**VIERNES**Me paré frente al vestido que estaba en la cama, respiré profundo, cerré los ojos por un momento para tranquilizarme. El día había llegado y mi corazón estaba a mil por hora.— Cariño, ¿por qué aún no te has vestido? Ven y te ayudo — dijo la señora.Ella entró y levantó el vestido de la cama. Me aparté un poco y miré al balcón. En un par de horas más sería libre.— ¿Cariño, estás bien? — me preguntó.Asentí inmediatamente y empecé a ponerme el vestido.— ¿Cómo te llamas? — le pregunté, ya que aquella vez no me dieron ganas de hacerle la pregunta.— Soy Agustina, mucho gusto — me dijo.Asentí, y Agustina me ayudó a arreglar el vestido.— Aún no entiendo por qué dejó a Fabien en manos de Piero — le dije.Ella dejó de abotonar el vestido y me miró.— Cuando Piero se casó con Fabiana, lo hizo para hacer una alianza con los Salvatore, pero ellos estaban enamorados. Fabiana lo veía como un dios y ni hablar de él, jamás pensé que alguien como Piero pudiera demostrar amor, pero co
Todo era un desastre. Los estruendos de disparos llenaban el aire, y yo estaba muerta de miedo. No por mí, sino por él. Fabien estaba sangrando demasiado, y todo era culpa mía. Piero se acercó a nosotros y levantó a Fabien. Jacob también se aproximó, y los cuatro salimos del jardín. Nadie sabía de dónde venían los disparos. Metieron a Fabien en la enfermería, y William quitó la camisa para verificar su estado. — Tenemos que llevarlo al hospital — nos dijo. Mi mundo se fue al carajo. Fabien se veía mal, y yo me sentía miserable. — No voy a morir, Carolina — me dijo con esfuerzo. Su cara se veía pálida, estaba muy mal. — Yo no quiero que mueras — le dije llorando. Me acerqué a él y lo abracé, le di un beso y luego me separé. — Llévala al cuarto — ordenó Fabien a Jacob. Yo negué con la cabeza. — No, me quiero quedar contigo, por favor — le supliqué. Jacob me cargó y me sacó de la enfermería. — ¿Se va a morir, verdad? — le pregunté, pero Jacob no dijo nada. — No quiero que se mue
Mariano aún me miraba, no sé si era porque quería decirme algo, o simplemente ya estaba muerto. Empecé a tratar de liberarme, pero la silla terminó volcada a un lado. Miré a Mariano, pero su mirada estaba fija. Él... ya había muerto, y yo tendría un final aún peor.Las horas pasaron y nadie entraba a la habitación. Mi brazo estaba entumecido por la posición y el peso de la silla. Mi pierna lastimada también dolía horriblemente. Quería a Fabien, lo quería conmigo.— Fabien, por favor ven por mí. Me portaré bien, pero por favor sácame de aquí — lloré en voz baja. Quería que me sacara de ese lugar y me llevara a la habitación. Quería dormir en sus brazos y ver sus ojos al despertar.La puerta se abrió y entró Piero con otros dos hombres.— Pudiste tener una excelente vida, niña, pero decidiste escoger a otro hombre. Es una lástima, de verdad me gustabas — me dijo Piero.Miré a Piero suplicante.— No sé de lo que hablas. Déjame hablar con Fabien, por favor. Mariano mintió, yo no sabía nad
Tenía una semana en este lugar, cada día era más terrible que el anterior, las mujeres aquí eran tratadas peor que trapos, un perro tenía mejor trato que nosotras.Uno de los hombres tiraron a una chica muerta en medio de nosotras, algunas lloraron y otras simplemente ignoraron el cuerpo, yo solo pensé en una cosa. "No terminar como ella".— Eso es lo que les pasará si intentan huir — Gritó el bastardo con una cara de satisfacción. — ¡A trabajar! — nos gritó y se fue.Estaba en el infierno, rodeada de demonios y almas en pena. Miré a mi alrededor, había mujeres de todas las edades, vueltas mierda igual que yo, muertas en vida, viviendo el peor de los castigos, pero... ellas lo merecían. ¿Yo lo merecía? No, ninguna merecíamos estar aquí.— ¿Cómo te llamas? — Me preguntó una chica que iba a mi lado.Yo estaba arrastrando una caja pesada con ayuda de un arnés que pasaba entre mis piernas, sujeto a un cinturón de cuero alrededor de la cintura, estaba transportando carbón, en las condicion
Todas las mujeres se despertaron y empezaron a acercarse. Hoy, el demonio que estaba creciendo en mí salió por completo. Me sentía tan superior. Ahora entendía a Fabien, entendía por qué hacía todas esas cosas. Matarlo fue la mejor sensación del mundo.— Nos van a matar a todas — Dijo una de ellas, yo me acerqué.— De todas maneras vas a morir. ¿De verdad quieres que esto continúe? ¿Vas a soportar otro golpe? ¿Otra violación? ¿De verdad quieres seguir viendo a chicas muertas por todos lados? Yo no, ya me cansé — le dije.Ya estaba harta de ser la débil, la mujer a quien todos joden, ahora yo seria la que los iba a joder.— Son muchos, no podremos con ellos — Dijo otra con nerviosismo.— Nosotras somos más. Si todas luchamos, los mataremos a todos y no son muchos, solo son 8. Nosotras somos más de cien — les dije.Muchas estuvieron de acuerdo, y otras se veían indecisas.— Está en sus manos, morir luchando o morir a causa de una paliza de esos bastardos, pero yo prefiero morir sabiendo
Después de salir de ese infierno, todas las mujeres corrieron por caminos distintos, y yo... iba a volver a casa. Necesitaba estar allí, tenía que despedirme de ellos. Quería...Era de madrugada cuando llegué. Busqué en la maceta donde siempre escondíamos la llave y para mi suerte aún estaba allí. Respiré profundo cuando abrí. Entrar sería tan doloroso.Al entrar a la casa, el sentimiento me ganó. Todas las imágenes de mis hermanos y mi papá riendo en esta casa llegaron a mi memoria en vívidas imágenes. Los muebles y demás cosas estaban cubiertos con sábanas, pero no había rastro de mis mascotas. Tal vez murieron también.Caminé por la casa, mirando cada rincón. Hoy... los extrañaba tanto. Pero esto no se iba a quedar así. Yo iba a matar a Simone, y lo haría sufrir, por cada lágrima mía derramada.Me fui al baño y me quité el vestido de novia. Me miré al espejo y no me reconocía. Estaba tan destruida. Atrás quedó la chica risueña, ahora me devolvía la mirada una mujer maltratada, jodi
Padre llegó a primera hora de la mañana a mi casa. Yo lo miré con el ceño fruncido. Sabía que iba a decirme algo, y eso era molesto, y más en mi estado. Hoy había amanecido de malas, mi brazo me dolía como el infierno. — ¿Pasó algo? — Le pregunté. Por la cara de mi padre, sí pasaba algo, y ya imaginaba qué era. — Berlusconi me contó lo que hizo esa niña. Se suponía que ella debía morir en ese lugar, fue una orden mía, pero tú pediste algo completamente diferente. ¿Qué pretendías dejándola con vida? — Me preguntó furioso. Yo le sonreí un poco, muy en el fondo. Yo quería que ella rogara por mí, de la misma forma en como lo hizo cuando la sacaron de aquí, pero eso jamás pasó. — Yo hablaré con Berlusconi, no te preocupes — Le dije. Padre se veía furioso. — Él la quiere, no creo que cambie en nada hablar. Busca a esa niña y llévasela, que la joda como le dé la gana — Me dijo. No quería seguir con esta conversación, yo iba a solucionar este pequeño percance. Y si Berlusconi se atrev
La camioneta dio un par de vueltas y después cayó a un río cercano, literalmente estaba boca abajo. Lo único que me sostenía era el cinturón de seguridad. Aún tenía a Milo en mis brazos; este empezó a lamer mi barbilla. Yo miré al frente: la chica y su papá estaban muertos, el agua estaba entrando. Yo tiré a Milo a un lado y me quité el cinturón, caí pesadamente golpeándome un brazo. Empecé a tratar de abrir la puerta.— ¡Papi! — Dijo la chica. Yo la miré, ella aún estaba viva. Ahora tenía que sacarnos de aquí.Una bala impactó el coche, seguida de varias más. Yo me arrinconé lo más que pude, pero la chica no tuvo suerte; una de las balas le impactó y ella empezó a gritar, para después quedarse en completo silencio.Las balas cesaron, y el agua empezó a inundar mucho más el coche. Yo tomé a Milo en mis brazos y volví a tratar de abrir. Pero antes tomé el bolso de la chica. Empecé a darle patadas a la puerta hasta que se abrió y el agua empezó a inundar mucho más la camioneta. Yo salí