Un momento de paz... pero solo un momento. Comenten, las leo...
Capítulo 62 —Un respiroNarrador:El desayuno transcurría en un silencio algo incómodo. Nadia revolvía su café sin demasiado interés, mientras Massimo la observaba con los codos apoyados en la mesa.—¿Siempre te pasa? —preguntó él de repente, rompiendo la quietud.Nadia alzó la vista, confundida.—¿Qué cosa?—Eso que pasó anoche. —Su tono era serio, sin rastros de burla ni diversión.Ella se removió en su asiento, incómoda.—No sé de qué hablas.Massimo suspiró y dejó la taza sobre el plato con un leve sonido.—Ataques de pánico, Nadia. Eso fue lo que tuviste.Nadia se tensó.—No fue un ataque de pánico.—Sí lo fue.—Solo… solo me asusté. Fue un momento de ansiedad.—Eso es un ataque de pánico.Ella desvió la mirada.—No siempre me pasa.Massimo apoyó los antebrazos sobre la mesa y entrelazó los dedos, observándola con atención.—¿Pero sí te ha pasado varias veces antes antes?Ella dudó, bajando la vista a su taza.—Algunas veces.Él apretó los labios, su expresión oscureciéndose.—¿De
Capítulo 63 —Convertir un insulto en un halagoNarrador:Los días siguieron avanzando, y con cada uno de ellos, la incomodidad crecía dentro de Nadia. La Nonna no paraba de hacer planes, de darle instrucciones, de corregir hasta el más mínimo detalle. El vestido, el menú, los invitados, el protocolo. Todo tenía que ser perfecto. Todo tenía que encajar en su idea de lo que debía ser una futura D’Amato.—Recuerda mantener la postura recta cuando te presenten a los invitados más importantes —le dijo Isabella en su última reunión, mientras tomaba su té con la elegancia de alguien que había nacido para mandar —Una mujer que se encorva transmite debilidad, y tú no puedes darte ese lujo.Nadia, sentada al otro lado de la mesa, se obligó a sonreír.—No se preocupe, Nonna. Haré mi mejor esfuerzo para no parecer un desastre.Isabella alzó una ceja.—Espero que tu mejor esfuerzo sea suficiente.Fue la gota que colmó el vaso. Esa noche, cuando llegó a su apartamento, se quitó los tacones con brusq
Capítulo 65 —Se supone que ya lo hicisteNarrador:Nadia parpadeó, tratando de recuperar el aliento que Massimo le había robado con ese simple gesto.—Gracias —murmuró, sin encontrar nada más que decir.Massimo no respondió de inmediato. En su lugar, retrocedió un paso y le ofreció el brazo con naturalidad, como si aquello fuera lo más lógico del mundo. Como si no acabara de dejarla completamente trastornada con su cercanía.Ella dudó por un segundo, pero al final, deslizó su mano sobre su antebrazo, aferrándose con suavidad.Fue entonces cuando él lo notó.El leve temblor en sus dedos. La forma en que su respiración no terminaba de estabilizarse. El sutil movimiento de su pecho al subir y bajar, como si intentara ocultar su inquietud.Massimo frunció apenas el ceño.Sin decir nada, soltó su brazo y la tomó por la cintura, atrayéndola un poco más hacia él.—Tranquila —murmuró contra su sien, en un susurro tan bajo que solo ella pudo escucharlo—. Estoy contigo.Nadia sintió un escalofrí
Capítulo 65 —No aguanto másNarrador:Apenas se separaron, un tumulto de invitados se arremolinó a su alrededor en cuestión de segundos. Nadia apenas tuvo tiempo de procesar el beso cuando sintió una oleada de felicitaciones, copas alzadas y palmadas en la espalda. Isabella se acercó con su elegancia impenetrable, asintiendo con aprobación mientras tomaba la mano de Nadia entre las suyas y deslizaba su mirada analítica sobre el anillo.—Finalmente, las cosas están en su sitio —sentenció con una leve sonrisa de satisfacción.Nadia apenas pudo reaccionar antes de que alguien más la jalara hacia un abrazo improvisado, seguido de otro, y otro más. Los flashes de las cámaras iluminaban el salón a medida que los fotógrafos oficiales capturaban cada momento, inmortalizando su compromiso ante los ojos de toda la alta sociedad.El brindis se llevó a cabo en la mesa principal, donde las copas de cristal chocaron con un tintineo armonioso. Massimo mantenía su brazo en la cintura de Nadia, sus de
Capítulo 1 —Completa y jodidamente, atractivoNarrador:La sala de la ONG estaba tranquila, con las sillas acomodadas en círculo mientras algunos de los asistentes iban llegando poco a poco. Nadia estaba allí, sentada en una de las sillas, con los dedos entrelazados sobre su regazo. No tenía idea de por qué había aceptado quedarse a la reunión cuando lo único que necesitaba era un trabajo, pero algo en la calidez de Ismael la había convencido. A su alrededor, los jóvenes iban tomando asiento, cada uno con sus propias historias, con sus propias cargas. Había una sensación de comunidad, de entendimiento tácito entre ellos, aunque Nadia aún no se sintiera parte de eso. Y entonces, la puerta se abrió de golpe. El impacto resonó en toda la sala, haciendo que todos giraran la cabeza al mismo tiempo. Dos hombres entraron. El primero, joven, con el cabello despeinado y la ropa desarreglada, forcejeaba inútilmente contra el agarre de quien lo traía a rastras. El segundo… Nadia sintió su estóma
Capítulo 2 — Sin hogar, sin destinoNarrador:La noche era espesa, el aire cargado de humedad y el asfalto aún retenía el calor del día. Nadia caminaba con pasos erráticos, su bolso colgando del hombro como un lastre, su ropa pegándose a su piel por el sudor frío que la cubría. No miraba atrás, no quería hacerlo. Si miraba atrás, tal vez se derrumbaría. No tenía a dónde ir. No tenía a quién llamar. No tenía nada. Solo el eco de aquella voz repugnante resonando en su cabeza.—Anda, bonita… ven a sentarte en la falda de papi, que quiere hacerte unos cariños…La bilis le subió a la garganta, pero la tragó de vuelta. No podía permitirse flaquear. No ahora. No cuando por fin había escapado.Había pasado toda su vida encerrada en un infierno del que parecía imposible huir. Una madre que no era más que una sombra vacía, con el aliento apestando a alcohol y los ojos nublados por la dependencia. Y él… ese asqueroso bastardo que la acechaba como un lobo esperando el momento perfecto para saltar
Capítulo 3 —Cincuenta por la tarde enteraNarrador:El amanecer pintaba el cielo de tonos naranjas y rosados mientras Nadia se incorporaba lentamente de la banca. Sus músculos protestaron con cada movimiento, su espalda rígida por haber dormido en una posición incómoda.—Bien, Nadia… sigues viva —susurró para sí misma, frotándose el rostro con las manos.Se enderezó y miró a su alrededor. La plaza todavía estaba tranquila, con algunos indigentes removiéndose bajo sus mantas improvisadas. El estómago le rugió con un vacío punzante. Tenía hambre. Y, más urgente aún, necesitaba un baño. Se puso en pie y comenzó a caminar. Tal vez encontraría algún lugar donde pudiera entrar al menos a lavarse la cara. Pero cada intento fue peor que el anterior.—No damos caridad aquí.—No puedes usar este baño.—Largo.Cada rechazo se sentía como un golpe directo a su dignidad. Finalmente, con la desesperación mordiéndole los talones, encontró una zona con arbustos altos y, con el rostro ardiendo de verg
Capítulo 4 — Cosas de chicasNarrador:El teléfono comenzó a vibrar en su mano, pero Nadia se quedó mirando la pantalla un instante antes de contestar. Sabía que era Ismael, y sabía que no dejaría de llamar hasta obtener una respuesta. Exhaló con resignación y deslizó el dedo por la pantalla.—¿Hola?—¿Dónde estás? —La voz de Ismael sonaba preocupada, casi exigiendo una respuesta inmediata —Te busqué en la ONG y desapareciste.Nadia cerró los ojos y apoyó la cabeza en el respaldo del sofá, sintiendo el peso de la culpa mezclado con el alivio de haber logrado escapar.—Tuve que irme —murmuró, sin muchas ganas de dar explicaciones.—¿Pero qué pasó? —insistió él —¿Estás bien?Podía imaginarlo con el ceño fruncido, mirando el móvil con esa expresión de desconcierto que ponía cuando algo no encajaba en su lógica.—Me descompuse.Hubo un silencio breve al otro lado de la línea.—¿Cómo que te descompusiste?Nadia giró la cabeza hacia la ventana, observando la calle silenciosa desde su escond