Los dos estamos tumbados en el suelo, mirando hacia el techo mientras escuchamos una de mis canciones preferidas: Nothing Else Matters de Little Mix.
Apoyo las manos en mi barriga mientras tarareo en voz baja. Ladeo la cabeza y contemplo a Aiden, que tiene los brazos detrás de la cabeza, con la expresión pensativa y el ceño fruncido.
A pesar de su expresión no puedo evitar admirar lo guapo que es.
No puedo dejar de darle vueltas a su beso, fue tan dulce y raro que me asusta que las palabras de Amanda sean ciertas, no sólo por el hecho de que Aiden posiblemente sienta algo por mí, sino por lo que yo pueda sentir hacía él.
Ladea el gesto en mi dirección y me regala una de sus sonrisas.
—No entiendo por qué esta canción te gusta tanto —murmura. Se pasa la mano por el pelo y niega con la cabeza—. A mí me parece estúpida y demasiado romántica —airea.
—No es estúpida, es preciosa —replico a la defensiva. Entrecierro los ojos y sacudo
La noche mejora por momentos. Primero me entero de los abusos de Alyssa, después Sam me miente una vez más, me cuelo en un maldito gimnasio de universidad, me pillan y para mejorar las cosas ahora estoy encerrada en una jodida celda con Aiden y un ataque de nervios como único aliado.«¿Puede pasarme algo más?»Me sostengo la cabeza entre las manos, intentando recordar cómo se respira. Podría decir que comienzo a hiperventilar.Soy una idiota, debería haberme ido cuando me lo dijo.—¿Por qué no te fuiste cuando te lo dije? —farfulla Aiden.—¡Joder!¡No quería dejarte solo! —estallo a la defensiva.Levanto la cabeza y miro en su dirección. Está de espaldas a mí, con los brazos cruzados, observando a los agentes pasar de un lado a otro. Parece relajado a pesar de que estamos encerrados en una maldita celda y esperando a que nos digan que van a hacer con nosotros.Me mira por encima del hombro y pone los ojos en blanco.—Sé cuidarme solo. N
Me pongo las gafas de sol para poder ocultar los enormes surcos que hay bajo mis ojos y entro con cuidado de no hacer ruido. Camino con sigilo, todo con máximo cuidado.Ya que la policía me trajo hasta la casa de Elizabeth, aprovecho para hacer una pequeña visita; en realidad me daba pereza ir hasta el apartamento.Ahora sólo pienso en llegar a mi habitación y darme una larga ducha para quitarme este horrible olor a alcohol y cloro.Camino sobre mis pasos y voy a la cocina. Necesito comer algo si no quiero desfallecer ahora mismo. En cuanto entro, como no... Elizabeth y Richard están en la cocina. Richard está sentado en uno de los taburetes de la isleta, hojeando un periódico y mi madre prepara algo que huele horrible.Los dos están de espaldas a mí y no parecen percatarse de mi presencia, hasta que oyen mis tacones retumbar por el suelo.Richard es el primero en darse la vuelta, sus ojos se abren como platos. Sé que tengo pinta de haber pasado la noch
—¡Qué! —exclama Amanda, atónita. Me mira a través de sus gafas de sol y hace una mueca de fastidio—. Menuda zorra celosa. Yo también estaría pensando en asesinarla—comenta con malicia.—Aja —afirmo.Cierro los ojos, intentando que mis poros absorban un poco de vitamina D de este frágil sol de finales de noviembre. Ya no estoy tan cabreada como antes, pero con eso no quiero decir que lo haya olvidado, aunque lo intente, no puedo.Cojo mi botellín de cerveza y lo doy un corto sorbo.—Tía, te puede meter un problema muy grande —añade Alyssa.—Y todo esto por Sam... —farfulla Amanda.Me alegro de haberlas llamado en cuanto me enteré de todo esto. Al menos tengo alguien con quien hablarlo, porque si siguiera guardándomelo para mi sola iba acabar explotando.Recuesto la cabeza sobre el mullido cojín del sillón y suspiro.—¿Dónde os metisteis anoche? —pregunto para cambiar de tema.—Salimos con Dave poco después de que tu salieras del b
Me aseguro de meter la carta en el bolsillo trasero y cojo la mochila a toda prisa. Hoy me siento con energía renovada, preparada para afrontar el largo día que tengo por delante. Me muero de ganas de ver la cara de Stacey cuando me vea. Va a ser brutal, sé que es muy probable que pierda los nervios, pero ahora no me preocupo por eso.Abro la puerta principal y hago un gesto rápido con la mano cuando veo el Lexus negro de Amanda, que me devuelve el gesto mientras camino a paso acelerado en su dirección.Por suerte cuando entro está calentito. Esto de los asientos calefactores es una pasada. Creo que su madre acertó de lleno con el regalo de cumpleaños. La miro de soslayo antes de que me dé un beso en la mejilla. No puedo evitar sentir envidia de lo perfecta y despierta que se ve a estas horas cuando yo aún tengo las legañas pegadas y bostezo a cada segundo.Me sonríe con complicidad mientras pone la música a todo volumen.—¿Preparada para darle una lección a
Cuando llego al apartamento una fina y casi imperceptible capa de nieve cubre la calle. Voy hasta mi habitación y observo por el ventanal como la nieve comienza a cubrir los grandes bloques de edificios de alrededor. La nieve me provoca melancolía. Antes solía encantarme, pero hace mucho tiempo que sé me ha hecho imposible disfrutarla.Dejo caer la mochila en el suelo y me hago un ovillo en la cama. Hace ya una hora que dejé de contener el llanto; a veces es imposible hacerlo. Lo único que necesito es dormir, dejar de pensar. Pero, sobre todo, dejar de ser yo por un par de horas.Me pongo los auriculares y comienzo a escucharStill falling for youde Ellie Goulding.A veces me pregunto cómo lo hacen. Normalmente dicen que los cantantes buscan inspiración para escribir a partir de sus relaciones fallidas, sacan canciones cada cuatro meses, así que he sacado la conclusión de que cuando pasan ese período de tiempo, es que han roto con su pareja.
Han pasado siete días, veintinueve horas, cinco minutos y veinticinco segundos desde la última vez que vi a Sam. La tarea no ha sido difícil cuando lleva sin pasarse por la universidad durante tanto tiempo; es que lo agradezco. Al menos soy capaz de estar más de dos horas sin llorar, lamentándome en mi propia intimidad. En cierto modo eso se lo debo a Aiden, cuando él está cerca el dolor desaparece o al menos es soportable. No sé qué haría sin su compañía.A veces me gustaría buscarlo o mandarle un mensaje para saber cómo está, pero en cuanto recuerdo el modo en el que me traicionó sé me quitan las ganas por completo.Aprieto el paso para llegar puntual a mi clase con Jerry. Últimamente sólo me centro en estudiar y estudiar. Eso me ayuda a dejar de pensar.Cuando llego todos están listos, preparados para la paliza semanal. Jerry me manda una mirada reprobatoria por llegar tarde, pero no me reprende en ningún momento. Mientras me quito la chaqueta y me pongo los gua
Busco con la mirada la mesa en la que están sentados el grupo mientras recojo mi café y un brownie. Me siento terriblemente observada, pero desde que monté todo ese espectáculo con Stacey soy el foco de miradas de todo el mundo.Todos hablan y hablan sobre nosotras, sobre Sam y sobre lo que habrá pasado entre nosotros, dado que lo que sucedió en la clase anterior ya es totalmente viral. Y eso les da más de lo que hablar, aunque a estas alturas ya me da igual.Me siento en la silla que hay libre entre Amanda y Dave, dejándome caer y tirando la mochila al suelo.Amanda me da un abrazo rápido y me dedica una sonrisita.—Estamos pensando ir a la pista de patinaje de Millenium Park y nos preguntábamos si querrías venir —ofrece.—No —le contesto al instante.Odio patinar sobre hielo. Soy demasiado torpe y me da muchísima vergüenza caerme delante de tanta gente—aún tengo un poquito de orgullo propio—. Además, odio todo ese rollo navideño. Las calles ador
Dejo de cortar la cebolla sobre la tabla cuando el timbre suena con insistencia. Miro el reloj del móvil y frunzo el ceño, contrariada ante la hora, apenas son las cuatro y media y la única visita que esperaba era la de Aiden. Le había prometido que lo invitaría a cenar en una especie de cita.Soy una pésima cocinera, pero una pequeña parte de mí estaba ilusionada con poder cocinar para él. Puede que no tengamos ninguna relación sentimental, pero somos buenos amigos y siempre está ahí para apoyarme.Detengo la música y me limpio las manos a la camiseta vieja.—Un momento —digo para que no se vaya.Troto hasta la puerta y abro con una sonrisa para encontrarme con unos grandes ojos avellanas que me observan con una mezcla de temor y timidez.—¿Kaia? —inquiero con incredulidad.Ella alza la mirada y esboza una sonrisa débil mientras juguetea con el paquete envuelto que tiene en ambas manos. Decir que me ha pillado por sorpresa es quedarse corta.<