Capítulo 108
Lucía se apresuró a secarse las lágrimas, intentando parecer normal antes de volverse hacia él:

—Has bebido bastante hoy, deberías mejor acostarte a dormir.

Mateo no se había equivocado y, frunciendo levemente el ceño, volvió a preguntar:

—¿Estabas acaso llorando?

Lucía bajó instintivamente la cabeza:

—Me entró arena en los ojos.

—¿Por qué lloras? —insistió Mateo.

Era muy raro verla derramar lágrimas; si lloraba, definitivamente algo le causaba mucha tristeza.

Lucía posó su mirada en él y, tras dudar un momento, respondió:

—Cuando te estaba limpiando, vi que tienes muchas cicatrices en el cuerpo.

—Nunca me había dado cuenta de que tenías tantas heridas.

Mateo se quedó inmóvil. Así que sus lágrimas eran por él.

—¿Te preocupas por mí? —preguntó.

Sus palabras hicieron que el corazón de Lucía diera un vuelco y se acelerara, como si estuviera a punto de descubrirse su secreto:

—Es la primera vez que veo a alguien con tantas cicatrices. Debió dolerte mucho cuando te las hicieron.

Ella era d
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