Capítulo 285
En la entrada, Alejandro apenas puso un pie en el escalón cuando la puerta se abrió.

Sus miradas se encontraron, como si ambos se hubieran puesto de acuerdo.

El aire de la noche estaba fresco, y entre los arbustos mojados tras la lluvia se oía el canto persistente de insectos desconocidos.

Luciana lo escaneó de arriba abajo y frunció el ceño.

—¿No ibas en auto? ¿Por qué estás mojado?

Se hizo a un lado para dejarlo pasar.

Alejandro, cargando una gran bolsa entre los brazos y con el cabello todavía húmedo, se dirigió a la cocina.

Dejó las cosas sobre la mesa y empezó a ordenarlas mientras hablaba:

—Compré arroz y leche. También traje un pescado. Recuerdo que te gusta al vapor, con vinagre para acompañar…

Se detuvo.

Luciana se había acercado en algún momento, con una toalla en las manos.

—Agacha la cabeza —le dijo.

—Oh.

Sin dudar un segundo, Alejandro obedeció y bajó la cabeza.

Luciana le cubrió el cabello con la toalla y empezó a frotarlo suavemente, secándole el agua.

Todo parecía tan n
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