Han pasado siete días, veintinueve horas, cinco minutos y veinticinco segundos desde la última vez que vi a Sam. La tarea no ha sido difícil cuando lleva sin pasarse por la universidad durante tanto tiempo; es que lo agradezco. Al menos soy capaz de estar más de dos horas sin llorar, lamentándome en mi propia intimidad. En cierto modo eso se lo debo a Aiden, cuando él está cerca el dolor desaparece o al menos es soportable. No sé qué haría sin su compañía.
A veces me gustaría buscarlo o mandarle un mensaje para saber cómo está, pero en cuanto recuerdo el modo en el que me traicionó sé me quitan las ganas por completo.
Aprieto el paso para llegar puntual a mi clase con Jerry. Últimamente sólo me centro en estudiar y estudiar. Eso me ayuda a dejar de pensar.
Cuando llego todos están listos, preparados para la paliza semanal. Jerry me manda una mirada reprobatoria por llegar tarde, pero no me reprende en ningún momento. Mientras me quito la chaqueta y me pongo los gua
Busco con la mirada la mesa en la que están sentados el grupo mientras recojo mi café y un brownie. Me siento terriblemente observada, pero desde que monté todo ese espectáculo con Stacey soy el foco de miradas de todo el mundo.Todos hablan y hablan sobre nosotras, sobre Sam y sobre lo que habrá pasado entre nosotros, dado que lo que sucedió en la clase anterior ya es totalmente viral. Y eso les da más de lo que hablar, aunque a estas alturas ya me da igual.Me siento en la silla que hay libre entre Amanda y Dave, dejándome caer y tirando la mochila al suelo.Amanda me da un abrazo rápido y me dedica una sonrisita.—Estamos pensando ir a la pista de patinaje de Millenium Park y nos preguntábamos si querrías venir —ofrece.—No —le contesto al instante.Odio patinar sobre hielo. Soy demasiado torpe y me da muchísima vergüenza caerme delante de tanta gente—aún tengo un poquito de orgullo propio—. Además, odio todo ese rollo navideño. Las calles ador
Dejo de cortar la cebolla sobre la tabla cuando el timbre suena con insistencia. Miro el reloj del móvil y frunzo el ceño, contrariada ante la hora, apenas son las cuatro y media y la única visita que esperaba era la de Aiden. Le había prometido que lo invitaría a cenar en una especie de cita.Soy una pésima cocinera, pero una pequeña parte de mí estaba ilusionada con poder cocinar para él. Puede que no tengamos ninguna relación sentimental, pero somos buenos amigos y siempre está ahí para apoyarme.Detengo la música y me limpio las manos a la camiseta vieja.—Un momento —digo para que no se vaya.Troto hasta la puerta y abro con una sonrisa para encontrarme con unos grandes ojos avellanas que me observan con una mezcla de temor y timidez.—¿Kaia? —inquiero con incredulidad.Ella alza la mirada y esboza una sonrisa débil mientras juguetea con el paquete envuelto que tiene en ambas manos. Decir que me ha pillado por sorpresa es quedarse corta.<
Por fin viernes y con ello la fiesta que llevaba esperando. Va a ser un fin de semana duro, pero eso significa que sólo quedan un par de semanas para las vacaciones y con ello mi esperado viaje a California. Fantaseo a todas horas con ello, hasta tacho los días en el calendario, eso me ayuda a mantenerme entretenida y no pensar; que más podría pedir...Me doy un último repaso en el espejo y practico como sonreír, últimamente me cuesta más de lo normal. Creo que he acertado de pleno con el vestido, el color coral me sienta de maravilla, aunque me aseguro de abrigarme correctamente.Me peino el pelo con los dedos y me retoco por última vez el pintalabios del mismo color que mi vestido. Me llega el mensaje de Amanda, comunicándome que ya está esperando abajo. Cojo el bolso de mano brillante que me dejó Alyssa y salgo a toda prisa.Esta vez Amanda y yo iremos completamente solas. Un ratito para nosotras y poder hablar con tranquilidad. Por lo que tengo entendido las fi
Duda y me mira con el ceño fruncido, una mirada severa es suficiente para hacer que se decida y pase por la puerta, cerrándola detrás de él. Le dedico una mirada rápida al guardia de seguridad y camino con paso fingidamente decidido hacia el ascensor.Cuando ambos entramos me apoyo en la pared y me quito los tacones con dificultad. Si los llevaba un segundo más tendrían que amputarme los pies. Sam se ríe con suavidad al ver mi cara de alivio, y a pesar de que está detrás de mí puedo imaginarme su cara irónica y los brazos cruzados sobre el pecho. Me paso las manos por la cara y suspiro.Supongo que ahora es el momento de escuchar sus explicaciones sobre el porqué debería perdonarlo.—¿Y bien? —inquiero.Salimos al pasillo de mi apartamento y camino dando pequeños traspiés.—Estás bastante pedo —murmura. Lo miro por el rabillo del ojo y me río al ver el ceño fruncido y sus labios formando un mohín—, y más insoportable —añade con una risita.Oh, ese
Me levanto de golpe de la cama, asesinándolo con la mirada, pero él se ríe mientras se cruza de brazos impasible, formando en sus labios esa mueca burlona.—Creo que el único que ha follado aquí eres tú, porque yo no me enterado de nada ¡Ni siquiera me has dejado tocarte! ¡Ni me has besado! —estallo perdiendo los estribos. Me paso las manos por el pelo y me tiro de las raíces—. ¿Por qué lo has hecho? —inquiero.—A qué te sientes frustrada, como si te faltara algo que te saca de quicio y hace que estés de mal humor. Pues así como yo me siento cada vez que me mandas a la mierda o te dedicas a provocarme con cosas que no deberías hacer —responde con avidez.Me sonríe con suficiencia y me aparta un mechón de la frente. Cuando le doy un manotazo en la mano comienza a reírse con burla.—Supongo que tengo que devolverte un poco de tu propia medicina.—Eres un imbécil —mascullo entre dientes.Lo que me acaba de hacer es... es, joder, ni siquiera sé cómo e
Primero abro un ojo con lentitud y observo las nubes grises que aparecen por el ventanal. Me froto los ojos con las manos mientras intento incorporarme en la cama, pero un profundo pinchazo me atraviesa la sien, haciendo que vuelva a tumbarme.«Mierda.»¿Por qué he tenido que beber tanto? Anoche me pasé con el whisky, tal vez demasiado y lo peor de todo es que no me acuerdo de nada.Ladeo la cabeza y miro estupefacta a Sam, que aún sigue durmiendo mientras yo me muero de la rabia por dentro. Creo que por eso no he mirado antes, porque tenía la esperanza de que fuera Aiden y no Sam, pero no.Mi mente vuelve a jugarme una mala pasada.Borrosas imágenes de lo que sucedió anoche pasan por mi mente. Recuerdo que discutimos, otra vez y que yo le dije que lo odiaba y también que casi lo obligué a acostarse conmigo...Parece que al final lo conseguí y con excelentes resultados, sino no estaría mirando su perfecto rostro angelical dormido como una idiota.<
Me levanto del sofá con brusquedad cuando alguien aporrea la puerta con insistencia y pica al timbre. Cuando miro la hacia la terraza ya es de noche. Exhalo un largo suspiro y arrastro los pies hasta la puerta. Abro justo cuando Aiden iba a volver a golpearla, haciendo que su puño quede en el aire y sus grandes y expresivos ojos me miren con atisbo de sorpresa que no tarda en transformarse en una dubitativa ceja enarcada.Me echo el pelo hacia atrás y lo miro con los ojos entrecerrados por el sueño.—¿Qué hora es? —pregunto con voz pastosa.—Las ocho y cuarto —me responde. Sonríe con malicia y me recorre de arriba abajo de manera deliberada—, y hay una hora hasta New Lenox.Arrugo la nariz sin comprender nada de lo que me está contando, hasta que mis neuronas vuelven a conectarse y recuerdo que hoy es el cumpleaños de Alyssa... espera... ¡Hoy es el cumpleaños de Alyssa!Abro los ojos como platos y me miro de arriba abajo al dar cuenta que ni siquiera me
Su voz parece frágil y vulnerable... y eso es tan poco propio de él que lo único que quiero hacer es salir corriendo del coche y vomitar. Rebobinar los últimos cuarenta y cinco minutos de mi vida y no haber dicho nada. Aiden me mira fijamente, hasta el punto de que me intimida su postura. Estoy segura de que esto es tan nuevo para él como para mí, incluso puede que más, pero coincidimos en algo: los dos estamos perplejos.En un acto reflejo me llevo las manos al pelo y me lo retiro hacia atrás tirando de él. Dejo caer las manos inertes a los costados y meneo la cabeza con pesar.—No lo sé —confieso en una risa floja, expulsando el aire por la nariz.Mi risa floja termina por convertirse en una risa histérica, verificando que he perdido el control de la situación por completo. Y entonces me río, me río hasta que la barbilla me tiembla, el estómago me duele... Me río de mis sentimientos de mierda, me río de mí misma por lo patética que soy, me río de esa maldita prom