Capítulo 54
Luciana les lanzó una última mirada de desprecio y se marchó. No tenía ningún interés en presenciar más muestras de afecto entre ellos. Regresó al vestíbulo y se sentó en el sofá, sacando una golosina de su bolso. Se quedó un momento en silencio, reconociendo la chocolatina como uno de los dulces que Fernando le había dado la última vez que lo vio. Esa noche él había traído a su novia… El chocolate no era suficiente para saciar su hambre, pero al menos le daría algo de energía. Desempaquetó el dulce y lo metió en su boca.

Afuera, la lluvia arreciaba, y el viento se colaba por las rendijas del vestíbulo, haciendo que el frío aumentara con la llegada de la noche. Alejandro y Mónica salieron del restaurante y, al pasar por el vestíbulo, vieron a Luciana acurrucada en una esquina del sofá. Sin pensarlo, Alejandro cambió de dirección y se dirigió hacia ella. Estaba dormida, con un trozo de chocolate medio comido en la mano.

—¡Luciana! —Alejandro la llamó con impaciencia, molesto. ¿No quiso
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