Capítulo 458
—Entre, por favor.

—Sí. —La mujer asintió, empujando la puerta.

Dentro, un hombre delgado y otro robusto la esperaban. Al verla llegar, se pusieron en pie. El más delgado habló primero:

—¿Trajiste el dinero?

En C. Piedras Negras, la “zona negra” de Muonio, se realizaban transacciones clandestinas. El acuerdo era en efectivo, sin excepciones.

—Sí —respondió ella con frialdad, sosteniendo un bolso de viaje que puso sobre la mesa.

El hombre grueso y el hombre delgado se miraron, abrieron el bolso y contaron el contenido. Verificaron que la cantidad fuera correcta, y el delgado miró a la mujer:

—De acuerdo, comprendemos lo que debemos hacer.

—Perfecto. —Ella inclinó la cabeza—. Cuando terminen, vuelvan aquí y les daré el resto.

—Trato hecho.

La mujer se dispuso a marcharse; en un lugar así, no quería prolongar la visita. Sin embargo, al darse vuelta, su sombrero se le cayó. Se apresuró a recogerlo, pero el hombre delgado fue más rápido y se lo tendió con una sonrisa ambigua:

—Tenga.

Ella t
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