de unos altos tacones blancos. Sarah había decidido dejar su cabello suelto y usar un maquillaje atractivo y llamativo. Se mordió el labio inferior frente al espejo, dándose el visto bueno. Ya estaba lista para ir a esa fiesta y olvidarse de todo. Además, buscaba sentirse menos ansiosa por el siguiente día.Tenía la boca roja por aquel intenso pintalabios, los ojos con un perfecto delineado y el rímel que le daba volumen a sus largas y rizadas pestañas. Se veía fenomenal y entendió que su belleza era increíble, un atractivo que resultaba ser un imán para los hombres. Ni siquiera alguien como Hasan se podr
—Es que mis expectativas son más altas de lo que te imaginas. A estas alturas, una cara bonita no me va a hipnotizar. Tampoco es para tanto, es corriente y ya.—Oh no, creo que no sabes lo que dices. En fin, entre gustos y colores...—Sí, entre gustos y colores, los míos son mejores —soltó presumida.Mariana rió un poco.—Iré al baño. Espérame aquí, por favor. No me tardo.—No lo hagas.En cuanto Mariana se retiró, al poco tiempo ya se encontraba a su lado aquel chico llamado Harry. Ya Sarah adivinaba sus intenciones. Lo que no sabía el muchacho es que solo iba a perder el tiempo con ella.—Hola, preciosa. Te he mirado desde allá y no he podido evitar venir, ahora compruebo que en efecto no eres una ilusión angelical, eres de verdad. ¿Cómo te llamas? —le inquirió.La joven esbozó una sonrisa y también otra internamente antes de darle una respuesta.Ya comenzaba la seducción de su parte y ella estaba preparada para iniciar con la coquetería, después de todo jugar un poco era divertido.
El día había llegado, se quedó más tiempo de lo acostumbrado en la cama, dándole vueltas a ese asunto. No podía negar que se sentía muy nerviosa al imaginar ese escenario en el que nunca había estado. No tenía ni idea de cómo actuar en una situación así. Pero a ella le gustaban los retos y lo desconocido. Y además, ese “espécimen” le parecía muy interesante.Después de un rato en la cama, se levantó y estiró sus extremidades. Caminó en círculos por su pequeña habitación mientras trataba de despertarse, los rayos del sol entraban por la pequeña ventana. No era amante de tanta claridad, le parecía una tortura para sus ojos y hacía el despertar menos agradable. Luego fue al baño para arreglarse y ducharse, pero lamentablemente ese día habían cortado el agua. Entre reclamos y quejas, no le quedó más opción que regresar a su habitación para vestirse.Eso era lo que quería decir. Esa no era la vida que ella merecía, siempre había algún problema y hasta el agua básica faltaba. ¿Acaso Maritza
Hasan comenzó a dar la reunión pendiente de ese día, quedándose más tiempo con los empresarios allí reunidos en la sala de juntas. Candace había estado tomando notas de los puntos más interesantes que decía su jefe, quedándose suspendida en el tiempo y prendada ahí, en escenas que jamás sucederían. Realmente le afectaba que hubiera sido algo casual. Aquel encuentro íntimo había despertado en ella una atracción más fuerte hacia el magnate, quien lo desconocía.—Bueno, ¿alguien tiene alguna objeción o quisiera complementar la información?Todos parecían estar satisfechos. Así que nadie levantó la mano para intervenir.Dada la situación, se dio por terminada la junta y Hasan pudo regresar a su oficina para tomarse un descanso de 15 minutos, no podía darse el lujo de más tiempo, tomando en cuenta que aún había muchas cosas por hacer. Steven apareció para dejarle más papeles que necesitaban su firma.—¿Sabes si Miriam está libre?—¿Y por qué quieres saber si Miriam está libre?—Sí, es que
«Hasan Al-Saeed, fue reconocido como uno de los hombres más millonarios y guapos por la NY, Styles. Y no es para menos, el empresario de tan solo 33 años de edad es uno de los hombres más cotizados en este momento, más al estar soltero, así es, no tiene ningún compromiso. Estado actual que aumenta el deseo de las féminas solteras por él. Algo que para nadie es un secreto y no podemos culpar a las mujeres por fijarse en un espécimen como él. Hasta a mí, me ha robado suspiros. Sigue sin estar en una relación desde que terminó con su última pareja, Melanie Olivares, desde entonces solo ha sido captado con una y otra mujer diferente pero se sabe que no mantiene nada con ninguna de ellas. Así que Hasan Al-Saeed sigue soltero, chicas, no pierdan la esperanza. Todo puede pasar. En otras noticias... Apagó la televisión. ¿Soltero? Claro, pero eso no sería así para siempre. ...Steven manejó hasta el hogar de la recepcionista, después de conseguir la dirección no dudó en dirigirse al lugar
—Yo he venido a ayudar, ya su hija me puso al tanto de lo sucedido y créeme que lo siento mucho. Sé que es algo difícil, pero usted más que nadie lo comprende y lo sufre, mis condolencias. —Steven, no tenía por qué venir hasta aquí, si es por el trabajo, no iré más. Ya no tengo ganas de vivir. La chica se tapó la boca y salió de allí disparada. Steven suspiró, triste por todo. Se acercó a la mujer, tirada en esa cama.—¿Estás segura de lo que dices? Tienes a una hermosa hija por la que debes luchar, sé que te sientes muy mal y ahora para ti no tiene sentido vivir, pero tienes que ser fuerte por Camila. —Camila es una buena chica, lo es, pero no es mi hija. Es mi sobrina. Ya no me queda nada, ¿no lo ve? Perdí a mi único hijo por una negligencia, debí llevarlo lo antes posible al hospital y no lo hice. Todo se complicó y ahora está muerto por mi culpa. Steven se quedó sorprendido por todo lo que le decía la mujer. Siempre había creído que tenía dos hijos, bueno, eso es lo que Miriam
Ingresó al café de Mariana aquel día, como de costumbre estaba bastante concurrido. Le resultó difícil encontrar un momento a solas para hablar con ella, ya que estaba muy ocupada atendiendo a las personas. Se armó de paciencia, algo que no solía tener, y esperó por ella en una de las mesas sin atreverse a pedir algo porque no tenía dinero para pagarlo.Una hora después, finalmente apareció Mariana.—Vaya, por fin estás aquí. Por cierto, en la fiesta te fuiste sin decirme nada. Si no fuera por Harry, no habría sabido dónde estabas. ¿Puedo saber por qué te fuiste de repente? Parecía que estabas pasándola bien, al menos eso parecía.—No he venido a hablar de eso, pero sí sobre Harry. ¿Por qué le diste mi número? Esta mañana me llamó y quiere salir conmigo a pesar de que le dije que estoy en una relación. Parece que terminó con su novia y ahora quiere que le dé una oportunidad, incluso mencionó que se conformaría con ser solo amigos. Pero ni siquiera quiero ser su amiga, desde que lo vi
—¿Ha surgido algo malo? — inquirió mirándose en aquel espejo de cuerpo completo.El vestido escarlata de tafetán que le había enviado Hasan le quedaba perfecto, sin mencionar aquellos pendientes hermosos de la marca Tiffany y los zapatos de aguja.—Sí, lo siento mucho. No te avisé antes porque apenas me enteré de lo sucedido. Tengo que posponer nuestro encuentro, en este momento no puedo ir al lugar, no estoy en condiciones. Te llamaré tan pronto resuelva algunas cosas —informó.—Lo entiendo. No te preocupes. Que todo se solucione, Hasan.—Sí, seguimos en contacto. Buenas noches.—Buenas noches.Gruñó al finalizar la llamada, sí, estaba enfadada por haberse arreglado para nada. ¿Qué tan importante era lo que había pasado? La incertidumbre la estaba consumiendo....—Cami, despierta, vamos, ya hemos llegado.En respuesta, la joven gruñó y no se movió. Decidió recogerla en brazos. Se veía tan vulnerable que sintió mucha pena por ella. Se había quedado sin nadie en el mundo, desamparada