Rhiannon se viró de costado, suspirando incómoda por la luz que no la dejaba dormir. Alcanzó el brazo de Aidan, que se sobresaltó un poco, y tiró de él para que se acostara a su lado.
—¿Sigues pensando en la carta del general Gallagher? —preguntó con los ojos cerrados, mientras su lobo pasaba un brazo su cabeza y la estrechaba.
—Sí, entendí lo que quiso decirme, logramos vencer a las últimas manadas… —la respiración del Alfa se hizo pesada—. Pero esto solo fue una distracción, estoy seguro. Nader usó a esta gente como cebo, o bien para escapar, o bien para atacarnos.
—Pero amor… ¿cómo podría? Sin Alec y Adrien, ¿quién queda para respaldarlo?
—Nadie, ese es el problema, así que este es probablemente el momento en que hará cualquier estupidez —dijo Aid
Aidan frunció el ceño en el mismo momento en que su celular sonó y vio el nombre de Hiro en la pantalla del celular.Apenas se lo puso en el oído ya se había levantado y echaba a correr hacia la puerta de salida, haciéndole un gesto a Maddox para que lo siguiera.—¡Estoy ahí en diez minutos! ¿Rhia…?—Me dejó a cargo de las gemelas en el cuarto de seguridad… espera… —se escuchaba la respiración nerviosa y entrecortada de Hiro—. ¡Briccia, viene Briccia con la Nana!—¡Maldición! —exclamó Maddox mientras se subía al asiento del conductor y sacaba el auto del estacionamiento como si estuviera en una pista de Fórmula 1.—¿Quién más está en el departamento? —quiso saber Aidan.—El general Gallagher… olía mucho a su sang
Tres meses después.Briccia cargó a Malía y la vio hacer una pequeña mueca.—¡Maaaaaadddd! —gritó hacia la casa y vio a su lobo saltar sobre la baranda de la terraza, atravesar el jardín corriendo y llegar a la orilla del pequeño lago en menos de veinte segundos.—¿Qué pasó? ¿Están bien? ¿Qué tiene Mala? —preguntó de carretilla.—No es Mala, es Malía —lo corrigió Briccia sacándole la lengua.—Es Mala, malísima, como su papi. ¿Verdad mi amor? —dijo Maddox tomando a la pequeña de los brazos de Briccia, mientras esta cargaba a Laila.Bhremi estaba prestándole sus ojos para que pudiera jugar con las bebés. La loba había tenido una larga conversación con Milo y luego se había disculpado
—¡¿Cómo se te ocurrió, Aidan Casthiel?! —gritó Rhiannon lanzando los caballitos de madera desde la ventana del segundo piso.Brennan abrió los ojos, espantado ante la escena mientras Akela y Aidan salían por la puerta de la terraza, muertos de risa, esquivando los juguetes y cosas que Rhiannon tiraba.—¿Rosa…? ¡¿Rosa?! ¿¡Cómo se te ocurre pintar de rosa los caballos!? —gritaba Rhia—. ¡Tus hijos son los futuros reyes! ¡Los machos alfas de la manada! ¿¡Cómo pintaste los caballos de rosa!?Brennan se aguantó la carcajada mientras le daba un manotazo a Aidan en el pecho.—¿Estás loco o de verdad quieres morir? —lo regañó—. No se molesta a una loba embarazada, menos si está a punto de tener a sus cachorros.—¡Es qu
La noticia había corrido como pólvora. El nacimiento de los herederos se había adelantado y la noticia se había esparcido como pólvora. Para cuando Brennan logró regresar del aeropuerto con Maddox y su familia, ya la comunidad había puesto manos a la obra y organizado la celebración.En cierta medida era un poco gracioso, Rhia gritaba en el segundo piso mientras la doctora la hacía caminar por la habitación, y en el primer piso todos levantaban las copas y bebían. También era curioso que se esperara cierta agresión de parte de la reina como lanzar cosas por la ventana, algunos incluso llevaban sus paraguas.Los Alfas más cercanos fueron los primeros en llegar, pero los otros no se perdieron demasiado, porque quizás por ser primeriza, Rhiannon tuvo un parto realmente largo. A veces andaba por la habitación, se peleaba con Briccia, con la Nana, con la doctora y
La ceremonia para presentar a los cachorros en el templo de la Diosa fue sencillamente perfecta. Briccia la presidió y tal como Rhiannon quería, los herederos al trono de los lycans fueron llamados Max y Luka.En el jardín trasero de la casa se ubicaron después todas las mesas de la comida, trajeron música y la celebración se extendió en torno a la reina y sus cachorros.—¡Pido el primer año! —exclamó Dimitri después de hacer su brindis y todos sabían a lo que se refería.Cuando los cachorros cumplieran los quince años, tenían que comenzar un viaje educativo por las manadas. Cada Alfa se los quedaría un año entero para entrenarlos en las costumbres de sus manadas y darles un recorrido por sus territorios. Eso era fundamental si querían criar buenos reyes.—Dimitri, tienen dos días de nacidos ¿y t&uacu
Treinta años después —¡Ocho hijos! —exclamó Aidan dando vueltas por la habitación como si fuera una jaula, mientras Rhiannon se doblaba de la risa—. ¡Tenemos ocho hijos y ninguno quiere el trono! —escandalizó girándose hacia su loba—. ¿Cómo puedes reírte en una situación como esta? —Cariño, es que por si no te has dado cuenta, son las tres de la madrugada y estás dando un discurso sublime… ¡en calzones! ¡Así no puedo tomarte en serio! —sonrió ella y Aidan gateó sobre la cama hasta llegar a ella. Le dio un beso rápido que creció con el calor del momento. —Espera, espera… ¡De verdad estoy preocupado! —dijo el rey echándose hacia atrás—. ¡Ya me quiero jubilar, como los humanos! ¡Y no puedo hasta que uno de estos babosos no se ponga la corona! Rhiannon se cubrió la cara con las manos y se aguantó la risa. —Mira, hemos criado excelentes hijos. Todos son responsables y buenos, eso es lo que importa. Prácticamente mane
1368 D.C.La muchacha abrió los ojos despacio, intentando comprender dónde se encontraba y qué había pasado, y lo primero que vio fueron los grilletes de plata pura cerrados alrededor de sus muñecas y tobillos. Entonces todos los recuerdos le llegaron de golpe: había sido capturada.Después de más de un año de feroz persecución, por fin le había sido imposible evadir a sus enemigos, y ahora la suerte estaba echada. En cuanto llegaran al palacio la matarían.Miró alrededor y vio al destacamento completo de guardias reales sentados frente al fuego, a poco más de cinco metros de distancia. No era mucho, pero era suficiente para darle a su loba una oportunidad de escapar.Cerró de nuevo los ojos llamándola, y la sintió despertar dentro de ella.«Raksha, tienes que irte ahora», sus pensamientos le susu
ActualidadAidan se tocó el bíceps derecho por encima de la camisa de diseñador, mientras miraba la ciudad de Nueva York desde su oficina en el piso 94 del One World Trade Center. Faltaban algunos días para que su «marca» apareciera, y eso siempre lo ponía sumamente irritable. No quería ser molestado, pero los golpes en la puerta eran evidencia de que rara vez obtenía lo que deseaba.—Señor, su esposa está aquí —anunció su secretaria asomando la cabeza por la puerta entreabierta.—Hazla pasar, por favor.Aidan respiró profundo y se giró para encontrarse con el rostro apacible, sonriente y delicado de Myra.—¿Necesitas algo? —le preguntó secamente y se arrepintió en pocos segundos, cuando la vio hacer un mohín. Myra era una muy buena esposa: una Omega callada, obedient