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El día estaba precioso, el sol estaba en lo más alto, el cielo estaba completamente azul; era casi perfecto, todo se veía tan irreal.

— ¿El día está precioso, no? — preguntó alguien a mis espaldas.

Yo me di la vuelta y le sonreí a Stephano. Él hoy se veía tan bien, era como un ángel.

— Está como para ir a la playa. Hace tanto que no voy, me hace mucha falta — le dije.

Él sonrió y me tendió la mano.

— Tenemos una entrega cerca a la playa. Si quieres, me puedes acompañar — me propuso.

Yo no lo dudé y de inmediato le dije que sí. Estaba tan cansada de todo; solo quería relajarme un poco. ¿Acaso eso era pecado?

— Ve subiendo a la camioneta — me dijo.

Yo me subí a la camioneta y esperé. Miré por la ventanilla y observé a Stephano mientras papá le entregaba el arreglo. Él era un chico realmente lindo, buena persona. Podría ser feliz con él sin pensarlo.

— ¿Estás lista? — Me preguntó él, metiendo el arreglo en la parte de atrás.

Después, él se subió al asiento del piloto y volvió a sonre
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