Treinta años después
—¡Ocho hijos! —exclamó Aidan dando vueltas por la habitación como si fuera una jaula, mientras Rhiannon se doblaba de la risa—. ¡Tenemos ocho hijos y ninguno quiere el trono! —escandalizó girándose hacia su loba—. ¿Cómo puedes reírte en una situación como esta?
—Cariño, es que por si no te has dado cuenta, son las tres de la madrugada y estás dando un discurso sublime… ¡en calzones! ¡Así no puedo tomarte en serio! —sonrió ella y Aidan gateó sobre la cama hasta llegar a ella.
Le dio un beso rápido que creció con el calor del momento.
—Espera, espera… ¡De verdad estoy preocupado! —dijo el rey echándose hacia atrás—. ¡Ya me quiero jubilar, como los humanos! ¡Y no puedo hasta que uno de estos babosos no se ponga la corona!
Rhiannon se cubrió la cara con las manos y se aguantó la risa.
—Mira, hemos criado excelentes hijos. Todos son responsables y buenos, eso es lo que importa. Prácticamente mane
Mis queridas Lectoras y lectores: Por fin estamos terminando Cautiva, no puedo contarles el mar de emociones que tengo. Creo que en algún momento la continuaremos con las historias de Luka, Max, Malía, Laila... ya saben por dónde vengo, ¿verdad? jajajajaja Bueno, mientras tanto, este primero de agosto estrenamos: MI PEQUEÑA DEMONIO: La tentación del CEO. En mi fanpage en Face encuentran la sinopsis así que los espero por @DaylisTorres.Escritora Un abrazo inmenso a todas y gracias por su apoyo!!!! Day
1368 D.C.La muchacha abrió los ojos despacio, intentando comprender dónde se encontraba y qué había pasado, y lo primero que vio fueron los grilletes de plata pura cerrados alrededor de sus muñecas y tobillos. Entonces todos los recuerdos le llegaron de golpe: había sido capturada.Después de más de un año de feroz persecución, por fin le había sido imposible evadir a sus enemigos, y ahora la suerte estaba echada. En cuanto llegaran al palacio la matarían.Miró alrededor y vio al destacamento completo de guardias reales sentados frente al fuego, a poco más de cinco metros de distancia. No era mucho, pero era suficiente para darle a su loba una oportunidad de escapar.Cerró de nuevo los ojos llamándola, y la sintió despertar dentro de ella.«Raksha, tienes que irte ahora», sus pensamientos le susu
ActualidadAidan se tocó el bíceps derecho por encima de la camisa de diseñador, mientras miraba la ciudad de Nueva York desde su oficina en el piso 94 del One World Trade Center. Faltaban algunos días para que su «marca» apareciera, y eso siempre lo ponía sumamente irritable. No quería ser molestado, pero los golpes en la puerta eran evidencia de que rara vez obtenía lo que deseaba.—Señor, su esposa está aquí —anunció su secretaria asomando la cabeza por la puerta entreabierta.—Hazla pasar, por favor.Aidan respiró profundo y se giró para encontrarse con el rostro apacible, sonriente y delicado de Myra.—¿Necesitas algo? —le preguntó secamente y se arrepintió en pocos segundos, cuando la vio hacer un mohín. Myra era una muy buena esposa: una Omega callada, obedient
La Guardia real de Aidan Casthiel no superaba los veinte lycans. Ni uno solo de ellos era conocido o importante, pero todos tenían un lazo indisoluble con su Alfa. Vivían bajo la antigua ley del mayor depredador, y seguían a quien consideraban el más fuerte. La Guardia Silenciosa, les llamaban, porque no sonaba ni un gruñido sobre los rastros de sangre que dejaban a su paso.—¡Aidan! ¡A tu derecha!Normalmente aquel grito de Brennan hubiera sido innecesario, pero los dos sabían que Aidan estaba desconcentrado por culpa de la marca.El Alfa se giró en medio de una transformación parcial, con los colmillos y garras desplegados, una fuerza superior y un tamaño que impresionaba incluso a un lycan; atrapó al rebelde que intentaba atacarlo y antes de que se diera cuenta ya le había roto el cuello entre sus colmillos.En sus garras se enredaron otros
—¡Tenía razón! —siseó Aidan con rabia mientras ayudaba a su beta a subirse al asiento del copiloto—. Fue demasiado sencillo sofocar las revueltas, porque fueron solo una distracción.—¿Entonces el verdadero objetivo era la Atalaya? —murmuró Brennan.—¡Exacto! —Aidan dio vuelta a la camioneta y tomó la carretera al sur, hacia Gales.Habrían llegado mucho más rápido si se hubieran movido como lobos, pero Brennan no estaba en condiciones de transformarse con aquella pierna herida, tenía que darle al menos un par de horas para sanar.—No lo entiendo. Se supone que la Atalaya es inexpugnable —dijo su Beta—. ¿Cómo pudieron entrar?—No tengo idea. —Y era la pura verdad, Aidan ni siquiera la conocía.La Atalaya era una fortaleza donde primaba la magia antig
¡Era ella! ¡Ella la que estaba muriendo! ¡Ella la que lo estaba llamando! Aidan sentía que todo su cuerpo estaba a punto de explotar por la rabia, por el miedo, por sentimientos que jamás había experimentado y que, por tanto, no fue capaz de identificar en aquel momento.Con cada segundo que pasaba aquel presentimiento de que iba a morir crecía… pero no era él el que estaba muriendo, y aun así sentía que si esa muchacha desaparecía, él lo haría con ella.Era una lycan, eso estaba claro por la forma en que la plata la afectaba, lo que era inexplicable era la atracción que él sentía por ella y sobre todo, por qué estaba maldita igual que él.—¿Será otra víctima del linaje de Isrión? —pensó en voz alta, pero eso no tenía sentido. Si hubiera sido así, su padre la habr&i
Todo en aquella mujer se había vuelto blanco y pequeño, como de muñeca. Las manos, las diminutas uñas, incluso las pestañas. Su piel parecía porcelana pulida y Aidan casi juraba que podía verla brillar, con esa luz opaca y especial que tenía la luna. O quizás fuera simplemente porque ella era la suya.—Eres mi Luna… —murmuró acariciando su rostro y de repente el hombre, el heredero al trono, el Alfa protector del linaje de Casthiel emergió en él.Parecía indefensa e inocente, pero esa era la palabra exacta: «parecía». Si realmente lo hubiera sido su padre jamás la habría encerrado en aquella celda en la Atalaya. Era una desgracia que después de tantos siglos de soledad, la pareja destinada del Alfa fuera precisamente una enemiga de su corona.Y aún así la necesitaba y la deseaba, todo su espíri
—¿No vas a decirme que estoy loco? ¿Qué mi primer deber es con la corona? ¿Qué debería regresarla a una celda? —preguntó Aidan una vez que Rhiannon se quedó dormida en sus brazos.Había batallado para subirla a un coche, había batallado para subirla al avión y había batallado para que no intentara escapar cada dos segundos. Parecía que no conocía nada del mundo y que le tenía miedo a todo, pero finalmente el agotamiento le había pasado factura y ahora la llevaba dormida en su regazo.—Estás loco. Tu primer deber es con la corona y deberías regresarla a una celda inmediatamente —respondió Brennan con una seriedad que no le creía ni la Diosa—. ¿Contento?Aidan le gruñó porque sabía que era pura ironía lo que salía de su boca.—Bien, ahora pued
Aidan retrocedió, impactado por la profundidad de la rabia en la voz de aquella chica, aunque la suya no era menor. Había esperado siglos por su mate, y ahora ella no quería aceptar que la reclamara, y eso era exactamente igual que…—¿Me estás rechazando? —gruñó.—Te estoy diciendo que no permitiré que me marques hasta que no haya conocido a tu lobo —contestó Rhiannon, después de todo, ella la última lycan de su linaje, por más que Aidan fuera su pareja destinada, no estaba dispuesta a unirse a un lobo que no conocía.—¡Es que no hay nada más que ver! —rugió el Alfa—. ¡Este soy yo, este es mi lobo…!La mirada de Rhiannon se suavizó, incapaz de creer por un momento lo que escuchaba. Por supuesto que había más, mucho más, de lo contrario &eac