Capítulo 214
Victoria apenas pasaba de los cuarenta, llevaba una vida tranquila y siempre había gozado de buena salud. Fernando no podía imaginar que su madre, al enfermarse, enfrentara de golpe una enfermedad tan grave.

—¿Dijeron si es benigno o…?

—Aún no lo saben —Diego negó con la cabeza, sin ocultar la preocupación en sus ojos—. Necesitarán operarla y analizar el tejido para estar seguros.

Esa simple frase hizo que el ánimo de Fernando se desplomara aún más. Padre e hijo se quedaron en silencio, compartiendo la misma incertidumbre y preocupación.

Diego le dio una palmadita en el hombro.

—Pasa a verla, hijo. Desde que te fuiste de casa, no ha dejado de pensar en ti.

Fernando asintió, sintiendo una punzada de culpa, y abrió la puerta del cuarto. Victoria estaba dormida, y él se quedó junto a ella toda la noche, en vela, velando su descanso.

Al amanecer, Victoria despertó y al verlo allí, una sonrisa cálida se dibujó en su rostro.

—Hijo, viniste —dijo, contenta, mientras intentaba incorporarse.

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