Capítulo 288
El ambiente en el auto se volvía cada vez más pesado, casi asfixiante.

Cuando llegaron a la ciudad, Juan preguntó:

—¿Dejo a Luciana primero?

Era obvio, Alejandro estaba a punto de responder que sí, pero fue Luciana quien, recién despierta, negó con la cabeza.

—No es necesario. Primero vayan a su hotel, no hace falta desviarse. Además, tengo que ir al hospital.

Ricardo seguía internado, y debía informarle sobre el Instituto Wells.

Alejandro frunció el ceño, claramente en desacuerdo.

—Luciana…

—Tú me lo prometiste.

Ella ya sabía lo que él iba a decir, así que jugó su carta más fuerte.

Con una mirada firme y decidida, lo enfrentó.

—El viaje al Instituto Wells ya terminó.

Era hora de que cada quien tomara su camino.

Alejandro sintió un sabor amargo en la boca, como si estuviera masticando una planta de ajenjo.

Apretó los labios y, con gran esfuerzo, logró decir:

—Está bien, lo prometí.

Entonces, dio instrucciones a Juan:

—Detente en la próxima esquina.

—Entendido.

El auto se detuvo suaveme
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