Capítulo 286
—En el supermercado, hablé con los dueños, que son argentinos. Les conté que mi esposa está embarazada y que tiene problemas con el apetito. Fue la señora quien me dijo que estos bocaditos le ayudaron cuando estaba en tu situación.

Luciana lo miró fijamente mientras hablaba, imaginándose a Alejandro, en medio de la lluvia nocturna, contándole a unos desconocidos que su «esposa» estaba embarazada y tenía antojos complicados.

Su corazón se sintió cálido, y una tierna calidez se extendió en su pecho.

En medio del silencio, el repentino sonido del teléfono rompió la calma.

Luciana alzó la mirada justo cuando Alejandro ya sostenía el celular y caminaba hacia un rincón para contestar.

—¿Hola?

El espacio no era muy grande, y el ambiente, demasiado tranquilo. Aunque él hacía un esfuerzo por hablar bajo, algunos fragmentos de la conversación llegaron a los oídos de Luciana.

—Sí, sigo en Londres.

¿Londres? Luciana bajó la cabeza con una leve sonrisa irónica en los labios.

—Todavía necesito unos
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