—¡Qué! —exclama Amanda, atónita. Me mira a través de sus gafas de sol y hace una mueca de fastidio—. Menuda zorra celosa. Yo también estaría pensando en asesinarla—comenta con malicia.
—Aja —afirmo.
Cierro los ojos, intentando que mis poros absorban un poco de vitamina D de este frágil sol de finales de noviembre. Ya no estoy tan cabreada como antes, pero con eso no quiero decir que lo haya olvidado, aunque lo intente, no puedo.
Cojo mi botellín de cerveza y lo doy un corto sorbo.
—Tía, te puede meter un problema muy grande —añade Alyssa.
—Y todo esto por Sam... —farfulla Amanda.
Me alegro de haberlas llamado en cuanto me enteré de todo esto. Al menos tengo alguien con quien hablarlo, porque si siguiera guardándomelo para mi sola iba acabar explotando.
Recuesto la cabeza sobre el mullido cojín del sillón y suspiro.
—¿Dónde os metisteis anoche? —pregunto para cambiar de tema.
—Salimos con Dave poco después de que tu salieras del b
Me aseguro de meter la carta en el bolsillo trasero y cojo la mochila a toda prisa. Hoy me siento con energía renovada, preparada para afrontar el largo día que tengo por delante. Me muero de ganas de ver la cara de Stacey cuando me vea. Va a ser brutal, sé que es muy probable que pierda los nervios, pero ahora no me preocupo por eso.Abro la puerta principal y hago un gesto rápido con la mano cuando veo el Lexus negro de Amanda, que me devuelve el gesto mientras camino a paso acelerado en su dirección.Por suerte cuando entro está calentito. Esto de los asientos calefactores es una pasada. Creo que su madre acertó de lleno con el regalo de cumpleaños. La miro de soslayo antes de que me dé un beso en la mejilla. No puedo evitar sentir envidia de lo perfecta y despierta que se ve a estas horas cuando yo aún tengo las legañas pegadas y bostezo a cada segundo.Me sonríe con complicidad mientras pone la música a todo volumen.—¿Preparada para darle una lección a
Cuando llego al apartamento una fina y casi imperceptible capa de nieve cubre la calle. Voy hasta mi habitación y observo por el ventanal como la nieve comienza a cubrir los grandes bloques de edificios de alrededor. La nieve me provoca melancolía. Antes solía encantarme, pero hace mucho tiempo que sé me ha hecho imposible disfrutarla.Dejo caer la mochila en el suelo y me hago un ovillo en la cama. Hace ya una hora que dejé de contener el llanto; a veces es imposible hacerlo. Lo único que necesito es dormir, dejar de pensar. Pero, sobre todo, dejar de ser yo por un par de horas.Me pongo los auriculares y comienzo a escucharStill falling for youde Ellie Goulding.A veces me pregunto cómo lo hacen. Normalmente dicen que los cantantes buscan inspiración para escribir a partir de sus relaciones fallidas, sacan canciones cada cuatro meses, así que he sacado la conclusión de que cuando pasan ese período de tiempo, es que han roto con su pareja.
Han pasado siete días, veintinueve horas, cinco minutos y veinticinco segundos desde la última vez que vi a Sam. La tarea no ha sido difícil cuando lleva sin pasarse por la universidad durante tanto tiempo; es que lo agradezco. Al menos soy capaz de estar más de dos horas sin llorar, lamentándome en mi propia intimidad. En cierto modo eso se lo debo a Aiden, cuando él está cerca el dolor desaparece o al menos es soportable. No sé qué haría sin su compañía.A veces me gustaría buscarlo o mandarle un mensaje para saber cómo está, pero en cuanto recuerdo el modo en el que me traicionó sé me quitan las ganas por completo.Aprieto el paso para llegar puntual a mi clase con Jerry. Últimamente sólo me centro en estudiar y estudiar. Eso me ayuda a dejar de pensar.Cuando llego todos están listos, preparados para la paliza semanal. Jerry me manda una mirada reprobatoria por llegar tarde, pero no me reprende en ningún momento. Mientras me quito la chaqueta y me pongo los gua
Busco con la mirada la mesa en la que están sentados el grupo mientras recojo mi café y un brownie. Me siento terriblemente observada, pero desde que monté todo ese espectáculo con Stacey soy el foco de miradas de todo el mundo.Todos hablan y hablan sobre nosotras, sobre Sam y sobre lo que habrá pasado entre nosotros, dado que lo que sucedió en la clase anterior ya es totalmente viral. Y eso les da más de lo que hablar, aunque a estas alturas ya me da igual.Me siento en la silla que hay libre entre Amanda y Dave, dejándome caer y tirando la mochila al suelo.Amanda me da un abrazo rápido y me dedica una sonrisita.—Estamos pensando ir a la pista de patinaje de Millenium Park y nos preguntábamos si querrías venir —ofrece.—No —le contesto al instante.Odio patinar sobre hielo. Soy demasiado torpe y me da muchísima vergüenza caerme delante de tanta gente—aún tengo un poquito de orgullo propio—. Además, odio todo ese rollo navideño. Las calles ador
Dejo de cortar la cebolla sobre la tabla cuando el timbre suena con insistencia. Miro el reloj del móvil y frunzo el ceño, contrariada ante la hora, apenas son las cuatro y media y la única visita que esperaba era la de Aiden. Le había prometido que lo invitaría a cenar en una especie de cita.Soy una pésima cocinera, pero una pequeña parte de mí estaba ilusionada con poder cocinar para él. Puede que no tengamos ninguna relación sentimental, pero somos buenos amigos y siempre está ahí para apoyarme.Detengo la música y me limpio las manos a la camiseta vieja.—Un momento —digo para que no se vaya.Troto hasta la puerta y abro con una sonrisa para encontrarme con unos grandes ojos avellanas que me observan con una mezcla de temor y timidez.—¿Kaia? —inquiero con incredulidad.Ella alza la mirada y esboza una sonrisa débil mientras juguetea con el paquete envuelto que tiene en ambas manos. Decir que me ha pillado por sorpresa es quedarse corta.<
Por fin viernes y con ello la fiesta que llevaba esperando. Va a ser un fin de semana duro, pero eso significa que sólo quedan un par de semanas para las vacaciones y con ello mi esperado viaje a California. Fantaseo a todas horas con ello, hasta tacho los días en el calendario, eso me ayuda a mantenerme entretenida y no pensar; que más podría pedir...Me doy un último repaso en el espejo y practico como sonreír, últimamente me cuesta más de lo normal. Creo que he acertado de pleno con el vestido, el color coral me sienta de maravilla, aunque me aseguro de abrigarme correctamente.Me peino el pelo con los dedos y me retoco por última vez el pintalabios del mismo color que mi vestido. Me llega el mensaje de Amanda, comunicándome que ya está esperando abajo. Cojo el bolso de mano brillante que me dejó Alyssa y salgo a toda prisa.Esta vez Amanda y yo iremos completamente solas. Un ratito para nosotras y poder hablar con tranquilidad. Por lo que tengo entendido las fi
Duda y me mira con el ceño fruncido, una mirada severa es suficiente para hacer que se decida y pase por la puerta, cerrándola detrás de él. Le dedico una mirada rápida al guardia de seguridad y camino con paso fingidamente decidido hacia el ascensor.Cuando ambos entramos me apoyo en la pared y me quito los tacones con dificultad. Si los llevaba un segundo más tendrían que amputarme los pies. Sam se ríe con suavidad al ver mi cara de alivio, y a pesar de que está detrás de mí puedo imaginarme su cara irónica y los brazos cruzados sobre el pecho. Me paso las manos por la cara y suspiro.Supongo que ahora es el momento de escuchar sus explicaciones sobre el porqué debería perdonarlo.—¿Y bien? —inquiero.Salimos al pasillo de mi apartamento y camino dando pequeños traspiés.—Estás bastante pedo —murmura. Lo miro por el rabillo del ojo y me río al ver el ceño fruncido y sus labios formando un mohín—, y más insoportable —añade con una risita.Oh, ese
Me levanto de golpe de la cama, asesinándolo con la mirada, pero él se ríe mientras se cruza de brazos impasible, formando en sus labios esa mueca burlona.—Creo que el único que ha follado aquí eres tú, porque yo no me enterado de nada ¡Ni siquiera me has dejado tocarte! ¡Ni me has besado! —estallo perdiendo los estribos. Me paso las manos por el pelo y me tiro de las raíces—. ¿Por qué lo has hecho? —inquiero.—A qué te sientes frustrada, como si te faltara algo que te saca de quicio y hace que estés de mal humor. Pues así como yo me siento cada vez que me mandas a la mierda o te dedicas a provocarme con cosas que no deberías hacer —responde con avidez.Me sonríe con suficiencia y me aparta un mechón de la frente. Cuando le doy un manotazo en la mano comienza a reírse con burla.—Supongo que tengo que devolverte un poco de tu propia medicina.—Eres un imbécil —mascullo entre dientes.Lo que me acaba de hacer es... es, joder, ni siquiera sé cómo e