Subí a la habitación, y Carolina estaba despierta. Apenas me vio entrar, se arrinconó en la cabecera de la cama. Ella me miró desde allí, sus grandes ojos estaban brillantes por las lágrimas. Odiaba verla de esa manera.— No tengas miedo, he reforzado la seguridad. Nadie podrá entrar o salir de aquí — le aseguré.Ella me miró con terror y empezó a llorar mucho más fuerte.— Tengo miedo — me dijo.Yo le sonreí un poco, quería que se tranquilizara.— No lo tengas, cariño. Sé que esto fue traumático para ti, pero te juro que encontraré a la persona que está detrás de esto y la haré pagar. Te juro que la mataré hasta la mascota — le dije.Carolina se bajó de la cama y caminó hacia mí.— ¿Estás bien? — Me preguntó de la nada. Yo sonreí.— Muy bien, ¿y tú? — le pregunté.Ella asintió.— Yo quería hacerte una fiesta de cumpleaños, te lo juro — me dijo.Levanté una ceja y recordé los globos esparcidos por la casa.— ¿Para qué? — le pregunté.Ella me abrazó con fuerza.— Quería que este fuera
Sentí como mi espíritu salía de mi cuerpo. Quería correr y gritar. Mis manos temblaban. Era horrible todas las sensaciones que estaba experimentando. — ¿Son estas las flores que quiere tu papá? — preguntó Stephano. Me di la vuelta y asentí, ese infeliz iba a matarme. — Se las llevaré rápido — dijo. Pasó sobre Fabien como si nada. Fabien lo miró por un segundo y luego me miró a mí. — ¿Qué haces aquí? — le pregunté, tratando de sonar lo más tranquila posible. — Quería asegurarme de que llegaste bien — contestó. Me mordí el labio inferior. Estoy segura de que Fabien sospecha algo. — ¿Cómo entraste aquí? — le pregunté. Él me sonrió. — Le dije a tu papá que yo era tu pareja. De hecho, hablamos un par de minutos — dijo. Esto era lo que no quería. Ahora mi papá estaba más involucrado en esto. — ¿Ese chico que salió, quién es? — preguntó Fabien. Forcé una sonrisa. — Es el nuevo empleado. Papá lo contrató cuando me secuestraste, y ahora él se encarga de las entregas — respondí.
Esa noche no pude dormir; podía sentir la respiración pausada de Fabien. Tenía que pensar en frío lo que tenía que hacer: quedarme con él era como suicidio. Tarde o temprano se enteraría de la verdad. Lo más lógico era huir lejos, cambiarnos de nombre. Pero para eso necesitaba dinero y alguien que me ayudara. También tenía que hablar con mi papá y mis hermanos; ellos tenían que estar lo más alerta posible. Miré a un lado; Fabien estaba dormido plácidamente. ¿Cómo podía dormir tan tranquilo con todas esas muertes en sus manos? Miré al techo. Si él podía dormir así de tranquilo con todas esas muertes, la mía y la de mi familia no le iba a quitar el sueño en lo más mínimo. — ¿Por qué aún no estás dormida? — me preguntó. Me espanté y lo miré. ¿Acaso estaba fingiendo dormir? — No lo sé, creo que tengo frío — le dije. Él abrió los ojos y me miró. — Entonces, cúbrete bien. Ahora, deja de moverte. Tengo una reunión temprano — me dijo. Yo me metí debajo de las cobijas y me tapé hasta la
La cena fue una tortura; todos los ojos estaban puestos en mí. Yo quería salir corriendo de este lugar; me sentía tan intimidada por los tres pares de ojos que me observaban con atención. — ¿Por qué quieren que sea tan rápido el matrimonio? — Les pregunté. — Para qué esperar más, solo será una pequeña ceremonia con algunos familiares y amigos. No será nada ostentoso — contestó Piero. — Entiendo — contesté. Necesitaba hablar bien con Mariano; él tenía que sacarme de esta. Yo no podía casarme con Fabien. — ¿Y el vestido? Es que faltan muchas cosas y ustedes quieren que sea todo tan pronto — les pregunté. Fabien me miró. — Un vestido lo puedes conseguir en cualquier lado, y de lo otro no te preocupes. Tengo un equipo encargándose de eso, así que no pienses de más — me pidió. Yo asentí y seguí comiendo, miré a la puerta esperando a que entrara Mariano, pero eso nunca pasó. Después de la cena, Piero y su papá se fueron. Yo estaba que me tiraba del cabello; no me quería casar con é
**LUNES** El lunes llegó y con él una desesperación terrible. Papá ya había hablado con mis hermanos. Al principio no estuvieron de acuerdo, pero después de explicarles quién era Fabien, todos aceptaron de inmediato. Papá se comunicó con nuestra familia y compramos boletos sin ningún problema. El viernes estaríamos volando fuera de este infierno. Hoy no había ido a la florería; estaba un poco cansada y no me apetecía ver a Simone. De un tiempo para acá, mis fuerzas se habían ido, el cansancio mental me estaba pasando factura. Caminé por la casa, buscando en qué distraerme, hasta que me topé con Fabien. Él estaba más tranquilo de lo habitual, o tal vez yo estaba demasiado paranoica. — ¿Ya has visto el vestido? — Me preguntó. Yo le sonreí un poco. Fabien me había comprado un vestido de novia que no había visto; es más, ni siquiera quería verlo. — Es muy hermoso, gracias — le dije. Lo abracé y le di un beso en la mejilla. — Padre quiere que uses un anillo que ha estado en varias g
**VIERNES**Me paré frente al vestido que estaba en la cama, respiré profundo, cerré los ojos por un momento para tranquilizarme. El día había llegado y mi corazón estaba a mil por hora.— Cariño, ¿por qué aún no te has vestido? Ven y te ayudo — dijo la señora.Ella entró y levantó el vestido de la cama. Me aparté un poco y miré al balcón. En un par de horas más sería libre.— ¿Cariño, estás bien? — me preguntó.Asentí inmediatamente y empecé a ponerme el vestido.— ¿Cómo te llamas? — le pregunté, ya que aquella vez no me dieron ganas de hacerle la pregunta.— Soy Agustina, mucho gusto — me dijo.Asentí, y Agustina me ayudó a arreglar el vestido.— Aún no entiendo por qué dejó a Fabien en manos de Piero — le dije.Ella dejó de abotonar el vestido y me miró.— Cuando Piero se casó con Fabiana, lo hizo para hacer una alianza con los Salvatore, pero ellos estaban enamorados. Fabiana lo veía como un dios y ni hablar de él, jamás pensé que alguien como Piero pudiera demostrar amor, pero co
Todo era un desastre. Los estruendos de disparos llenaban el aire, y yo estaba muerta de miedo. No por mí, sino por él. Fabien estaba sangrando demasiado, y todo era culpa mía. Piero se acercó a nosotros y levantó a Fabien. Jacob también se aproximó, y los cuatro salimos del jardín. Nadie sabía de dónde venían los disparos. Metieron a Fabien en la enfermería, y William quitó la camisa para verificar su estado. — Tenemos que llevarlo al hospital — nos dijo. Mi mundo se fue al carajo. Fabien se veía mal, y yo me sentía miserable. — No voy a morir, Carolina — me dijo con esfuerzo. Su cara se veía pálida, estaba muy mal. — Yo no quiero que mueras — le dije llorando. Me acerqué a él y lo abracé, le di un beso y luego me separé. — Llévala al cuarto — ordenó Fabien a Jacob. Yo negué con la cabeza. — No, me quiero quedar contigo, por favor — le supliqué. Jacob me cargó y me sacó de la enfermería. — ¿Se va a morir, verdad? — le pregunté, pero Jacob no dijo nada. — No quiero que se mue
Mariano aún me miraba, no sé si era porque quería decirme algo, o simplemente ya estaba muerto. Empecé a tratar de liberarme, pero la silla terminó volcada a un lado. Miré a Mariano, pero su mirada estaba fija. Él... ya había muerto, y yo tendría un final aún peor.Las horas pasaron y nadie entraba a la habitación. Mi brazo estaba entumecido por la posición y el peso de la silla. Mi pierna lastimada también dolía horriblemente. Quería a Fabien, lo quería conmigo.— Fabien, por favor ven por mí. Me portaré bien, pero por favor sácame de aquí — lloré en voz baja. Quería que me sacara de ese lugar y me llevara a la habitación. Quería dormir en sus brazos y ver sus ojos al despertar.La puerta se abrió y entró Piero con otros dos hombres.— Pudiste tener una excelente vida, niña, pero decidiste escoger a otro hombre. Es una lástima, de verdad me gustabas — me dijo Piero.Miré a Piero suplicante.— No sé de lo que hablas. Déjame hablar con Fabien, por favor. Mariano mintió, yo no sabía nad