Capítulo 58
A la mañana siguiente, Luciana despertó en una cama suave. Fernando no estaba en la habitación; la noche anterior, antes de quedarse dormida, lo había visto sentado en el sofá. Al poco tiempo, la puerta se abrió y Fernando entró.

—¿Ya despertaste? —le dijo con una sonrisa, mientras dejaba una bandeja con comida sobre la mesa—. Ve a lavarte la cara, te traje algo para desayunar.

—Ah, está bien.

Después de arreglarse, comieron algo ligero y bajaron juntos. Fernando fue a buscar el coche, y cuando lo tuvo listo, lo estacionó frente a la entrada del hotel. Luciana le hizo un gesto con la mano.

—No hace falta que te bajes, puedo subirme sola.

—Como quieras —contestó Fernando, mientras ella subía al coche.

Mientras tanto, Alejandro y su grupo acababan de bajar por las escaleras. Simón reconoció a Luciana y le dio un codazo a su hermano Juan.

—¡Mira, es Luciana! ¡Finalmente la encontramos! ¡Nos hizo buscarla toda la noche!

Alejandro también la vio, con su mochila, subiendo de un brinco a un B
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