Capítulo 91
—Alex… —Mónica se aferraba a la cintura de Alejandro, sollozando—. He pensado mucho en estos días, no puedo dejarte…

Alejandro miraba a la mujer que lo abrazaba, su ceño fruncido. Estaba incómodo.

—Mónica…

Al escuchar ese nombre, Luciana se giró bruscamente y salió corriendo. Simón, que seguía esperando fuera, se sorprendió al verla. El rostro de Luciana estaba devastado.

—¿Luciana? ¿Eh…?

Ella forzó una sonrisa, sus ojos entrecerrados, pero la tristeza no alcanzaba su expresión.

—Llegué en mal momento. El señor Guzmán está bastante ocupado. Mejor me voy.

Y tras pensarlo un segundo, añadió:

—No le digas que vine, no hace falta.

Se marchó apresurada.

¡No podía quedarse ni un minuto más en ese lugar!

¡En un instante, la realidad le había dejado claro lo ridícula que había sido! Correr desde el hospital con una pequeña esperanza, solo para descubrir lo absurdo de todo. Esa chispa de ambigüedad con Alejandro la había hecho dudar, imaginarse como su esposa de verdad. ¡Qué tontería!. Él ya te
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