Capítulo 463
—¡Sergio, agárrala! —gritó Alejandro, entregando a la persona que llevaba. En un pestañeo, dejó a la mujer en brazos de Sergio y dio la vuelta, corriendo de nuevo al interior.

—¡Alex! —exclamó Sergio, aterrado—. ¿A dónde vas? ¡Es peligrosísimo!

Pero él no se detuvo. «¿Qué podría ser tan importante para arriesgarse otra vez?»

Bajo la humareda espesa, Alejandro comenzó a toser, doblando el torso para evitar la inhalación directa.

—Cof, cof… —Entre el caos y la penumbra rojiza, buscaba con afán—. ¡Diablos, ¿dónde estás?! —masculló, hasta que, de reojo, vio brillar algo al rojo vivo.

El encendedor. Aquel presente que Luciana le fabricó con sus propias manos. Sin titubeos, extendió el brazo y lo recogió de entre las llamas.

—¡Ah…! —el fuego lamió su piel, causando un dolor punzante en su mano y brazo. Frunció el ceño con fuerza, pero aferró el pequeño objeto y salió corriendo sin mirar atrás.

—¡Primo! —Sergio saltó al verlo reaparecer—. ¡Estás bien?

Con el rostro contorsionado por el dolor,
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